GENERAL VIAMONTE

Ignacio Bosero y la destacada presencia del paisaje rural en su escritura

El escritor dio a conocer detalles de su última novela “Campo alzado o la propuesta china es un tornado”, que presentó en el mes de julio.

En diálogo con Democracia, el escritor toldense, docente y licenciado en Ciencias de la Comunicación se refirió a su obra, al taller que coordina cada lunes y a la decisión de regresar al pueblo en busca de calma, tiempo y espacios propicios para escribir.
Ignacio Bosero (38) nació y se crió en Los Toldos, es escritor, docente y licenciado en Ciencias de la Comunicación (UBA). Luego de vivir quince años en Capital Federal, decidió volver a su ciudad natal con el fin de encontrar, en la calma del pueblo, nuevos espacios y momentos propicios para la escritura. 
El escritor se refirió a los nuevos desafíos que llegaron junto al regreso a Viamonte, al taller literario que coordina cada lunes, y dio detalles de su última novela “Campo alzado o la propuesta china  es un tornado”, que presentó en el mes de julio.

- ¿Cómo comenzó tu interés por la escritura? 
- Mientras cursaba Ciencias de la Comunicación me di cuenta que me interesaba mucho la lectura, comencé a intercambiar libros con amigos, por mera curiosidad, yo no venía con un bagaje de lectura. Esa curiosidad se fue incrementando, fui conociendo más gente vinculada a la literatura, también intenté cambiarme a la carrera de Letras pero ya estaba avanzado y significaba demasiado tiempo. De todos modos, nunca abandoné la lectura. De pibe escribía poemas, leía poesía, pero después me mudé a la narrativa, hice talleres literarios, encuentros, a partir de ahí empecé a escribir: primero narrativa corta y después más larga. 

- ¿Cuándo y de qué manera surgió la oportunidad de publicar?
- “Viaje ritual” (Ed. Luciérnaga, Buenos Aires) es la primera novela corta que publiqué, en 2013, surgió de un taller literario, nos juntábamos con amigos de Comunicación y escritores. En 2015 publiqué una novela más extensa, “La carne alucinante” (Ed. Narrativa Punto aparte, Chile), estábamos haciendo un podcast de literatura y surgió publicar con esta editorial independiente en Valparaíso. Seguí escribiendo, continué con cuentos que se publicaron en libros de autoría colectiva. Y este año publiqué mi última novela que se llama  “Campo alzado o la propuesta china  es un tornado” (Ed. Milena Caserola, Buenos Aires), fue un proceso de escritura que comenzó en 2018 y la presenté en julio. 

- ¿Hay un hilo conductor que atraviesa tu obra?
-Yo creo que sí, las tres novelas tienen una temática parecida: el territorio donde se desarrolla la ficción es el campo. Las aventuras suceden en una especie de ruralidad y hay mucha presencia de los animales, de los trabajos de campo. Aparece transfigurado el paisaje de Los Toldos y en Campo alzado está directamente expuesto el territorio, hay una propuesta mía que tiene que ver con que el espacio sea real pero que se pueda jugar con eso y ampliarlo en la fantasía. La presencia del campo está en todas las novelas, en La carne alucinante hay mucha presencia de naturaleza, campo, selva, porque se desarrolla en un paisaje selvático. 

- ¿Con qué ideas decidiste regresar a Los Toldos?
- Volver al pueblo fue una decisión que tomé a conciencia, para buscar mayor tranquilidad y tiempo para escribir, en busca de espacios más propicios para la escritura. Eso estaba dentro de la fantasía pero la vida de pueblo no necesariamente se conjuga con eso, así que lo tuve que ir armando. Al principio fue difícil encontrar ese espacio y, con el tiempo, lo fui desarrollando. Los espacios de educación son bastante permeables al arte y me encontré con gente interesada en la lectura y la escritura.

- ¿En qué consiste la propuesta del taller Lunes deambulante?
- En febrero di el taller El panal, de manera privada, ahora se desarrolla a través de Cultura Viamonte y cambié el nombre porque la propuesta inicial no coincidía, necesariamente, con la búsqueda de la gente que asistía al taller. La escritura es lo más importante, poder escribir y entrar en conversación con otras escrituras, no hace falta ser escritor o escritora, solo buscar la posibilidad de escribir, a través de ejercicios, principalmente lúdicos y, en general, colectivos. A partir de ahí, hay bibliografía, lecturas, intercambios, pero siempre focalizado en escribir. El grupo fue mutando, cada lunes aparecía gente nueva y no había una forma de trabajo en la que se pudiera avanzar en un cuento o una novela, quedaba fragmentado, así que lo dejamos abierto y puede acercarse quien quiera sumarse a hablar de literatura, escribir. El taller se dicta los lunes, de 19 a 21, en la biblioteca Mariano Moreno. 

- ¿Cuál es la búsqueda de las personas que se acercan al taller?
- En general, quienes llegan no tienen un escrito avanzado. Están disponibles para las propuestas que yo les haga, planteo ejercicios de escritura. Asisten personas de todas las edades: adultos mayores, jóvenes, incluso adolescentes. Por ejemplo, hay dos chicos muy interesados en hacer letras de rap y yo les propuse un ejercicio de asociación libre, a partir de ahí surgieron letras muy buenas, quedaron muy fascinados e, incluso, se sintieron como desbloqueados. La lectura de la poesía, el vocabulario, les interesó para pensar las letras. En ese intercambio se coparon con la búsqueda de poesía, buscar palabras nuevas en el diccionario, y la manera de escribir pensando en música. El taller está abierto a que pasen estas cosas, es muy enriquecedor. Son distintas voces, toda escritura es promesa de nuevas escrituras. 

- ¿Hay una estrategia para acercarse cada vez más a la lectura?
- Quienes participan del taller, en general, leen. Algunos de ellos comentaban que leen a Edgar Allan Poe, por ejemplo, entonces yo aprovecho ese terreno ganado para sugerirles otros autores, relacionados a sus intereses, me meto un poco en sus mundos. El taller, además, tiene una propuesta bibliográfica que me interesa y la doy: leemos Lo infraordinario de George Perec, El árbol de Saussure, La escritura y la vida de Deleuze; y surgen lecturas en el taller, a partir de las escrituras, y se las acerco en la semana. De todos modos, mi sensación es que los talleres se desarrollan en tiempo presente, lo más importante es estar ahí y aprovechar ese momento de encuentro y conversación. Hay que permitir el desarrollo del taller y que así crezca el entusiasmo por las lecturas que se pueden proponer.

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