"Gambito de dama". Una estrella con raíces argentinas, una reflexión sobre ajedrez y una sociopolítica
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"Gambito de dama". Una estrella con raíces argentinas, una reflexión sobre ajedrez y una sociopolítica

El trabajo Anya Taylor-Joy impacta en una de las grandes series del año, una ficción sobre una ajedrecista prodigio en los años de la Guerra Fría.

Inspirada en personajes reales, la historia narra la lucha de una joven prodigio para triunfar en el mundo machista del ajedrez durante la Guerra Fría. El contexto, es lo que explica el fuerte impacto mundial de la serie televisiva “Gambito de dama”, pero para la Argentina existe un ingrediente especial, vinculado al protagónico de Anya Taylor-Joy, que se auto define como argentina, pese a que nació en Estados Unidos.

Los publicistas de Netflix usaron con habilidad, lo que podría llamarse “el efecto Vigo Mortensen”: al público y los medios argentinos les atrapa que una actriz famosa en el mundo tenga un toque de acento porteño, diga que ama los churros con dulce de leche y las empanadas. “Vengo de muchos lugares diferentes”, explica la actriz, hija de un argentino de familia escocesa y de una española de familia inglesa, en el video promocional “Gambito de dama Anya Taylor-Joy: desde adentro”.

 Y agrega: “Pero creo que mi calidad y mi actitud ante la vida es argentina, agradezco mucho esa parte de mi historia y me siento orgullosa de venir de la Argentina”. Anya, que tiene un estilo muy anglosajón pero habla con los típicos modismos porteños –“me morfé el libro” original de la serie.

La actriz nació en Miami, vivió sus seis primeros años en la Argentina (suele volver para las fiestas de fin de año) y aprendió inglés por obligación, aunque lo notable al respecto es que a la hora de hablar en castellano conserva una serie de modismos que le causan al público local una empatía natural, y a ella una relación de pertenencia, pese a que está siempre de viaje en viaje y empezó su carrera profesional en Londres, como modelo.

El talento de Anya, parece tener un imán para las cámaras en este trabajo consagratorio, siete capítulos estrenados en el país el 23 de octubre, en el marco de un proyecto del director y guionista Scott Frank adaptando una novela homónima del estadounidense Walter Trevis.

La serie no es para nada improvisada, de hecho no es casual que aparezcan menciones a ajedrecistas y partidas históricas: la serie trabajó con dos consultores, el ex campeón mundial Garry Kasparov y Bruce Pandolfini, un conocido entrenador de ajedrez de Nueva York, lo que permitió que más allá de las quejas de los profesionales, la serie haya evitado errores y lugares comunes de otras ficciones construidas en torno al ajedrez. De hecho, los actores fueron entrenados en cómo jugar y mover piezas como expertos, y la protagonista incluso desarrolló su propio estilo, más fluido, que se basó en su entrenamiento como bailarina, como explicó en una entrevista con la revista Chess Life.

“Gambito de dama” fue definida por Trevis como “un tributo a todas las mujeres inteligentes del mundo”, pero la serie parece inspirada, además, en las vidas de varios jugadores varones, entre ellos el famoso Bobby Fischer, su antecesor en Estados Unidos en el siglo XIX, Paul Morphy, y tal vez, el actual campeón mundial, el noruego Magnus Carlsen, que ganó el título a los 22 años, en 2013, tras haber sido Gran Maestro desde los.

El “Gambito de dama” es uno de los principales sistemas para jugar una apertura cerrada, pero con una característica llamativa: se ofrece al inicio un peón en sacrificio a cambio de posibles ventajas en el desarrollo de la partida. Cuando en una partida se practica un “Gambito de dama aceptado”, siempre en el marco de las docenas de posibilidades que quedan abiertas después de cada jugada, las negras podrán atacar el flanco de la reina, aprovechando su mayoría de peones, pero las blancas tendrán más oportunidades de llegar al flanco del rey negro, realidad que podría disparar un festín de comparaciones a los analistas políticos de hoy, si se animaran, miraran la serie y supieran algo del juego.

La serie se desarrolla utilizando una serie de recursos propios del cine –empezando por un gigantesco flashback- para pincelar el retrato de Beth Harmon, una niña estadounidense que aprende en un orfanato, gracias a un portero, a jugar ajedrez en los años 50 y se consagra a nivel mundial a fines de los 60, con la ayuda de una psiquis hiper competitiva, aunque compleja, apoyada en el consumo excesivo de alcohol y medicación no recetada.

“Va a llevar tiempo deconstruir una sociedad sexista por gran parte de su historia”, dice. “Creo que hoy las mujeres tenemos una voz más fuerte y ahora la sociedad entiende la desigualdad”. La elección para el protagónico de una joven que venía de trabajar a destajo en la industria, en algún caso en productos vinculados al cine de suspenso y terror, como “La bruja” y “Vampire Academy”, pero también en series notables, como “Peaky Blinders”, se justifica apenas empieza a perfilarse ante los espectadores la psicología de un personaje repleto de problemas emocionales.

La estupenda ambientación, que remite a películas de época, así como la inclusión de personajes reales del mundo ajedrecístico refuerza la sensación de que se trata de una biografía, no de una ficción, aunque el punto fuerte de “Gambito de dama” sea, más allá del tema de una niña y luego una joven prodigio en un universo machista, el telón de fondo: las fallas de un sistema repleto de hipocresía, que condena a los consumos y a la soledad a los que inevitablemente resultan diferentes.

 

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