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Diego Lancuba alcanzó la cima del volcán Incahuasi junto al guía de montaña.
PASIÓN POR LA AVENTURA

Andinista de Chacabuco hizo cumbre en el décimo volcán más alto del mundo

Diego Lancuba alcanzó la cima de 6.640 metros del Incahuasi, en la provincia de Catamarca. El ascenso se extendió por cuatro días y la expedición la hizo junto a un guía de montaña.

Diego Lancuba es un andinista que vive en la ciudad de Chacabuco y su último desafío en la montaña tuvo lugar este verano, en la provincia de Catamarca. El pasado 23 de enero llegó al refugio que está en el Paso San Francisco y allí se quedó cuatro días para alcanzar la aclimatación deseada antes de emprender la travesía. Luego partió hacia el volcán Incahuasi, el décimo más alto del mundo, con 6.640 metros. “Este volcán está al lado del más alto del mundo que es el volcán Ojo del salado, pegadito está el San Francisco, que tiene 6.018 metros, fuimos el año pasado y yo ya había ido en otra oportunidad, el Cerro Aconcagua lo escalé hace diez años y este lo tenía en la mira”, contó Diego Lancuba.
“Todo fue bastante favorable esta vez, nos tuvimos que quedar un solo día más, haciendo tiempo, porque todas las noches nevaba y, si bien eso no es un inconveniente, sí lo es el último día, cuando se hace cumbre, porque para eso salimos a las dos o tres de la mañana y, si está nevando, no se puede salir. Así que una noche nos tuvimos que quedar esperando pero debo decir que el resto fue todo a favor”, relató el andinista y agregó entre risas que “si bien es una montaña alta, lo que está pesando ahora es mi edad”.
Respecto de la dinámica del ascenso hacia la cumbre, Diego Lancuba detalló que “la travesía se hace en varias etapas, en la última de ellas estamos a 5.750 metros de altura, con la carpa armada sobre la nieve. Nieva todos los días y un día más ahí, en esa instancia, no es un día de descanso sino de espera porque, a esa altura, el cuerpo ya no se acomoda, pero no hay alternativa” y añadió que “esta vez había cuatro o cinco grupos que estaban subiendo y los que intentaron hacerlo esa noche no pudieron, eran tres polacos y una argentina con su novio australiano”. 
En el marco del relato de su última experiencia en la montaña, Diego Lancuba recordó el percance que tuvo durante el ascenso al Cerro Aconcagua, el segundo más alto del mundo: “En 2010, cuando fui al Acongua, quedé ciego por unos días por úlceras en ambas córneas. Ocurrió producto de que me saqué las antiparras y había viento blanco; tuve traumatismo de córneas y no ví nada por tres días, me tuvo que bajar mi compañero Gabi González, desde los 6000 metros hasta los 4.300 metros enganchado, sin ver absolutamente nada. Las antiparras las tenés que usar siempre, sin excepción, porque el sol que pega en la nieve es una tortura para los ojos”. 


Consultado respecto del equipamiento que se necesita para el andinismo, Diego Lancuba apuntó que “en Chacabuco se consigue una parte del equipamiento, por ejemplo, las botas plásticas que tuve que llevar para la nieve no, pero las otras sí. Después compramos en Buenos Aires, Rosario o Córdoba. No son cosas inalcanzables, se consiguen; ahora, si se busca muy buena calidad, hay que ir a otro lado, pero en Buenos Aires se consigue todo”.
“El tema del peso fue complicado, esta vez me fallaron mis compañeros y fui solo con el guía, así que tuvimos que llevar la carpa, garrafones, comida, todo entre los dos. Mi mochila pesaba 18 kilos; la tuve que llevar durante dos días, mientras que el tercero y cuarto, cuando se hace cumbre, se llevan solamente dos barritas de cereal y agua. Ese es uno de los inconvenientes grandes”, dijo Diego Lancuba y repasó el itinerario de la travesía: “El primer día llegamos en camioneta al pie del volcán, de ahí vamos a pie hasta el campamento que está a los 5.000 metros, son cuatro horas de caminata con todo ese peso; el segundo día vamos de los 5.000 a los 5.750 metros, también son entre cuatro y cinco horas pero ya caminando sobre la nieve, en este caso, el sacrificio lo hace el guía, es él quien hace las huellas en la nieve y yo piso sobre esas huellas, es un poco menos sacrificado; y desde los 5.750 hasta los 6.640, ya no sabés cómo lo hacés”.
En cuanto al entrenamiento previo, Diego Lancuba apuntó que “el problema en Chacabuco es que estamos a 60 metros sobre el nivel del mar, en el gimnasio hago cinta con cierta inclinación pero que llega hasta 20 grados. No hay un entrenamiento que sea específico; en Buenos Aires hay cámaras que te ponen a la misma presión atmosférica, pero es incómodo ir hasta allá”. Por otro lado, dejó en claro la importancia de controlar el cuerpo durante el ascenso: “A muchos la altura les genera dolor de cabeza, a mí no, pero me quita el hambre y siempre vuelvo con tres o cuatro kilos menos; en una época llevaba el oxímetro y tensiómetro, pero era engorroso porque después te agarraban como el médico de todos. Siempre te sube la presión, en todo momento estás hipertenso, pero lo que más se mide es la cantidad de oxígeno y si saturás mal, tenés que bajar, con eso no se puede arriesgar”. 

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