HÁBITOS Y PREFERENCIAS

El auge de lo “retro”: el consumo “vintage” gana cada vez más terreno

La estética que predominó en épocas pasadas reaparece con esplendor renovado.

La nostalgia es como un velo que cubre de hermosura las épocas que ya fueron. Algunos dirán que todo tiempo pasado fue mejor, pero se sabe que no, que el olvido suele ser un excelente editor de recuerdos que elimina lo no tan bueno para resaltar lo bello. Un día se produce la magia: aparece un disco, un sabor, un olor con el poder de transportarnos a aquella edad de oro que resplandece en el imaginario.
En una época en la que los muertos que reaparecen como zombies causan furor en la pantalla; también la estética y los objetos que habían desaparecido después de haber agotado sus años de gloria, resurgen de entre los recuerdos para volver al ruedo, acaso como en sus mejores tiempos.
Los vinilos, las cámaras fotográficas instantáneas, las viejas cajas de galletitas que ahora se venden como objetos de decoración, los juegos de mesa y las golosinas que después de desaparecidas vuelven a los kioscos, son algunos ejemplos de esta tendencia retro que gana cada vez más terreno.

Cámaras instantáneas
Frente a los celulares que continuamente mejoran la calidad fotográfica y a las aplicaciones para facilitar la edición de fotos, reaparecieron -renovadas- las “viejas” cámaras instantáneas.
Vienen en varios colores: rosadas, celestes, amarillas, violetas, negras. Pese a que no ofrecen la posibilidad de ver la foto captada antes de imprimir, son un éxito. Parece que entre tanto filtro e imágenes “perfectas” hiper elegidas y, acaso, resultado de varias tomas, el riesgo de no saber cómo va a salir la imagen vuelve a recuperar su encanto.
“Las cámaras instantáneas volvieron a salir el año pasado. Las llevan personas que trabajan con fotografía y también muchos adolescentes, a los que les divierte el sistema de ‘como sale, sale’”. Las usan para sacar fotos en reuniones entre amigos”, cuenta el vendedor Manuel Román. Las cámaras cuestan alrededor de $2.700 y los cartuchos de 10 fotos $350.

La vuelta del vinilo
También el vinilo está de vuelta. En tiempos de Spotify, que ofrece la posibilidad de escuchar una inmensa variedad de artistas de forma gratuita, los discos de vinilo vuelven a ser favoritos.
“Los llevan, por un lado, la gente de arriba de 50 que en su juventud los consumió y, por el otro, los sub 20 que acaban de descubrir el formato”, dice Cristian Carracedo, empleado de una disquería.
El vendedor cuenta que, por lo general, los nuevos consumidores arrancan por los clásicos como The Beatles, Spinetta y Pink Floyd, entre otros.
Entre los motivos que llevan a elegir el vinilo figura la supuesta calidad musical que ofrece el formato, aunque para apreciarla es necesario contar con un buen reproductor, y no todos los compradores de disco tienen.
“Los que escucharon vinilos en la juventud saben que el sonido es mejor, y los adolescentes sienten curiosidad por probar cuánto mejor pueden sonar”, dice Carracedo, y agrega: “Los vinilos de hoy son mejores que los de antes en cuanto a calidad, pero existe un vacío en cuanto a los reproductores, porque hay una oferta muy limitada y los que tienen aparatos viejos necesitan ponerlos a punto y no consiguen repuestos”. Un reproductor “bueno” cuesta de $6.000 para arriba. Los vinilos nuevos arrancan desde $500. Pero la compra y venta de discos se mueve mucho a través del mercado de lo “usado”. Y en ferias pueden conseguirse discos desde $100.
Dado que en Inglaterra y en otros países nunca se dejaron de editar, se puede conseguir una gran variedad de artistas. Incluso, existe material que sólo está disponible en este formato.

