Como si fuera una película, el pasado jueves se vivió una mañana especial en la zona de quintas de General Pinto, en inmediaciones del campo de deportes del Club Social y Deportivo y del barrio FO.NA.VI..
La historia dice que hace más de sesenta años, el pintense Roberto Rémolo y Mario Eugenio Ricardini compartían aula en la Escuela N° 1 "Julio Argentino Roca" y se habían hecho muy amigos.
Pero el hijo del gerente del Banco de la Provincia (Ricardini) debió emigrar con su familia en 1964, hacia 25 de Mayo (Buenos Aires), y los amiguitos de entonces, perdieron todo contacto, en épocas en la que no existían las redes sociales.
Los años pasaron pero "Remolito" nunca olvidó a Mario (ambos de 69 años) y empezó a buscarlo por las redes, hasta que un amigo de General Pinto se encontró casualmente con Ricardini en Capital Federal y la conversación mantenida, derivó en que Mario también buscaba a su "amiguito" de la década del '60.
El número de celular (de Ricardini) que el vecino pintense (conocido de Mario Eugenio) le trajo a Roberto Rémolo, hizo que el reencuentro comenzara y se dio de una peculiar manera.
Ambos, comenzaron a intercambiar llamadas y whatshapp y a comienzos de la semana pasada, quien está radicado en Caballito y nunca olvido a su amigo y a General Pinto, le dijo:
"Roberto, el jueves (18) estate en tu casa que te mando un regalo con OCA", no te muevas de ahí", pedido que le siguió realizando martes y miércoles.
UNA SORPRESA QUE “CAYÓ” DEL CIELO
Lo repitió el jueves a la mañana, una hora antes de llegar, en Helicóptero, a visitar a Roberto, para sorpresa personal, familiar y de todos los vecinos de la quinta de los Rémolo, donde bajó el aparato, con piloto y copiloto y un único pasajero.
Con la autorización del plan de vuelo otorgado en Ezeiza, la nave descendió sin inconvenientes en la quinta de calles Martiniano Charras y Tierra del Fuego y sin dudas, el alquiler del helicóptero seguramente le demandó una alta suma a Ricardini, quien reside en Caballito y tiene una sola hija, quien vive en Irlanda y se puso en contacto por video llamada de whatshapp con su padre y el pintense.
Las lágrimas de emoción de ambos, el abrazo apretado de varios minutos, el almuerzo disfrutado y las anécdotas de la niñez (especialmente de aquellos "picados" con una pelota de trapo y los deberes escolares compartidos), valieron la pena en este caso, comentado por buena parte de la comunidad pintense.
Tres horas más tarde, Rémolo llevó hasta el Aero Club local a Ricardini, para que este emprendiera el regreso en el helicóptero que allí había sido llevado y la despedida, tanto o más emotiva que el arribo a Pinto, fue con la promesa de volver a visitarse, los amigos de la infancia y sus familias, en Capital Federal o nuevamente en General Pinto, donde –además de Rémolo-, RicardinI dejó otros amigos desde la época de la niñez.
COMENTARIOS