“El cuadradito que abriga” es una iniciativa que lleva adelante la Red Solidaria de Chacabuco desde hace varios años y consiste en armar encuentros en los meses de bajas temperaturas para que quienes sepan tejer o coser, se acerquen a armar mantas y luego donarlas a quienes más las necesitan. En diálogo con Democracia, la docente jubilada Patricia Dentella (57) e integrante del grupo de tejedoras desde hace seis años, se refirió a la satisfacción que genera ayudar a los vecinos de la ciudad haciendo lo que más les gusta.
- ¿Recuerda el día en que se sumó al primer “tejetón”?
- La Red Solidaria existe en Chacabuco desde hace bastantes años, yo me enganché con una invitación a un tejetón que se hizo hace seis años en un salón y, a partir de ahí, empezamos a tejer, el que sabe teje a crochet, otros con dos agujas, el que no sabe tejer se suma a la rueda de mate, otros tampoco saben y cosen los cuadraditos solidarios, así empezamos. Con el tiempo, las que ya hace bastante que vamos, año tras año sabemos que en marzo arranca la actividad y se extiende durante la temporada de invierno. Con el frío, la actividad es más intensa, es mayor la demanda. En cada tejetón se tejen cuadraditos o tiras y se van cosiendo para armar las frazadas.
- ¿Cómo es el proceso de armado de las mantas?
- La campaña se llama “El cuadradito que abriga”, hay gente que no va a los encuentros, tejen en sus casas porque no pueden tomar frío o caminar, es gente mayor que colabora. También hay vecinos que compran lana y la donan porque no saben tejer, todo suma; incluso mucha gente regala prendas de lana en desuso que se destejen y se vuelven a tejer. Nos reunimos una vez por mes, entre marzo y agosto, en mi caso particular, si yo sigo teniendo lana, sigo tejiendo y armando, aunque las mantas no se entreguen, cuando arranca la temporada de frío, uno ya tiene para distribuir. El último tejetón lo hicimos en el Hogar de Ancianos San José, ellos nos invitaron y fuimos nosotros a pasar la tarde con los abuelos que viven ahí, algunas de esas abuelas son tejedoras de toda la vida y colaboraron siempre con el tejetón, pero ellas no salen de ahí, lo que ellas tejen nosotros después lo retiramos, lo cosemos, lo armamos y ese día vamos a hacerles compañía con la “excusa” de tejer.
- ¿Cuántas tejedoras se reúnen en cada encuentro?
- Es imposible decir cuántas somos, en todos los encuentros –que por lo general se hacen los sábados a la tarde- se suma gente, muchos han aprendido a tejer en el grupo, se van sumando. Hay encuentros en los que uno no puede asistir pero estuvo trabajando todo el tiempo y se acerca lo que se hizo a la Red y ellos distribuyen. En cuanto a las edades, hay adolescentes, chicas de colegio que han ido a aprender a tejer incentivadas por los docentes, o han ido con sus abuelas, señoras jubiladas, otras que trabajan, van amigas, siempre hay gente dispuesta. Generalmente, el día del tejetón, es un día de puesta en común. Este último, que tuvo lugar en el Hogar de Ancianos, aparecieron dos bolsas, eran más grandes que bolsas de consorcio, de dos abuelas que tejen durante todo el año y había cerca de mil cuadraditos adentro, una manta de una plaza lleva 60 cuadraditos, así que estuvimos cosiendo un montón. Muchas ya se distribuyeron porque el frío vino medio de golpe, de un día al otro hacían falta las mantas.
- ¿Todo lo elaborado se distribuye en Chacabuco?
- Cuando este proyecto comenzó, gran parte de lo que se hacía se distribuía en Capital Federal, al año siguiente, las primeras mantas se distribuyeron en nuestro hospital y en el Hogar San José. Con el correr de los años, salvo para casos de pedidos por inundación o situaciones adversas en algún punto del país, por lo general, y más ahora con el aumento de las necesidades en cada localidad, todo ha ido quedando acá y los distribuye la red a medida que va detectando necesidades. La red funciona mucho con el boca a boca, se piden cosas que se necesitan y se consiguen. Siempre hacemos mantas de una o dos plazas, también hacemos mantas para moisés y cunas y las dejamos en la maternidad del hospital para quien las necesite o en el Club de Madres, para formar el ajuar de un recién nacido.
- Es gratificante hacer de un hobbie, una actividad solidaria
- Es muy gratificante. Ellos me convocaron y ahora mandan un mensaje diciendo qué día es y ya saben que una va a estar, haya tejido o no. Formalmente, una no va a tejer sino a organizar el trabajo de los demás, clasificar los colores, ver cómo va a quedar más lindo, qué señoras se van a poder llevar para coser, es muy comprometido todo y una está haciendo lo que le gusta, sabiendo que se necesita cada vez más. Todos se acercan con fines solidarios, te tiene que movilizar saber que vas a pasar un rato en compañía, que vas a encontrar a alguien que no importa cómo piense sino que está dando parte de su tiempo para alguien anónimo, porque vos no sabés a dónde va a ir a parar el trabajo ni a quién le va a servir, sí sabés que va a servir, que lo va a tener quien realmente lo necesita porque la Red Solidaria garantiza transparencia y compromiso, sin ningún tipo de ideología. Yo siempre lo sentí de esa manera, no tengo compromiso con nadie, si veo que no funciona de esa manera, directamente dejo de ir, pero todo siempre es muy claro. Funciona como una red de contención.
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