Una muestra reveladora del vínculo con sus lectores

Cartas de niños y adultos que se conmovieron con las reflexiones críticas y el humor de Mafalda, así como grafitis en homenaje a un adolescente asesinado por la policía chilena y que era fan de Mafalda, integran la muestra que se inauguró en los últimos días en la Biblioteca Nacional.
La exhibición “Mafalda en su sopa”, nació “a sugerencia de su autor, Joaquín Lavado, Quino, quien el año pasado se acercó a la Biblioteca para ver la muestra del humorista argentino Alejandro del Prado, Calé”, dijo Judith Gociol, integrante del equipo del Archivo de Historieta y Humor Gráfico Argentinos, de la Biblioteca.
El objetivo de la iniciativa era saber “qué había sucedido, qué había pasado con los lectores de Mafalda y cómo se había expandido el personaje por fuera de publicaciones”, agregó Gociol, curadora de la muestra.
“Mafalda nos quedó prendida”, “Quino se nos hizo un amigo que nos comunicó la alegría” “aliviaba la pena de estar en cautiverio” “fue un gran resorte para la supervivencia”, se lee en una de las cartas que forman parte de la muestra y que fue enviada a Quino por Graciela, presa política, durante la dictadura militar argentina.  Esta mujer, que falleció hace ya unos años, estuvo detenida en un campo de concentración de Santiago del Estero, al igual que su marido, y le envió junto a otras mujeres privadas de libertad, la carta a Quino, quien la acercó a la muestra.
El autor de la querida Mafalda también recibió una misiva de una joven de Países Bajos, quien le contaba que había podido adquirir las revistas en una librería de Lima, Perú, y que la primera luego la compró cuatro veces, para regalarla a una amiga, y porque otra se había roto de tanto leerla.
Otra carta fue escrita por Eva Lorena Pierro, una niña que a los diez años vivía en La Plata, cuyos padres fueron perseguidos por la Triple A, y se refugiaron en Mendoza y revela las peripecias vividas a partir de ese acontecimiento, contó Gociol, quien rastreó a los autores de esas cartas.
“La triple A vino a llevarse a mi papá, vivimos escondidos en una quinta”, decía la chica que también contaba de una mudanza de un barrio a otro en Mendoza.
“La vuelta en democracia la había asociado con Mafalda que me ayudó a pensar el acontecer del mundo”, decía esa niña, que hoy tiene 40 años. 

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