Este filme aborda el período en que Juan Domingo Perón vivió en Puerta de Hierro, España, junto a su esposa María Estela Martínez, en una reconstrucción histórica perfecta que se vive desde el primer minuto con la puesta escenográfica y el vestuario cuidadosamente elegido para lograr recrear los años ´60.
Víctor Laplace vuelve a encarnar a Perón –en 1996 lo hizo en Eva Perón– pero esta vez no solo desde lo actoral, puesto que es a la vez codirector y coguionista del filme junto a Dieguillo Fernández.
El trabajo de Laplace es ante todo brillante, gestos, modismos del habla de la época, miradas, poses y la forma de caminar lo constituyen en un Perón más que verosímil.
Pero la historia que tejieron, él y Fernández, para Puerta de Hierro encarna un Perón más humano, más íntimo, sin dejar de lado lo político, pero dejando espacio para que la ficción se conjugue con la historia en una perfecta armonía con todo el relato histórico por donde desfilan personajes vistos.
Victoria Carreras compone a una brillante Isabelita, donde desde lo gestual hasta en el habla se mimetiza realmente con su personaje, logrando también rescatar los sentimientos de la mujer que vivió con Perón en aquellos años.
En tanto Natalia Mateo, el personaje ficcional con el que Perón interactúa y desde donde el largometraje parece asomarse a los bordes del realismo mágico, especialmente hacia el final, aporta una impecable presencia femenina.
Por otra parte Javier Lombardo se calza los trajes de Jorge Antonio con soltura y es su misión poner en pantalla el respeto y la admiración que generaba el líder político.
En tanto, Fito Yanelli se convierte en un formidable López Rega que Perón soporta a medias y sólo por complacer a su mujer.
El gran atractivo del filme, al menos para el público argentino, es el reencuentro con aquellos personajes que, más allá de las opiniones personales, construyeron la Argentina, y por supuesto el poder asomarse a la intimidad de Perón.
LA PELÍCULA RECONSTRUYE UN PERÍODO PERDIDO
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