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Tardes, charlas, mate y restauración de la calesita.
TAREAS SOLIDARIAS

Los vecinos de Chacabuco se sumaron a restaurar la calesita de la plaza General Paz

A través de las redes sociales, cada vez más familias se contactan con Nicolás Barzola, presidente de ALPI, para ofrecer ayuda y reparar la carrocería. Tiene 70 años de historia en la ciudad y dejó de funcionar en el 2014.

La calesita de la plaza General Paz de Chacabuco tiene 70 años de historia y dejó de funcionar en 2014. Hace dos años, cuando Nicolás Barzola asumió como presidente de ALPI, el Centro de Rehabilitación General, entre otros objetivos se propuso restaurar la calesita para que vuelva a girar y a dar alegría a las familias de la ciudad. La fuerza de su iniciativa contagió a los vecinos que, poco a poco, se fueron sumando para arreglarla y pintarla. 
En febrero de este año, Nicolás junto a otros miembros de la comisión directiva de ALPI comenzaron con las tareas de limpieza del lugar, subieron las primeras fotos a la red social Facebook y, a partir de allí, la gente comenzó a consultar de qué manera podrían colaborar. Volver a ver a los chicos del barrio disfrutar de la calesita mientras sus padres, tíos o abuelos comparten mates en familia es el deseo de quienes, en el rato libre que encuentran, se dedican a reparar, pintar o limpiar. Por su parte, la Municipalidad de Chacabuco colaboró con un subsidio de 50 mil pesos.
“Al principio uno no dimensiona el tiempo que lleva, todo lo que implica desde lo económico hasta la mano de obra, en invierno se pararon un poco las obras pero aprovechamos para comprar el material que estamos utilizando ahora”, cuenta Nicolás Barzola a Democracia y agrega “la gente del pueblo está colaborando mucho, se pusieron la camiseta de verdad”. A través de las redes sociales, Nicolás contagia el entusiasmo y los vecinos se acercan, desarman los autos y animales de la calesita para cargarlos en una camioneta y trasladarlos a la casa de distintas familias interesadas en restaurar.
El último fin de semana, un grupo de unos jóvenes que se dedica a pintar murales, llegó a la plaza convocado por Nicolás y trabajaron en la calesita. También fue un nutrido número de vecinos y amigos dispuestos a dar una mano en lo que hiciera falta. Además, unas seis familias se ocupan de reparar la carrocería en sus propias casas. “Con la llegada de los días lindos volvieron las intenciones de sumarse, es una linda actividad, la gente trae el mate, vienen a colaborar en familia y se comprometen con algo que va a perdurar en el tiempo, van a ver luego girar el caballito o el perrito que ellos mismos pintaron”, apunta Nicolás y agrega “todos tenemos nuestros trabajos y cuesta encontrar los ratos libres, en su momento a mí me estresó mucho el tema de la calesita, porque las ganas siempre están pero tengo mi trabajo, mi familia, y en la institución se hacen un montón de actividades que son el eje central de ALPI y, si bien la calesita es importante, siempre se elige priorizar lo vinculado a la salud”. 

Nicolás cree que, si se avanza sin pausa, el próximo verano se podrá inaugurar la calesita. “Los cambios ya se notan y eso nos entusiasma, el motor lo arregló un muchacho durante el invierno y ahora tenemos un problema con el techo, que tiene agujeros por todos lados, pero todo va encaminado, tenemos que seguir gestionando las donaciones para lo que resta”. Consultado respecto de la satisfacción personal que genera esta actividad, Nicolás aseguró que “es muy gratificante para mí, yo trabajo como bombero en Junín y en una distribuidora en Chacabucoy esto me lleva muchas horas pero es hermoso ver cómo responde la gente, pienso que lo mejor que tenemos como seres humanos es la posibilidad de ser solidarios, eso es lo que nos vamos a poder llevar de esta vida ysiempre es bueno colaborar para que el mundo sea un poquito más lindo”. 
Los sábados o domingos que los vecinos se encuentran en la plaza para llevar a cabo la actividad, se acercan abuelos con nietos y les cuentan sobre aquellos días en que llevaban a sus hijos a la calesita. A través del relato, se vuelven a conectar con esos ratos en familia y transmiten las historias a los chicos. En el pasado, varias generaciones se divirtieron en cada vuelta y hoy recuerdan la sensación del viento en la cara y la sonrisa de los padres que los miraban disfrutar. Cada vez más vecinos se suman a restaurar y cada vez falta menos para que la calesita vuelva a girar.

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