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QUÉ ESCRIBE EN MI PARED LA BANDA DE TU CALLE

El arte callejero: Se expande por la Ciudad

Murales y grafitis ya forman parte del paisaje cotidiano. El juninense Maximiliano Leonardo Bonafé o “Madxis”, tal su nombre artístico, se dedica a hacer pintadas y murales urbanos y también en locales o casas particulares.

Ver un mural o un grafiti en las calles juninenses ya es algo cotidiano. En sus inicios tenían un objetivo propagandístico. Era una manera de dejar un mensaje rápido y salir huyendo antes de ser detectado por la autoridad. Con el tiempo, comenzó a convertirse en una forma de arte urbano.
El concepto de street art hace referencia al arte callejero o urbano y sus orígenes se remontan a la década del 70 en Estados Unidos y engloban tanto grafitis como murales. Solo diez años después se expandió en ese mismo país y Europa.
Por ejemplo, en Miami, más específicamente en Wynwood, se encuentra un distrito local e internacional de artistas. Este cuenta con más de 70 galerías, estudios y complejos de arte. Fue fundado en 2003 por un grupo de artistas, comerciantes de arte y curadores entre los que se encuentran Mark Coetzee, Nick Cindrić y Nina Arias. Debido al crecimiento que este movimiento ha generado en la zona, es considerado uno de los sitios más interesantes en el mundo en esta materia.
Muchos podrían definir al grafiti moderno como simples letras pintadas con aerosol, a veces realizadas ilegalmente. Pero este movimiento trasciende fronteras.
Las técnicas usadas son variadas: pueden ser posters, pegatinas, murales, yarn bombing, mosaicos y plantillas. Estas últimas, por ejemplo, de tinte político, cobran importancia en París en la segunda mitad de los años 60. Pero sólo a mediados de los años 90, con la aparición de artistas como Shepard Fairey y su obra “Obey”, son percibidas en su conjunto como parte de un mismo fenómeno o escena.
Y nuestro país no queda afuera de la revolución del arte, como ya lo vienen haciendo otras grandes urbes del mundo como Miami, París, San Pablo, Berlín y Londres, entre otras. A partir de 1994 el argentino Alfredo Segatori fue uno de los primeros artistas de nuestro país que comenzó en el mundo del grafiti, pintando con spray. Palermo, Urquiza, Coghlan y San Telmo, son sólo algunos de los sitios que incorporaron en sus paredes arte.
Muchos de los artistas callejeros locales pintan con permiso de los dueños de las casas o paredes. No se necesita autorización del Gobierno o la municipalidad como en otras capitales del mundo, donde eso es algo más estricto.
“Hay muchos artistas internacionales que vienen a pintar acá porque es muy fácil conseguir una pared. Hay una comunidad muy rica y además las leyes hacen que sea mucho más fácil manifestarse. Uno de ellos es Martin Ron y realizó un mural gigante que mide 412 m2”, afirmó Sofía LeBlanc.

En Junín

El juninense Maximiliano Leonardo Bonafé o “Madxis”, tal su nombre artístico, se dedica a hacer grafitis y murales urbanos y también en locales o casas particulares, además de enseñar su arte donde se lo convoque.
Autodidacta –sin haber recibido una educación formal para el dibujo- hizo que el arte del grafiti trascendiera las fronteras de Junín. Más allá de sus logros, como fue el ser dos veces campeón argentino de este arte, y de haber trabajado exitosamente en Brasil durante meses, pinta con pasión en todo el país.
Debido a su talento, puede vivir de su trabajo, participando de experiencias sociales, enseñando su arte a chicos de barrio, siempre en lugares públicos.
“Yo no estudié dibujo, pero me gustaba y dibujaba siempre. Una vez, un amigo que hacía grafitis de la cultura hip hop me invitó a hacer ese trabajo, que yo ni conocía. Fue en 1997, cuando casi nadie tenía Internet, por entonces me mostró una revista vieja y unos videos que tenía y me gustó. Desde entonces no pude parar, desde 2000 que estoy a full. Pinto todos los días. Aprendí mirando, practicando”, contó a Democracia.
Vale destacar que entre los trabajos más importantes, por sus dimensiones, realizados por Madxis está el del Bowling Sacate, de Junín, y otro realizado en Brasil, de 6 por 10 metros, en Bragança Paulista.
“Nuestros dibujos no tienen la intención de dar mensajes y si la tienen, lo escribimos, escribimos el mensaje en el muro o la pared. En general, pintamos lo que surge en el momento. Gerardo Castillo, quien trabaja conmigo desde hace años, pinta rostros, pero no son de nadie, la gente puede sacar sus conclusiones. A la mayoría le gusta, recibimos buena respuesta”, aclaró.

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