JUEGOS "BUENOS AIRES, LA PROVINCIA" 2016

"Julián", cuento con el cual Agustín De la Cruz cosechó la medalla de oro en los Bonaerenses

Este es el cuento con el cual el adolescente de General Pinto, Agustín De la Cruz Girón, ganó la medalla de oro en Cultura, en la edición 2016 de los Juegos "Buenos Aires, La Provincia" y que se titula "Julián":

"16 de Noviembre:
Hace apenas unos días que Julián llegó al barrio, pero siento que nos conocemos de toda la vida. Somos bastante parecidos, la diferencia está en que yo tengo la piel blanca y la de él es bien morena.
Todos los días jugamos; a veces un rato, otras, hasta la noche. Él es muy tímido y no quiere juntarse con los chicos de la escuela, prefiere estar siempre conmigo. Nos llevamos bien, más que bien, somos como hermanos, muy unidos. Ya siento que somos los mejores amigos.
28 de Noviembre:
Hoy volvimos a jugar a las escondidas. Primero me escondí yo debajo del escritorio -le costó bastante encontrarme-, después se escondió él; pero ya le conozco los lugares, casi siempre se acurruca en el closet de mi cuarto o se mete debajo de la cama. Yo trato de variar. Hace poco, para sorprenderlo, me quise esconder dentro de la heladera, pero no pude entrar y encima me engripé. ¡ En casa me querían matar !.

4 de Diciembre:
Mamá volvió a invitar a Lucas, mi vecino de enfrente, y ahí se terminó nuestra diversión.
Él es malo, nos pelea, y encima cuando viene me desaparece un autito de colección. Pero si le contamos a ella no nos hace caso. Es más, se enoja conmigo, me dice que deje de inventar cosas y que me comporte como todos los chicos de mi edad.
No entiende que yo ya elegí a mis amigos, lo peor es que quiere que me junte con cualquiera que mida lo mismo que yo.
-¡Qué se le va a hacer… así son los grandes!, -dice Julián. ¡ Cuánta razón tiene !.

 18 de Diciembre:

Estoy nervioso. Mamá me sacó un turno con un psicólogo. Yo le dije que no me siento mal, que no quiero ir ¿Para qué voy a ir? y me contestó que por más que llore o me enoje me va  a llevar igual.
Me preocupa un poco pensar en eso porque, por lo que contó una vez Benja en el cole, te hacen preguntas, a veces te muestran imágenes o tenés que hacer dibujos y así se dan cuenta si hay algún problema. Cuando le conté a Julián me dijo que no me preocupe, que hoy en día todos los padres llevan al psicólogo a los hijos, y después hizo un gesto que me dio risa. Le pedí que me acompañe y me dijo que estaría ahí. Ahora sí estoy tranquilo.

28 de Diciembre:
Hoy tengo que ir al psicólogo y todavía me siento bastante mal. Ayer estuve todo el día descompuesto; mamá dice que son los nervios ¿ Qué se yo ?. Por suerte Julián llegó temprano y aunque no me sentía del todo bien, igual le pude hacer la broma; hacía dos semanas que venía preparando todo para decirle ´¡Qué la inocencia te valga !´ y finalmente se dio.
Mientras el agua le chorreaba por el cuerpo y nos moríamos de risa alcanzó a decirme -Yo también te tengo preparada una sorpresa…
-Estoy listo- le contesté sin dejar de reírme, mientras le palmeaba la espalda. Esa tarde, Juan Luis Loré salió con su madre porque tenía una cita con un psicólogo.
En el auto no quiso hablar, estaba muy nervioso.
Mientras esperaba su turno se tomó ambas manos, quizás buscando tranquilizarse con el contacto. Cuando la secretaria lo nombró se incorporó lentamente y con paso inseguro, avanzó. De frente al escritorio estaba el psicólogo esperándolo. Era un hombre alto, grande, robusto, que lo observaba detenidamente mientras la madre le resumía su corta vida. Su solo aspecto no le presagiaba nada bueno. Después de acercársele amablemente le pidió que le contara lo que le había sucedido durante el último mes. Juan no tuvo problemas y comenzó su relato.
A medida que hablaba sentía una especie de relajación, y así, abiertamente, se dejó llevar por los recientes recuerdos y las anécdotas que había experimentado con su mejor amigo. Una mueca extraña ensombrecía el rostro del psicólogo cada vez que el niño mencionaba a Julián.
Después de un largo interrogatorio el profesional emitió su conclusión: le dijo que, en el mundo real, Julián no existía, que era un producto de su imaginación. Un amigo, sí, pero imaginario. Para confirmar sus palabras, le mostró que su nombre era prueba de ello.
Tomo lápiz y papel y anotó: Juan Luis Loré y debajo Julián Lusero. No había dudas, era un anagrama, un simple juego de letras, otro invento suyo. Juan, angustiado, negó esos dichos con absoluta convicción y empezó a mirar a su alrededor como buscando a alguien.
Al no encontrarlo, bajó la cabeza y se aisló tanto en su otra realidad que dejó de escuchar las palabras del psicólogo.
Esa noche prácticamente no pudo descansar. Atormentado por no poder reconocer lo que era real, comenzó a sentir miedo. A la madrugada se despertó abatido; había soñado con Julián.
Este, venía a su encuentro y le palmeaba la espalda. Sobresaltado se levantó al baño pensando en las últimas palabras que todavía resonaban en su cabeza: “¡ Preparate !”. “¡ Ahora viene mi sorpresa !”.
Se lavó la cara insistentemente para despejar esos pensamientos. Antes de volver a su cuarto se miró al espejo; al principio no reaccionó.
Varios segundos pasaron antes de que sus ojos comprendieran lo que estaba viendo y emitiera el grito ahogado que sus padres alcanzaron a oír. Quien se reflejaba no era él; quien lo miraba con ojos desorbitados y llenos de locura, era Julián, su amigo.
Cuando llegaron al hospital, médicos y enfermeros sintieron pena al ver a ese chico de tan solo 10 años, alto y moreno, que afirmaba, con fiebre cerebral, haberse convertido en otra persona", finaliza el hermoso cuento con el cual Agustín De la Cruz Girón ganó la medalla de oro en los Juegos Bonaerenses 2016 y que lo habilitó para participar en próximos días en los Juegos Nacionales "Evita", en Mar del Plata.

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