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Creyó que era el amor de su vida, pero era un policía enviado por el Gobierno para espiarla

Lisa y un amigo comenzaron a investigar y descubrieron que se llamaba Mark Kennedy, que tenía dos hijos y que vivía en Irlanda

La historia real de Lisa, un nombre ficticio para la ocasión, es tan surrealista que no es difícil de creer aunque sea en un film. La mujer es una activista medioambiental que llevaba seis años saliendo con su pareja, Mark Stone, cuando se fueron de viaje por Italia. Alquilaron una furgoneta y todo iba bien hasta que ella abrió la guantera para buscar sus gafas de sol y destapó la caja de Pandora: el pasaporte de Mark decía que se apellidaba Kennedy y que tenía hijos. ¿Quién era su novio?

Mark había conocido a Lisa en 2004 como voluntario en la misma red de activistas. Le dijo que era escalador y comenzaron una relación amorosa. Nunca le presentó a su familia, según él porque tenía mala relación con ellos. Entraba y salía de su vida con excusas varias, pero hasta que no descubrió su pasaporte no fue capaz de entender lo que pasaba.

Lisa y un amigo comenzaron a investigar y descubrieron que se llamaba Mark Kennedy, que tenía dos hijos y que vivía en Irlanda. Era policía y pertenecía a un grupo de agentes que se infiltraba en diversos grupos para tenerlos controlados. Sin embargo, llevaban su trabajo mucho más lejos: estableciendo relaciones personales y amorosas de años de duración basadas en una gran mentira.

La BBC ha sido capaz de conseguir el testimonio de dos de las mujeres que fueron engañadas por la policía y expresan una palabra terrible, la de violación: "Me resulta difícil pensar en esas palabras, pero en realidad creo que eso fue lo que sucedió. Lo que también me hace sentir aún más violada es que este engaño, esta relación, este abuso, no solo fue perpetrado por una persona. No solo fue algo entre Mark y yo, todo el departamento de policía estaba implicado".

Rosa, otro nombre ficticio, sufrió una experiencia similar. Ella era activista política y conoció a Jim en un pub de Londres: "Fue demasiado intenso para mí. Sentí que podía olvidarme hasta de respirar. Parecía mi alma gemela, una especie de prototipo que ni siquiera sabía que estaba buscando". Pero Jim tampoco era el príncipe azul que prometía ser.

Tras diez meses de relación en los que se llegaron a plantear irse a vivir a Gales, Jim dijo a Rosa que necesitaba un tiempo y que se iba a hacer un viaje solo por Turquía, Siria y Sudáfrica. Pero Rosa sospechó y decidió ir en su búsqueda con los pocos datos que tenía. Le buscó por Sudáfrica, pero le encontró donde menos le esperaba: en el sur de Londres y trabajando en una comisaría: era policía.

Las mujeres que denunciaron los hechos están recibiendo ahora indemnizaciones por lo sucedido, pero aseguran que nadie les devolverá los años que pasaron engañadas por instituciones gubernamentales. La propia policía de Gales asegura que sus agentes nunca deberían haber mantenido relaciones con sus objetivos y que "abusaron de su posición".

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