“Cock”, del británico Mike Bartlett, presenta en el Complejo La Plaza el caso de un gay interpretado por Leonardo Sbaraglia que, en crisis con su pareja, termina enamorándose de una mujer que tiene la piel de Eleonora Wexler. La historia se completa con la pareja estable del muchacho, a cargo de Diego Velázquez, y el padre de éste, Jorge D`Elía, que a todas luces se opone a la nueva relación y brega con energía por la continuidad del vínculo entre ambos varones.
La palabra “cock” denomina en el habla cotidiana al miembro viril y de un modo directo o indirecto es el hilo conductor de una trama que está focalizada desde lo gay y en la que el elemento femenino se ve como exógeno. Típica comedia del East End londinense actual que llega con éxito de público y abultados premios de la prensa, “Cock” tiene los elementos esperados: homoerotismo y lenguaje llano aceptados por las conciencias políticamente correctas, nulo interés por lo social y una frialdad intrínseca ajena a nuestro temperamento.
Más allá de las correctas interpretaciones del cuarteto, todo lo que sucede se dice a viva voz, se declama, pero no hay pasión que lo trascienda, incluso esos abrazos entre Sbaraglia y Velázquez, a los que cuesta ver como pareja de larga data. Esa extrañeza se extiende a la escena del encuentro íntimo entre Sbaraglia y la muy bella Wexler, donde la genitalidad se describe y no se muestra, con la carga adicional del desconocimiento absoluto que el muchacho revela sobre el cuerpo femenino. Por más gay que una persona sea, es imposible que en los tiempos actuales, con Internet y las publicaciones que se exhiben en los kioscos, resulta raro que la mujer tenga que guiar ese primer coito, donde cada detalle anatómico parece una sorpresa.
Contrariamente a lo que puede imaginarse, “Cock” suena como una obra moralista, que hace aparecer a la pareja heterosexual protagónica -sobre todo a la mujer- como un torbellino con algo de irracional frente a la sensatez del traicionado y de su padre.
El personaje a cargo de D`Elía -que actúa en estos momentos en la miniserie “La dueña” (Telefé)- parece diseñado para una mujer, la típica “idishe mame” de mucho teatro neoyorquino, pero carece de lo pícaro de ese estereotipo. Es conservador, obstinado y tajante, ya que una vez admitida en el pasado la homosexualidad de su hijo quiere para él una vida plácida y ahora ese hombre está en disputa.
Lo que se intenta es que Sbaraglia -su personaje- elija una sola forma de identidad sexual, cuando el muchacho parece perturbado pero nada arrepentido ante la sorpresa de gustar de una mujer, todo indicaría que lo más cómodo será pendular entre sus amantes.Tan intransigente como la del padre es la postura de la chica, que con uñas y dientes disputa su presa, muy a la manera de esos abogados que mostraba el cine de Hollywood décadas pasadas, sin acusar los golpes y humillaciones, sin alterarse, sin amilanarse, sin sufrir.
COMEDIA
Sbaraglia como un gay indeciso
El actor representa a un homosexual que en crisis con su pareja, termina enamorándose de una mujer.
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