La historia de Mario Feroldi
Mario Feroldi con 27 años sobrevivió más de 40 días a la guerra.
A 41 AÑOS DE LA GUERRA

Malvinas en primera persona: la historia del chacabuquense Mario Feroldi

Con tan solo 27 años fue parte del Regimiento 7 de La Plata. Viajó a la Isla el 14 de abril y sobrevivió por más de 40 días. En el 2007 decidió volver por curiosidad y entender dónde realmente había estado. “Fue una guerra inconsulta, inoportuna, improvisada y totalmente descabellada”, aseguró.

Mario Feroldi tiene 68 años y es de Chacabuco. Estudió ingeniería civil en La Plata y a los 27 realizó el servicio militar en el Regimiento 7 de esa ciudad.

En el año 1981 regresó a Chacabuco, se casó y se dio de baja. Pero durante la Pascua de 1982 lo llamó un compañero que vivía en el departamento de la ciudad de las diagonales para avisarle que debía presentarse. “Ya sabíamos todo lo que había pasado, pero nadie conocía la magnitud ni los alcances de lo que se había hecho.

Los titulares eran “recuperamos Malvinas” y había una gran euforia por la causa y ese júbilo llenó la plaza”, expresó Feroldi y agregó “pero esa causa justa cayó en manos espurias, porque recuperar Malvinas por la fuerza no fue una idea coherente y mucho menos provechosa”. 

Así, Mario contó que cuando se presentó en el Regimiento no tenía nada de información ni sabía cuál iba a ser su destino. Luego de estar acuertelado algunos días lo trasladaron en un camión, le dieron una campera de abrigo y lo llevaron a El Palomar. Allí, lo subieron arriba de un Boeing 707 sin asientos, con un fusil y una mochila.

“Entre todo el grupo comentábamos a dónde íbamos y nadie sabía nada. Se decía que íbamos a reemplazar un regimiento del sur que iba a cruzar a Malvinas o que había cruzado”, relató y agregó “llegamos a Río Gallegos y después de un rato nos subieron a un Hércules, donde viajamos parados, agarrados de los vehículos sin saber a dónde íbamos. Después aterrizamos en una pista que decía Aeropuerto Malvinas”. 

De esta manera, Mario Feroldi llegó a las Islas el 14 de abril sin tener nada de información. No conocía qué pasaba ni para qué lo habían solicitado. Lo hicieron marchar, con lluvia y frío, casi 9 kilómetros del aeropuerto hasta Puerto Argentino. Allí durmió y al otro día le destinaron su posición donde había piedras y pasto duro. El piso era todo como una esponja húmeda donde pisabas y te hundías. “Armamos unas carpitas que eran una porquería, el viento las volaba, no teníamos baño y era todo muy difícil”, aseguró. 

El 1 de mayo comenzó el enfrentamiento armado con los ingleses y el día 2 hunden el Crucero General Belgrano donde hubo más de 300 muertos y muchísimos heridos. El conflicto estaba en marcha y durante más de 20 días fueron bombardeados desde los barcos que se arrimaban a la costa.

“Estuve más de 40 días bajo bombardeo hasta el 14 de junio. Estuve en Malvinas durante más de dos meses, hasta que el 19 de junio volví como prisionero del Canberra que nos dejó en Puerto Madryn”. 

La desesperación de su familia

Durante los días de guerra, lo que más ansiaba Mario era hacerle saber a su familia que estaba bien. Pero la información no circulaba y de las tantas cartas y encomiendas que le mandaban, apenas llegaban algunas.

Las noticias eran todas filtradas y censuradas por la dictadura que aquejaba a nuestro país. “Nadie sabía cómo hacer para transmitirle a nuestras familias que estábamos bien. Durante abril y algunos días de mayo algún tipo de correspondencia iba y venía, pero habré recibido 4 o 5 de las 40 cartas que me mandaron”, contó y recordó “me acuerdo que en una caja me llegó una bufanda y un pasamontaña que había tejido un grupo que se llamaba PERCH, que era Personal de Educación Retirados de Chacabuco, eran jubiladas que tejían y mandaban a las Islas”. 

Luego, ya en Madryn,la gente los invitaba a pasar y a comunicarse con sus familias. “En mi caso yo no tuve suerte, estábamos desesperados. Una vez fui con mi jefe a Puerto Argentino donde había una casilla de Entel.

Todas las llamadas eran tipo manual. Hago la cola y cuando llegó mi momento, en el pueblo sonó una alerta roja porque habían detectado aviones que podían bombardear”, relató y agregó “le dejé encargado a otro chico, pero nunca estableció el contacto con la central de Chacabuco. Fue fallido el intento”. 

Recién en Trelew, donde se encontró con una amiga de la facultad logró dar aviso a sus padres. “Cuando mis viejos me vieron me miraron por todos lados a ver si estaba entero, porque en tantos días de bombardeo hubo muchos muertos y muchas bajas por heridas”, mencionó Feroldi y recordó “mi regimiento tuvo un enfrentamiento casi cuerpo a cuerpo en Monte London, que era una posición al oeste de donde estaba yo. Eso fue atacado por un grupo comando la noche del 12 de junio y fue terrible”. 

El después

Mario contó que el regreso fue “muy raro y difícil” y que recién “al cabo de un tiempo uno va sacando conclusiones”. Llegó a La Plata el 19 de junio con unos camiones, se fue como estaba vestido yno volvió a pisar el Regimiento. “La reinserción en la vida normal fue según tu ámbito familiar y contención.

En mi caso cumplí en Malvinas 28 años, estaba casado y tenía una carrera universitaria; pero había chicos de 20 años que los sacaron de la calle, los llevaron a la guerra y los largaron de nuevo a la calle sin contención”, relató y aseguró: “Durante años no se habló de Malvinas, los veteranos éramos bichos raros, peligrosos y unos loquitos. Estuvimos 10 años donde el Estado nos ignoró y donde existieron muchos suicidios. Es muy difícil explicar en tiempos de paz en una sociedad lo que uno vive en la guerra”. 

Luego, explicó que “hubo mucha gente que no habló nunca más del tema, otra que se refugió en adicciones y excesos. Fue muy difícil volver a la vida civil”, reconoció.

Su regreso a las Islas

En el año 2007, Mario Feroldi regresó a Malvinas. Lo hizo gracias a Miguel Savage, un compañero suyo del Regimiento 7 que realizó un libro y un video explicativo. “No sabíamos con qué nos íbamos a encontrar. Vimos la cantidad de cráteres de las bombas y no podíamos creer que hayamos sobrevivido a eso”, manifestó y agregó “fui por curiosidad, para saber dónde había estado. Recorrimos las posiciones, y encontramos cosas nuestras que habíamos dejado enterradas. Pero lo más duro fue llegar al cementerio. Es algo aterrador, porque está en medio de la nada, donde te encontrás con las tumbas de amigos y conocidos”. Por último, cerró “creo que fue una guerra inconsulta, inoportuna, improvisada y totalmente descabellada”.

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