None
BRAGADO

Trabaja de herrero pero repara sillas de ruedas gratis

Alfredo Palacios es un activista espiritual, que pertenece a la Iglesia Evangélica, pero se gana la vida en su taller de reparaciones.

La entrada al humilde taller de reparaciones de la calle Rauch 655, de la localidad de Bragado, es escoltada por un enorme cartel de color negro, de forma circular, con un mensaje escrito en letras amarillas: “Reparo gratis sillas de ruedas, muletas, bastones, etc.”.
Su dueño es Alfredo Palacios, homónimo de un histórico dirigente del Partido Socialista, pero que, lejos de dedicarse a la carrera política, optó por unirse a la Iglesia Evangélica y forjarse como activista religioso en el plano local.
“Hice el seminario pastoral en Hurlingham, provincia de Buenos Aires, pero no lo ejerzo directamente. Vivo del trabajo en mi taller. Sin embargo, sigo colaborando a través de la iglesia con la comunidad”, cuenta Palacios a Democracia.
“Tengo 45 años y 27 de pertenecer a la iglesia evangélica de Bragado. Es decir, hace mucho que vengo forjando un espíritu solidario. El dar, el ayudar a otro, es bíblico y además muy reconfortante”, asegura.
Desde hace algún tiempo, Palacios comenzó a vislumbrar que era posible trasladar la actividad comunitaria que hasta entonces realizaba fuera del horario de trabajo al ámbito mismo del taller. “Estamos yendo desde hace dos años al hogar de ancianos del Hospital San Luis y ahí se utiliza mucho la ortopedia. Ahí me di cuenta de que podía destinar una pequeña parte de mi tiempo a reparar este tipo de artefactos, a medida que se fueran rompiendo”, relata.
“Sé que hay muchas personas solidarias en el país y también en mi ciudad, pero a veces no tienen los medios disponibles para ayudar a otros. En mi caso, afortunadamente tengo salud, trabajo y estoy agradecido a Dios por todo lo que me dio. Es importante que quienes sentimos que podemos ayudar a alguien, lo hagamos”, insistió Palacios, quien confirmó que ya tiene en su taller “algunos trabajitos para hacer”, que no cobrará.
“Lo que me moviliza es tratar de aliviar al menos un poco la situación angustiante de aquellas personas que padecen alguna discapacidad o tienen la movilidad reducida y no pueden hacer frente económicamente a una situación inesperada, como puede ser la rotura de sus elementos ortopédicos”, expresa.
A pesar de que su nueva actividad le consume todavía más los pocos espacios disponibles de su agenda diaria, Palacios continúa asistiendo a la iglesia y participando de sus cruzadas solidarias.
“Recientemente, adquirimos una combi algo viejita, pero que nos va a permitir recorrer los barrios y llevar donaciones”, adelanta.
Según su confesión, aspira a que su historia despierte el compromiso de muchos más ciudadanos con el resto de la comunidad. “Como me gusta decir, ojalá que muchos se contagien de esto y entre todos nos contagiemos de cada vez más solidaridad”, se esperanza.

COMENTARIOS