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ALIMENTACIÓN

Vegetarianos, veganos y “flexis”: auge y polémica en torno a la vida sin carne

En algunos países el número de personas que elige limitar o evitar el consumo de carne ya oscila entre el 8 y el 12%, mientras crecen los negocios vinculados a la tendencia. En la región, adhieren a esta tendencia una mayoría de mujeres de entre 18 y 25 años. Mitos y verdades, ventajas y riesgos de estas opciones.

“No es una moda. No es una dieta. Es un estilo de vida”, dice Silvina Rodríguez Gáspari, periodista y profesora de inglés cuando se refiere al veganismo que comenzó a practicar hace un año después de mucho tiempo de ser vegetariana. Para ella, hoy optar por vivir sin comer carne (y en su caso) por su condición de vegana, ningún otro producto de origen animal, como huevos o leche)  es mucho más fácil que hace unos pocos años. ¿La razón?:“hay muchos más productos en el mercado que prescinden de ingredientes de origen animal. Y esto tiene que ver con que hay más gente que elige vivir sin comer carne, aunque en el medio hay mucha moda y dietas sacadas de las revistas”, dice.
También en los consultorios de los nutricionistas notan esta tendencia: de la mano de Internet y de una sensibilidad potenciada en contra del maltrato animal, más gente opta por reducir o eliminar el consumo de carne. Con todo, siguen siendo una minoría, aunque creciente y muy bien definida: en la región son mayoritariamente chicas, de clase media y de entre 18 y 25 años.
Vegetarianismo, Flexitarianismo y veganismo son palabras que se escuchan cada vez con más frecuencia en el mundo:ya hay países donde la población que limita o elimina de sus dietas el consumo de e carne oscila entre el 8 y el 12%.
Uno de ellos es España, donde no sólo creció en los últimos tiempos el número de personas dispuestas a limitar o eliminar el consumo de carne, sino que se duplicó el número de negocios dedicados a proveer a este tipo de clientes. Y todo en el lapso de apenas cinco años.
Así surge del estudio realizado por una consultora privada, donde además sorprende que el interés por la vida sana aparece como la tercera causa de quienes abrazan cualquiera de las formas del vegetarianismo. La razón más frecuente es ética: evitar el maltrato animal.
El informe se llama “The Green Revolution” (La revolución verde) y su principal conclusión es que  el 7,8% de la población española ya se declara veggie. La mayor proporción dentro de esa cifra es la de los flexitarianos (6,3%), que son aquellas personas que limitan el consumo de carne, pero no lo abandonan totalmente. Se declara vegetariano el 1,3%. Y apenas el 0,2% se dice vegano.
El estudio indica que el negocio de la comida sin productos de origen animal ya mueve en ese país  4.000 millones de dólares anuales y crece a un ritmo del 6% cada año.
Otros países europeos muestran realidades similares. Uno de ellos es el Reino Unido, donde  si se considera a la población adulta en general, el porcentaje que suman veganos, vegetarianos y flexitarianos alcanza al 12%. Pero trepa al 20%, si se recorta el análisis a la población de entre 16 y 24 años.
Esta tendencia, que coexiste con nuevos estudios científicos que atribuyen a los animales una sensibilidad y una inteligencia mayor a la que   se creía hasta hace pocos años atrás, también viene con polémica.
Si se toma solamente el último mes de febrero, varias controversias tuvieron como eje al vegetarianismo y sus derivados. Una de las más resonantes tuvo lugar en Alemania, donde la ministra de Medio Ambiente, Bárbara Hendricks,  impulsó una iniciativa, muy criticada, según  la cual todos los menús oficiales en ese país debían prescindir de la carne. El propio ministro de Alimentación de ese país, Christian Schmidt, salió a cruzar a su par de medio Ambiente con contundencia: “A mí no me van a forzar a tener ese Día de las verduras”, dijo y agregó, “la carne y el pescado también son parte de una dieta equilibrada”.
