El año 1816 quedará marcado a fuego en la historia de los argentinos, ya que el 9 de julio de dicho período el Congreso de Tucumán declaró la formal ruptura de los vínculos de dependencia política de las Provincias Unidas del Río de la Plata con la monarquía española. De allí en más, todo fue independencia pura.
Pero ese año hubo otros hechos llamativos. Y uno de ellos sucedió en Rojas, según el diario de aquella época la “Gazeta de Buenos Ayres”. El medio realizó una asombrosa descripción de unos enigmáticos “globos ígneos” que aparecieron en la localidad, considerándose el primer avistaje registrado de un objeto aéreo no identificado.
Este es un caso muy poco conocido por los aficionados, e incluso por los mismos investigadores y ufólogos, y relata una increíble descripción de un Ovni, aunque sin usar ese término, ya que aún no había sido acuñado (recién a partir de 1947, cuando Kenneth Arnold vio una formación de discos volantes a los que bautizó “platos voladores” o ufos, ovnis en español, se comenzó a usar este término distintivo en la prensa mundial).
Estos misteriosos “globos ígneos”, como fueron llamados en esa ocasión, aparecieron en Rojas y quemaron pastos y maderas de algunas casas. Los detalles de este enigmático y sorprendente caso fueron publicados por la “Gazeta de Buenos Ayres”, el primer diario argentino fundado por Mariano Moreno en 1810, en el ejemplar que salió el sábado 26 de octubre de 1816, con lujo de descripciones.
Según muchos ufólogos e investigadores, se trató del primer caso testimoniado de la presencia de Ovnis en territorio argentino. Ese día, los porteños que leyeron La Gazeta se estremecieron con dos noticias y una de ellas iba a terminar teniendo algo de relación con la otra.
La primera informaba sobre el pánico desatado en Europa ante el anuncio de la inminente llegada del fin del mundo (ya en esa época), cuya apocalíptica información había sido recogida por el diario londinense “Morning Chronicle”.
Y según este matutino, dicho pronóstico provenía de un sabio y filósofo de Italia, que inclusive daba instrucciones sobre el comportamiento que debían seguir las personas ante el inminente desenlace.
Pero afortunadamente el cataclismo universal anunciado para el día 18 de julio de ese año, no se produjo. La noticia había llegado tarde a estas tierras, pero, aun así, no dejó de sembrar el desasosiego y el temor entre los apacibles porteños de entonces.
La segunda información publicada era, justamente, la que daba cuenta de un extraño fenómeno ocurrido en Rojas, protagonizado por los “globos ígneos” o llameantes, que a su paso habían incendiado pastos, edificios y cercas.
Este episodio preocupó hondamente no sólo a los porteños, sino también a buena parte de la población bonaerense. La cosa no era para menos, la crónica publicada por la Gazeta de Buenos Ayres, daba cuenta de este misterioso y violento fenómeno aéreo, que se había abatido en el Noroeste de la provincia de Buenos Aires, provocando tal devastación que muchos infelices y aterrados vecinos creían que había llegado el fin del mundo, huyendo despavoridos ante estos increíbles sucesos.
Más de una devota dama y algún que otro piadoso caballero, acudieron presurosos a los confesionarios para blanquear su conciencia y redimirse de sus pecados ante el posible fin del mundo. En todas las iglesias, la jerarquía eclesiástica debió salir a pedir a la feligresía que mantenga la calma ya que, decían que “no nos consta la llegada del Apocalipsis, son sólo rumores sin sentido”-
Los sorprendentes hechos detallados por la Gazeta
El relato de aquel extraordinario suceso, ocurrido en octubre de 1816, comienza textualmente así: “A las tres y media de la tarde se vio descender de la atmósfera, sin lluvia, un pedazo de nieve durísimo, que cayendo se dividió en cuatro pedazos al parecer, que se estrellaron estrepitosamente sobre el campo.
Enseguida se distinguió hacia la parte Sur, una especie de torbellino acompañado por un temblor del ambiente y estas cosas tenían una similitud de globos ígneos. Eran como de fuego y muy brillantes”.
“Se atribuye a estos el haber quemado los pastos, las maderas de algunos edificios cercanos y las cercas de tuna con indicios evidentes de incendio. El extraño torbellino se dirigió sobre la mayor parte de la población y causó los más extraordinarios efectos”.
“Un edificio tan leve como una carreta, que estaba contigua, quedó ileso al mismo tiempo que otra carreta fue levantada por los aires, salvando los cercos que estaban distantes. También se vieron a muchos caballos y vacas trasladados por elevación a una distancia de unas cuatro cuadras del lugar donde se hallaban. Una mujer corpulenta fue sacada de su casa, también por elevación, y llevada en rumbo al Sur como a una distancia de dos cuadras, desde donde fue llevada también por los aires a unas trece cuadras hacia el Norte”.
“Todo esto en medio del caos y los gritos de mucha gente que miraba desesperada todo lo que ocurría, y muchos salían corriendo en varias direcciones pensando que había llegado el tan anunciado fin del mundo”.
Hasta aquí la crónica textual de lo publicado por la Gazeta de Buenos Ayres ese 26 de octubre, cada uno, en base al relato de los hechos, podrá sacar sus propias conclusiones del incidente.
Reputados y conocidos ufólogos del país, sostienen que este fue el primer caso registrado de la aparición de un Ovni en la República Argentina, en tiempos que la palabra Ovni aún no existía.
El prestigio de la Gazeta de Buenos Ayres
La Gazeta un periódico impreso en Buenos Aires, entre 1810 y 1821, con el objetivo inicial de publicitar los actos del gobierno de la Primera Junta. Su edición fue encargada por la Junta a su vocal Manuel Alberti, si bien al publicar documentos oficiales muchos de ellos fueron redactados por el secretario Mariano Moreno; también colaboraron Manuel Belgrano y Juan José Castelli.
Este fue el quinto medio impreso de Buenos Aires y el primero con un gobierno autónomo, después del Telégrafo Mercantil, el Semanario de Agricultura, Industria y Comercio, el Correo de Comercio y la Gaceta del Gobierno de Buenos Aires.
La Gazeta fue fundada el 2 de junio de 1810 por la Primera Junta de Gobierno (primer gobierno patrio de la Argentina), mediante un decreto que establecía que "el pueblo tiene derecho a saber la conducta de sus representantes". Su primer número apareció el jueves 7 de ese mes, fecha que luego fue elegida como el Día del Periodista por el Primer Congreso Nacional de Periodistas celebrado en Córdoba en 1938.
COMENTARIOS