El hombre tiene 43 años, vive en Montevideo, Uruguay, y hace 25 años que está en la calle. “La gente siempre discrimina, o porque sos gay o por ser cuidacoche o por vivir en la calle”, contó a Telemundo.
Cuando encontró a Winnie fue amor a primera vista y la bautizó así porque se parece a Pooh, el personaje de Disney. La perrita y su pareja son sus fieles compañeras de vida.
Jura que nunca tuvo que mendigar, que cuidando coches saca 500 pesos uruguayos por día. Con ese dinero compra algunos refrigerios para el día porque la comida principal se la dan las organizaciones sociales que reparten platos calientes por las noches.
Además, asegura que, pese a que el invierno es crudo, no pasa frío. “Teníamos un acolchado antiguo enorme, una de las mantas aurora (las térmicas) de dos plazas y una manta más chica como para poner abajo, un nylon, un cartón. Hoy, cuando nos despertamos nos habían dejado tres mantas nuevas”, reconoció. La gente lo ayuda y él trata de estar siempre presentable. Se baña todos los días en el Mercado Modelo, donde tiene un conocido encargado de la seguridad que lo deja pasar, lleva su ropa al lavadero y hace sus necesidades en la Facultad de Humanidades, donde también acude para conseguir agua caliente para el mate.
Una sucesión de hechos desafortunados lo llevó a quedarse sin techo. No recuerda a su mamá, ya que desapareció cuando él tenía solamente nueve meses. Vivió con su padre pero tuvo varias internaciones en el Instituto Nacional del Menor (INAME), iba y venía. Cuando el hombre falleció, Pedro fue llevado a Colonia Berro, un reformatorio que consta de siete hogares en los que, actualmente, se encuentran privados de libertad más de 200 adolescentes.
Una vez que salió de allí, vivió unos años en un refugio pero luego prefirió la libertad de la calle. Hace cuatro años que sacó su primera cédula de identidad (ya que sus padres nunca lo anotaron) y está entusiasmado por votar por primera vez.
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