En Inglaterra se desató otra polémica parecida. Esta vez fueron los veganos quienes, a través de la plataforma Change.org impulsaron una campaña a la que adhirieron 135.000 firmantes para que el Banco de Inglaterra no utilice grasa animal para hacer billetes. El propio Banco de Inglaterra les salió al cruce reafirmando que imprimirá sus billetes utilizando ese componente tanto en los de 5 como en los de 10 libras.
En la, aunque sin números,  Argentina también se percibe una tendencia al crecimiento de estas opciones. Y frente a ella, la recomendación de los nutricionistas es que, si se adopta una dieta vegetariana hay que hacerlo con asesoramiento profesional.
Junto a estas opciones también aparecen los mitos: que necesitan complementarse con suplementos vitamínicos o minerales, que generan anemia o que no son aptas para deportistas o embarazadas, son algunos de ellos.
Así lo afirma la nutricionista Liliana Grimberg, quien advirtió que “deben realizarse con el asesoramiento de profesionales de la salud”.
“El primero de los mitos dice que el vegetarianismo es una moda, y eso no es cierto, ya que la mayoría de las personas a lo largo de la historia del mundo se han alimentado con dietas predominantemente vegetarianas”, dijo la especialista.
También conocido como vegetarismo, el vegetarianismo es el régimen alimentario que tiene como principio dejar de consumir cualquier tipo de carne.
Dentro de la práctica vegetariana hay distintos tipos y grados: quienes no admiten ninguna ingesta de productos derivados de los animales (como el huevo, los lácteos o la miel de las abejas), son denominados vegetarianos estrictos o puros, mientras que los que sí consumen leche se conocen como lactovegetarianos; quienes consumen huevos, ovovegetarianos, y los que consumen ambos productos, ovolactovegetarianos.
Asimismo, quienes no se alimentan de nada animal ni usan productos provenientes o testados en ellos se denominan veganos, mientras que quienes sólo se alimentan de fruta, practican el frugivorismo.
En la dieta vegetariana se acepta además la cocción de los alimentos y el consumo de productos refinados (los más comunes son el azúcar y la harina), además de pastas blancas, frituras y alimentos en conserva o aquellos con colorantes o preservadores, lo que la diferencia de otros tipos de dietas, como la macrobiótica y naturista.
Consultada sobre una de las principales dudas a la hora de encarar una dieta de ese tipo, la necesidad de consumir suplementos vitamínicos o minerales, Grimberg señaló que “la mayoría de los vegetarianos sanos no necesita tomar suplementos, aunque puede haber excepciones”.
“La persona que comienza una dieta vegetariana debería visitar un nutricionista para asegurarse de que todas las vitaminas y minerales necesarios están siendo consumidos en sus alimentos”, destacó.
Agregó que tampoco es verdadero que ese tipo de dieta sea escasa en proteínas, ya que “muchos alimentos de origen vegetal las contienen”.
“Alimentos de granos como las legumbres, cereales, la combinación entre ellos (lentejas con arroz, por ejemplo) o nueces y tofu son sólo algunos alimentos de origen vegetal que contienen proteína”, enumeró.
Con respecto al calcio, Grinberg consideró que una dieta vegetariana bien planeada puede aportar la cantidad necesaria, ya que “incluye productos lácteos, semillas, frutos secos y productos fortificados”.
“Tampoco es cierto que el vegetarianismo no sea recomendable para niños o embarazadas. Esa dieta es segura siempre que se suministre la cantidad necesaria de cada alimento, es decir que haya suficientes calorías, proteínas, vitaminas y minerales para cuerpos sanos en crecimiento”, explicó.
Y continuó: “Otro mito es el que tiene que ver con la anemia. Los alimentos como las legumbres y hortalizas de hojas verdes tienen hierro, y condimentadas con jugo de limón o consumiendo un cítrico después de la comida se mejora su absorción”.
Sobre las personas que practican deportes, Grinberg afirmó que “un deportista vegetariano puede rendir igual que un carnívoro”.
“El vegetariano obtendrá las calorías necesarias de las semillas, frutos secos, almidones, aceites, cereales y legumbres”, enfatizó.
Mientras tanto, la opción por lo verde sigue ganando adeptos en el mundo y, además, alimentando más de una controversia.

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