La abuela de Lincoln que camina 10 kilómetros para hacer las compras

Ayer, en horas de la tarde, una publicación de Facebook de un vecino de la ciudad de Lincoln conmovió a los usuarios de la red social. El linqueño Oscar Vilches subió una foto de una anciana con rasgos pronunciados, cejas tupidas y la piel agrietada por la vida en el campo, y relató una historia con la que se encontró cuando volvía a su casa en la ciudad.

En la imagen se puede ver de perfil a Honoria Sarmiento, una abuela de 80 años, que vive a dos leguas del cementerio de la ciudad, es decir, a unos diez kilómetros del casco urbano. Dos veces por semana, la anciana emprende el viaje a pie por el camino rural que la conduce al pueblo para hacer las compras. Ayer, Oscar Vilches la cruzó y, sin dudarlo, la llevó en su vehículo hasta el mercado. 

Según relata en la publicación de Facebook, Honoria le comentó que “ya nadie para, es más, tenés que correrte porque te llevan por delante” y agregó "dejame donde puedas, no gastes nafta que está muy cara". Al bajar en el almacén, la anciana agradeció con una amplia sonrisa y bajó del auto para hacer las compras. Ya a punto de abrir la puerta de la despensa, volvió a girar para mirar al conductor que la había arrimado y volvió a agradecer el gesto.

El vecino Oscar Vilches, sorprendido y conmovido por el hecho, relató el episodio en Facebook y agregó en la publicación “fue una linda mañana con Honoria, de 80 años.”

El relato de Oscar Vilches en Facebook

"Venía del campo y veo a esta abuela caminando por la orilla del camino. Freno y le pregunto si no quería que la acercara, y con una sonrisa me dijo 'serías tan amable de llevarme simplemente sin siquiera conocerme, ya nadie para, es más, tenés que correrte porque te llevan por delante' me dijo 'gracias joven, llévame hasta donde puedas, no gastes nafta por mí, está muy cara'. Y como me sobra tiempo llevé a Oriunda hasta donde ella me pidió. Al bajarse me agradeció mil veces más y pregunté si vivía lejos, 'a dos leguas pasando el cementerio y vengo caminando dos veces por semana a buscar alimentos'. Al bajar del auto volvió a repetirme 'mil gracias joven que tengas un lindo día' y con una sonrisa en su rostro, que jamás olvidaré, agarró su bolsita de cuerina con manijas de soga y me quedé por minutos mirándola cómo se alejaba y llegando a la puerta del negocio, giro me miró y volvió a sonreír, esa fue una linda mañana con oriunda de 80 años."

 

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