Aunque de diferentes maneras y en ocasiones diversas, muchas personas sintieron alguna vez la sensación de que les iba a dar un infarto, iban a morirse, se volverían locas o perderían el control de todo. Los ataques de pánico son más comunes de lo que muchos creen y, según advierten los especialistas, no sólo aumentan en esta época del año, sino que sus víctimas sonpersonas cada vez más jóvenes.
Con la sola aparición de un ataque de pánico, dicen los expertos, es suficiente para que aparezca un miedo intenso a volver a tenerlo. Va más allá de la razón, y por mucho que se explique que no va a suceder nada, que este problema lo tienen varias personas o que es un mal de nuestro tiempo fruto del estrés vital, quien lo sufre no puede dejar de sentirse aterrado. Es muy incapacitante y puede terminar afectando negativamente a todas las áreas de la vida: el trabajo, la familia, los amigos, la pareja. Todo.
“Normalmente sucede en personas que son nerviosas o que tienen un alto rasgo de ansiedad”, apunta la psicóloga Julia Vidal, para quien también algunas condiciones físicas pueden contribuir a que se generen este tipo de ataques, como por ejemplo no haber dormido o el agotamiento físico prolongado.
“La persona que sufre de pánico debe aprender que su cuerpo viene equipado para ese tipo de reacción y que nada va a pasarle. Se trata de aprender a tolerarlo afrontando la ansiedad, sus síntomas y sensaciones desagradables”, explica por su parte la psicóloga Mirta DallOcchio, directora del Instituto Sincronía, especializado en estrés, ansiedad y emociones.
Los trastornos de ansiedad afectan a un 29 por ciento de la población mundial y, dentro de ellos, los ataques de pánico vienen siendo de los más frecuentes.
Estos trastornos se presentan con el doble de frecuencia en mujeres que en hombres, ya que los factores de cambios hormonales están asociados a modificaciones en el estado de ánimo, y se calcula que una de cada diez personas tendrá una crisis de pánico en algún momento de su vida.
“Los ataques de pánico son desregulaciones de ansiedad. El panicoso activa su sistema de alerta del cerebro, que es el que nos prepara para luchar o huir de manera automática en situaciones de riesgo, sin ninguna causa, y eso implica cambios en la neuroquímica del cerebro, en los músculos y emociones”, explicó DallOcchio.
Cuando esa señal de miedo se activa, la sangre va a los grupos grandes de músculos, como piernas y brazos, y prepara al cuerpo para escaparse o defenderse. Una vez que está activado el cambio hormonal, la “respuesta” queda también activada, por lo que la persona piensa de forma catastrófica.
“En esa situación todos los pensamientos que se activan son de muerte o catastróficos, pero como el peligro no se encuentra en el afuera la mente, se recluye sobre sí mismo y busca en el interior de la persona su escena más temida, que se asocia a sintomatología física y el panicoso tiene sensación de muerte inminente”, precisó DallOcchio.
La especialista agregó que muchos pacientes llegan a la consulta después de años de intentar resolver el problema por su cuenta: “Llegan después de haber pasado por situaciones médicas interminables, muy angustiados, con una vida muchas veces muy restringida por la evitación y con una enorme sensación de impotencia y frustración”, sostuvo. Y agregó: “el diagnóstico temprano es sumamente importante, porque estos casos no mejoran sin atención. El tratamiento combinado y la psicoterapia específica, que integra técnicas de psicoeducación, aceptación, afrontamiento, medicación y prevención de recaídas, ayuda a que el paciente lleve una vida normal”.
UN TRASTORNO FRECUENTE
Cada vez se diagnostican más ataques de pánico y los casos crecen en esta época del año
Se estima que cerca de un 25% de la población tuvo al menos un episodio de este tipo en su vida. Un alto rasgo de ansiedad y la complicación de determinadas situaciones están detrás de estos trastornos que no paran de crecer y atacar a víctimas cada día más jóvenes.
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