Dos equipos que venían de perder, pero con distintas realidades. El local en la zona media de la tabla, especulando estar lejos de la zona roja, del otro lado Bragado Club que se armó para otra cosa, pelear algo importante, ser protagonista, luchar arriba, pero que sin embargo entró en caída libre, incluso le costó en los últimos días del alejamiento del profesor Habbeger. Rápidamente Guillermo Pérez tuvo que meter mano en el equipo, levantar el ánimo y algunos cambios de piezas, que en la tarde de domingo rindieron sus frutos. Los primeros 15' fueron movidos, de ida y vuelta, donde quien arrimó peligro fue la visita a los pocos minutos se lo perdió Disario y, después de varios anuncios con acciones colectivas, llegó la apertura, un tiro libre ejecutado por el goleador Dardo Sosa, haciendo gala de su extraordinaria pegada y colándosela en el ángulo a Duarte que no alcanzo a sacarla. Viamonte salió rápido y decidido, y pudo encontrar rápido el empate, a los 25' otra vez de tiro libre, ahora en la precisa ejecución de Millares para inflar la red, ante la estirada de Cottone. Dos hermosos goles a la vista de los muchos simpatizantes que se acercaron. El partido fue cayendo en un abismo, no tuvo mucho brillo, pero sí la voluntad de ambos por quedarse con algo más que los 3 puntos, en ese contexto los arqueros pasaban una tarde sin demasiados sobresaltos. Se fueron al descanso igualados en 1.
En el complemento, ambos pareciera sentir el esfuerzo, se alternaban buenas y malas, aunque nuevamente avisaba Disario en otra de sus subidas por derecha, pero el volante no muy dúctil a la hora de definir desaprovechaba las oportunidades. Los minutos corrían, pero quedaban algunas incidencias más, como la expulsión a los 36' de Zuñiga para la visita. Viamonte nunca supo aprovechar esa ventaja numérica, y por el contrario lo terminó pagando en su propio arco, a los 41', un tiro libre ejecutado por Sosa, encontró en el salto impecable del alto defensor central Aciar, un cabezazo letal que terminó de morir dentro del arco de Duarte, que solo pudo atinar a mirar. La algarabía “tricolor”, se transformó en desazón “Decana” que se queda con las manos vacías, aunque en la última jugada del partido increíblemente Castillo se lo pierde casi bajo el arco.
No hubo tiempo para más, el silbato de Antúnes, sin demasiadas incidencias en el desarrollo le quitó la posibilidad al equipo de Oliver poder festejar en su casa. Ahora tendrá que preparar un durísimo partido, cuando deba viajar a tierras chivilcoyanas para visitar a Independiente.
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