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SOLIDARIDAD

Un abuelo de 83 años limpió un basural y lo convirtió en una plaza para niños

El hecho tuvo lugar en la localidad salteña de Cerrillos. Serafín Casimiro fue el encargado de reconvertir el espacio público para el disfrute de sus vecinos.

Serafín Casimiro vive en la localidad de Cerrillos, ubicada a 25 kilómetros de la ciudad de Salta, y se convirtió en viral por transformar un basural de la zona en una plaza para que jueguen los niños.

El hombre de 83 años está jubilado y se propuso limpiar el basural que ocupaba todo un terreno frente a su casa, para convertirlo en un terreno seguro y agradable para la gente del lugar y lo consiguió.

A diez años de aquella hazaña, actualmente Casimiro continúa dedicando su tiempo al cuidado de los juegos y las plantas del lugar. “En su momento fui encargado del mantenimiento de la plaza principal de mi ciudad y cuando me jubilé tuve la necesidad de hacer algo. Entonces, vi que frente a mi casa, a las orillas del ferrocarril, estaba todo abandonado, con pozos, pastos largos y mucha basura. Así que decidí pedirles a los vecinos que dejaran de arrojar residuos para empezar a trabajar”, señala.

Después de desmalezar todo el terreno, el abuelo eligió de manera cuidadosa los árboles y plantas con los que iba a poblar la plaza. Entre las especies, se encontraban: pinos, palos borrachos, cactus de diferentes tipos, paraísos, rosales, pensamientos y palmeras.

“Además coloqué algunos bancos destinados a quienes tuvieran ganas de acercarse a descansar, lo que generó una gran alegría entre los habitantes de Cerrillos”, agregó Serafín.

El Concejo Deliberante de su localidad le otorgó en septiembre de 2018 un reconocimiento como “vecino destacado por contribución a la mejora de la calidad de vida”. Sin embargo, el premio no lo hizo dormirse entre laureles, ya que si bien hay empleados municipales que mantienen la plaza, Casimiro también hace lo propio, repuntando y dedicándole tiempo a la tierra que él trabajó.

Sus familiares contaron que todos los meses el hombre invierte un poco de su jubilación en un parquero que lo ayuda, para que siempre se pueda apreciar la belleza del espacio que creó. “Voy a seguir haciéndolo porque es la mejor manera de ver que la gente se junta. Vivo a 12 metros, me separa sólo una calle”, indicó.

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