Disco-fetiche
Otro factor que pesa a la hora de elegir el vinilo, según cuenta Carracedo, es que muchos “necesitan” o disfrutan al tener la música contenida en un objeto. El fetiche que puede generar el disco suma adeptos.
“Me interesan más que nada por la propuesta estética, porque como tengo un reproductor de los viejos, que no está en muy buen estado, la calidad del sonido en la que escucho no está muy buena. Pero me gusta ir a comprar, elegirlo, abrirlo, ver las imágenes en grande”, cuenta Álvaro Alegre (26), que es fanático de Madonna, y agrega: “Hay mucho material en vinilo que no está editado en CD, temas inéditos”.
Álvaro, como muchos otros, llegó al disco a través del mercado del usado. “Cuando estuve en Europa recorrí muchas ferias y hay de todo... Son lindos para enmarcarlos. En casa tengo varias vitrinas con cosas de Madonna y cuando van mis amigos, lo que primero agarran son los discos”.

Los juegos de mesa
También los juegos de mesa transitan su época dorada. Muchos de los que -fascinados con las posibilidades que ofrecían los juegos en red- los habían dejado a un lado, volvieron a retomarlos.
No sólo que se siguen reeditando los clásicos, sino que también hay nuevas propuestas para todas las edades. “Los que tienen más salida son los tradicionales como el Monopoly, el Juego de la Vida, El Quién es quién, el Estanciero...”, cuenta Gonzalo Ciampa, encargado de una juguetería, y cuenta que muchos padres llevan juegos de mesa para jugar en familia.
Entre los 18 y los 25 años los juegos de Trivia y el T.E.G son los que más funcionan. En cuanto al precio, rondan en los $700.
Según Ariel Mennucci, quien no sólo se autodefine como ludópata, sino que también crea juegos de mesa, los clásicos se siguen vendiendo para un público que no tiene experiencia en juegos. “Yo estoy en un nicho en el que los clásicos no circulan. Todos somos jugadores experimentados y buscamos juegos más acordes a estos tiempos”, dice.
En el año 2000, Mennucci junto a un amigo/socio, creó un juego de mesa sobre gestión de fútbol: “Pero nos dimos cuenta de que nuestro juego no entretenía porque imitábamos las estructuras clásicas”, dice, y agrega: “Los juegos de ahora demandan la toma de decisiones, que permitan escapar de la vida cotidiana. Por eso nuestro segundo juego fue de gestión pero de empresas”.
Para Mennucci mientras los juegos clásicos se caracterizan por ser dado-dependientes (la suerte del jugador queda en manos del dado), en los nuevos, el destino va más enlazado a las decisiones que se toman y no tanto al azar.
“Los jugadores de ahora reclaman más participación. Además, los juegos tienden a ser más dinámicos, como mucho pueden llegar a durar 40 minutos”, dice.
Lejos de desaparecer, los juegos de mesa viven su auge. Se arman concursos a nivel nacional y en Alemania existe un mundial.
Los que defienden este tipo de entretenimiento señalan que los juegos digitales no puede reemplazar a los de mesa por varios motivos: el ritual que supone reunirse con amigos, armar el juego, compartir un momento en el mismo espacio, las cargadas cara a cara, tocar las piezas y usar la imaginación para darle un poco de vida a lo que se ve en cartón.
El auge por lo retro también se ve en los objetos de decoración: los tonos pastel y gastados, muebles reciclados, la vajilla antigua... todo vuelve a estar de moda. Pasa lo mismo con el look: las ferias que venden ropa usada “de la abuela” son un éxito. Y esto no se puede explicar recurriendo únicamente a la añoranza de la juventud pasada, porque la tendencia también se da entre los Millenials.
Además volvieron las tradicionales Vespas y los Volkswagen Escarabajo son cada vez más preciados por el público en general.

Golosinas retro
Los kioscos tampoco quedaron afuera del auge retro. Las golosinas de otras épocas volvieron a los mostradores. El alfajor Suchard, que había dejado de fabricarse en 2001 y nuevamente se exhibe en todos los mostradores es un claro ejemplo.
En Facebook hay grupos que reclaman la vuelta de “lo viejo”. Algunos piden por la chocolatada Cindor en botella de vidrio, otros por el Milka Nussini (oblea rellena de avellanas bañada en chocolate con cereales) y también están los que reclaman por la pareja Tubby 3 y Tubby 4.