El horno a leña, con más de cien años de historia, en funcionamiento.
“Con esfuerzo aprendimos el oficio”, indicó Federico Benítez.
La familia Benítez vive en San Emilio desde hace dos años.
GENERAL VIAMONTE

“La familia”, una panadería con el sello del esfuerzo y el trabajo

A 14 kilómetros de Los Toldos por camino de tierra, los Benítez abastecen con pan y facturas a todos los vecinos de San Emilio. Una historia de sacrificio en busca de la casa propia, con los valores del trabajo y la familia unida como estandarte

Después de veinte años de trabajo como peón rural en campos de las provincias de Entre Ríos y Buenos Aires, Federico Benítez (41) se encontraba más cerca de alcanzar el sueño de comprar una casa donde pudiera vivir junto a su mujer, Carolina Galván (37) y sus cinco hijos: Camila (20), Braian (18), Katia (13), Lucía (7) y Bruno (4). A través de un amigo de Bragado, ciudad en la que estaban trabajando, lograron conseguir una vivienda en San Emilio, un pequeño pueblo a 14 kilómetros de Los Toldos, por camino de tierra. El lugar tenía todo lo que precisaban y más, incluido un detalle inesperado: una panadería con más de cien años de historia, acondicionada para trabajar.
Tras la mudanza, y con la felicidad de tener un techo propio, Federico y su familia encararon el desafío de aprender el oficio de ser panaderos. Luego de un camino con obstáculos pero con esfuerzo, de prueba y error, hoy son los responsables de abastecer a los 150 habitantes del pueblo de San Emilio, comenzando a trabajar en familia antes de que salga sol y terminando a última hora de la noche.
 
- Compraron una casa con la posibilidad de trabajar incluida, ¿cómo ocurrió eso?
- Yo siempre fui “peón golondrina”, siempre trabajé de campo en campo, y nuestro sueño era tener una casa propia. Hace dos años nos encontrábamos trabajando en el partido de Bragado y, a través de un amigo panadero, surgió la oportunidad de comprar una casa acá, en San Emilio. Cuando llegamos, la panadería estaba cerrada, a nosotros nos interesaba tener la casa, no la panadería, pero mi amigo panadero me insistía con abrirla, para trabajar en familia y no trabajar más en los campos.

- ¿Cómo lograron abrir la panadería “La Familia”?
- Antes de que llegáramos nosotros la panadería había estado cerrada cuatro años. Cuando mi amigo me convenció de arrancar le alquilé las máquinas al antiguo dueño y, luego de trabajar siete meses, me dijo que se las llevaba. A partir de allí, mi señora fue a la Municipalidad a ver si podían ayudarnos con un préstamo, no queríamos nada de regalo solo la oportunidad de tener las herramientas y con el trabajo devolverlo. La verdad es que nos dieron una mano enorme: el Municipio con el préstamo, amigos de Los Toldos y Bragado que me prestaron la trinchadora, la sobadora y amasadora. Estamos muy agradecidos por la confianza de todos.

- ¿Cómo aprendiste el oficio, quién te enseñó a hacer el pan y demás productos? 
- No ha sido nada fácil para nosotros, por un lado porque no éramos panaderos, no teníamos estudios ni capacitación; por otro porque no teníamos fondos para abrir la panadería. Mi amigo de Bragado, Guillermo Prado, me enseñó el oficio, nosotros no teníamos idea pero sí muchas ganas de salir adelante. La intención era mantener la familia unida. Gracias a Dios logramos tener este techo y ahora con fuente de trabajo. 

- ¿Cómo es trabajar en familia y en qué consiste la rutina?
- Arrancamos a trabajar alrededor de las cuatro de la mañana, a esa hora empezamos a cocinar el pan y tenemos el local abierto durante todo el día, porque si algún vecino necesita algo…uno trata de atender a todos. A la tardecita, tipo 19.30, prendo el horno a leña y hay que estar cuidándolo, hasta las once y pico de la noche, para al otro día hacer el pan a primera hora. Braian y yo somos los que manejamos las máquinas ya que son peligrosas y hay que poner mucha atención al manejarlas; mi señora, Carolina, se dedica a hacer las tortas y las cosas dulces; mis hijas Camila y Katia ayudan a la par nuestra atendiendo el local y trabajan en la cuadra elaborando distintas cosas; los pequeños Lucía y Bruno avisan si viene gente. La verdad es que todo lo hacemos con mucho amor, agradecidos de poder estar todos juntos.

- ¿Viene gente de otros pueblos? ¿Qué es lo que más se vende?
- Todo se vende de manera pareja. El pan se vende muy bien, también la galleta. Hacemos cremonas, tortas de chicharrones, tortas negras, de hojaldre, pasteles. Preparamos para los vecinos del pueblo y también para los que vienen de afuera. Mucha gente de la región se acerca los fines de semana, vienen a conocer la panadería, porque es muy característica en este pueblo. Aparte acá se siguen haciendo las mismas cosas que se hacían antes, al horno de leña, la galleta que solía llevar la gente de campo la seguimos haciendo. Hay muy buena aceptación, nunca hubo reclamos gracias a Dios. Es lindo que la gente venga a conocer, que vea que se trabaja con los tiempos de antes. Es lindo mantener con vida al pueblo.