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RECONOCIDO CIRUJANO PLÁSTICO DE NUESTRO MEDIO

Juan Carlos Vila: “Soy muy apasionado en mi trabajo”

Pudo hacer una carrera en Buenos Aires, pero regresó a su ciudad, donde forjó una destacada trayectoria de casi cuatro décadas. Se desempeñó en los ámbitos público y privado. Hoy comparte consultorio con su hijo.

Aunque su padre deseaba que fuese ingeniero, Juan Carlos Vila tuvo claro de muy chico que quería ser médico, desde la época en que jugaba con su madre a que le ponía inyecciones y la curaba.
Esa inclinación no se modificó ni en su época de la primaria en las escuelas Nº 1 y Normal, ni durante el secundario en el Nacional.
Entonces inició un camino en la medicina, primero, y después en la cirugía plástica, logrando un gran reconocimiento en su dilatada trayectoria.

Cirujano
“De chico tuve la vocación de médico y nunca tuve otras opciones en mente, siempre lo tuve claro”, afirma Vila.
Con esa convicción, estudió Medicina en la Universidad de Buenos Aires y tiempo antes de terminar la carrera ya había sentido atracción por la cirugía.
Durante el quinto año de la facultad hizo guardias en el hospital de San Miguel como practicante y allí se interesó mucho por los partos. “Atendía entre ocho y diez por día, estaba enloquecido con eso”, remarca. No obstante, un día el jefe de guardia –que era obstetra– le dijo que lo había estado observando y que, a pesar de que hacía muy bien, “nunca iba a ser partero” porque “era muy frío”. Vila quedó sorprendido, porque esa era su gran pasión. “Meses más tarde –recuerda– empezó a molestarme el olor de las salas de parto, hasta que llegó un momento en que no pude ir más. Tenía razón mi jefe”.
En ese mismo hospital fue que se empezó a interesar por la cirugía. Más tarde hizo guardias en el Sanatorio Antártida en donde ayudaba a operar: “Ahí me di cuenta de que quería ser cirujano. No tuve más dudas”.
Cuando terminó, hizo la residencia en la Escuela Finochietto. Tres años más tarde hizo la especialización en cirugía plástica: “Me daba angustia al pensar en las secuelas que le queda para el resto de la vida a esa gente: las deformaciones, las dificultades para su trabajo y sus actividades diarias”.
Pasó por el Instituto del Quemado, por el Hospital Gutiérrez donde vio el trabajo con niños, estuvo en el Hospital Francés, trabajó con el doctor José Juri, hasta que rindió y obtuve el título de especialista.

Trayectoria
Trabajó en el Hospital Salaverry –que después pasó a ser el Santojanni–, donde llegó a ser jefe de Plástica con 29 años.
Por cuestiones personales, en 1979 decidió regresar a Junín, aunque durante un año siguió viajando a Buenos Aires todas las semanas para atender en el hospital.
Acá arrancó como médico y socio del Sanatorio. “El doctor Petraglia me abrió las puertas y por eso estoy muy agradecido”, recuerda.
También se desempeñó en el Hospital Ferroviario, y en 1982 ingresó en el entonces Hopital Regional. “Ahí tuve la oportunidad de hacer todo tipo de cirugía reconstructiva, que a mí me encantaba”, señala.
Durante dos años coincidió en los tres centros sanitarios, pero luego dejó el Ferroviario.
Según dice, el trabajo en el ámbito público y el privado tiene diferencias: “Las patologías son distintas, al hospital llega lo agudo, lo de reconstrucción, mucho de lo que entra por la Emergencia. Generalmente, la gente que llega allí lo hace tarde, cuando su patología está avanzada, lo que le permite a uno hacer las grandes reconstrucciones. En el Sanatorio es más programado todo”.
Desde que volvió a Junín hasta hoy tiene, además, su consultorio, que en los últimos años lo comparte con su hijo y colega, Nicolás.

Su trabajo
Su trabajo se divide en dos ramas: la cirugía reconstructiva y la cirugía estética. En la primera, se trata de “salvar y reconstruir lo que se pueda”.
En ese marco, Vila atendió muchísimos casos, como el de un muchacho que trabajando en una gomería, el aro de una cubierta de un camión “le partió la cara a la mitad, se veía como un libro”. Tuvo que trabajar más de doce horas en la reconstrucción de su cara, “y por suerte se pudo hacer bien”. Al igual que otro caso en que un hombre “se pegó un escopetazo en el mentón y se le desmoronó toda la cara”, lo que requirió una jornada de más de diez horas de cirugía.
La otra rama es la cirugía estética que, de acuerdo a lo que cuenta Vila, “técnicamente, es lo mismo”, aunque allí lo que se busca “es un cambio de fisonomía, que puede ser en la nariz, las orejas, los párpados, que se hacen por diferentes técnicas”.
En ese contexto, asegura que una de sus “pasiones” es “la cirugía de nariz”, que es “la más difícil para que quede bien porque está implicada la piel, lo óseo y la parte cartilaginosa. Además, siempre hay una mitad diferente a la otra y hay que armonizar eso para que quede correcto”.

Balance
Con más de 40 años de trayectoria, el doctor Vila afirma que “es una satisfacción hacer esto”.
Y al momento de hacer un balance, concluye: “Yo tengo una premisa que es que no me tengo que ir de la mesa de cirugía sin haber hecho todo lo que sabía y podía hacer. Si queda algo por hacer, me quedo. Para este trabajo hay que ser muy detallista, tenés que vivir lo que estás haciendo, yo soy muy apasionado en mi trabajo y no me canso. Me siento muy satisfecho con lo que hice, estoy muy contento por lo que logré como cirujano plástico”. <

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