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OPINIÓN

Verano del ‘95

Existen momentos en la vida que siempre van a estar instalados en el podio de nuestra memoria afectiva. Así fue para mí el verano del ’95. El mejor adjetivo que se me ocurre en este momento para describirlo es “Rolling Stone”. Fue el verano más Rolling Stone que se pueda imaginar.
Jagger y sus amigos venían a tocar en Argentina por primera vez. A mí me alcanzó para dos de los cinco shows en River, 9 y 11 de febrero: el primero en la platea baja para no perderme un solo detalle, y el segundo en el campo para ir hasta la valla a mirar a Keith y Ronnie lo más cerca que pudiera.
Pero ese verano tuvo un ingrediente más y fue el de salir por primera vez a tocar a la costa con Guasones. No puedo llamarlo “gira” porque en realidad era irse de vacaciones a tocar. Éramos en esa época una banda que cultivaba religiosamente el estilo “stone argentino”, porque creo que a estas alturas le podemos poner ese nombre a la manera única de entender y tocar rock and roll que hay en este país: rigurosas guitarras afinadas en Sol (mejor si es una Telecaster enchufada a un equipo valvular, como la de Richards), riffs a lo Chuck Berry, y solos de blues, con armónica y slide.
Sólo porque ellos lo habían hecho con anterioridad, se permite jugar con el reggae y hasta la música disco. Le pusimos una impronta nacional a la música de los Stones. Los Ratones Paranoicos fueron los primeros en hacerlo de manera deliberada, sin miedo a que los tildaran de imitadores. ¿Y quiénes si no ellos podían estar como principales soportes en aquella ocasión? River era una explosión de alegría cantando el “Rock del pedazo”.
Aquel verano en la costa fue tan Stone que recuerdo estar caminando por la avenida San Bernardo y luego de escuchar a una banda tocando en la puerta de un bar “Sympathy for the devil”, hacer menos de cien metros y ver otra banda en otro bar haciendo la misma canción. Y así todas las noches. En Gesell estaban los Blues Motel, que la rompían cada vez que tocaban y que hacían versiones de temas de los Stones que nunca había escuchado como “The last time” o “Have mercy”.
Todo era Rolling Stone, fanatismo, fiebre descontrolada, desde el aeropuerto al Hyatt. Jagger declararía más tarde “era como si estuviéramos en los ‘60”. Es que si había un lugar en el mundo al que tenían que venir a tocar era Argentina. Los habíamos esperado durante treinta años. No sé ahora, pero puedo asegurar sin temor a equivocarme que en el ‘95 Argentina era el país más Stone del mundo.
Luego surgieron bandas que continuaron con la tradición “stone argentina”: Heroicos Sobrevivientes, Viejas Locas, La 25, Jóvenes Pordioseros, Turf, Los Piojos. Acá en La Plata estaban Los Vidrios Rotos, La Pelada, Ruedas de Acero y otros. Seguirán surgiendo, porque Argentina sigue siendo stone. La velocidad con la que se agotaron las entradas para los shows en el Estadio Ciudad de La Plata así lo revela. Va a explotar. Y será seguramente un delirio. Parecido a aquel del ’95.<


(*) Profesor de guitarra y cantautor, cofundador de Guasones, actualmente se desempeña como solista y como guitarrista de Embajada Boliviana.

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