Frederick Connie se enfrentó ante lo impensado en el día más importante de su vida. Su esposa, Keyvonne, sufrió una complicación con su embarazo y fue trasladada a un hospital de Colorado, Estados Unidos. La mujer fue sometida a una cesárea de urgencia y fue en ese momento en el que los médicos le dijeron al hombre que tenía que decidir entre salvar a su pareja o a su hija.
Keyvonne no debía dar a luz hasta mediados de enero, pero el viernes pasado sufrió una hemorragia mientras se encontraba en su vivienda. De inmediato, Frederick la llevó a un hospital local, en donde se dieron cuenta que el trabajo de parto había comenzado antes de lo planeado.
Una vez atendida, la pérdida de sangre fue tal que los médicos le dijeron al hombre que debían darle más importancia al embarazo para así salvar la vida de la beba. Frederick optó por esta decisión y priorizó la vida de su hija para que luego los médicos pudieran atender también a la madre.
"Podemos hacer una cirugía para salvar la vida de su mujer, pero perderá a su hija. O puede salvarla, pero existe la posibilidad de que pierda a su esposa", recordó el hombre que le dijeron en el hospital.
La nena nació, con algunas dificultades, pero la salud de la madre empeoró rápidamente y murió minutos después de la cirugía. Keyvonne nunca pudo tener a su beba en brazos. "Le puse el nombre de su madre. Ella va a saber quién fue su madre. Me voy a asegurar de eso", expresó Frederick.
"Me alegro de haber tomado esa decisión porque al final, si Keyvonne probablemente podría haber sobrevivido, me habría odiado por el resto de mi vida", agregó el hombre, en diálogo con la cadena de televisión KDVR.
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