ENVIADOS ESPECIALES DE DEMOCRACIA

Tragedia en Blaquier: el dolor de un pueblo que no puede salir de la conmoción

Ayer al mediodía se realizó una misa en la que se recordó a los seis fallecidos, de la cual participaron familiares, amigos y vecinos. A la localidad la une el mismo pesar. “Les ganó el corazón”, reflexionó el hijo de unas de las víctimas.

A la hora indicada las calles tranquilas de Blaquier se fueron colmando de vecinos como en una procesión. Caminando, en bicicleta, en moto o en auto, fueron llegando a la capilla del pueblo, donde a las 11 el sacerdote de Florentino Ameghino brindó una misa para toda una comunidad, que aun llora a las seis personas que fallecieron el viernes 15 de marzo en una tragedia que no tiene consuelo.

El dolor se siente en el aire y se lo puede ver en la cara de cada vecino. Todo es tristeza. Porque Blaquier es una gran familia que perdió a cinco de sus integrantes, sumado a Ricardo Bottega que era de la ciudad cabecera del distrito, pero que también era uno más. 

Como dijo Juan Calderón, el bicicletero del pueblo, con la mirada perdida en el piso, Blaquier ya no es la misma desde la tragedia. Aún no lo puede creer. Le cuesta hablar y explicar lo que le tocó ver. Al respecto dijo: “Los chicos iban llegando al cuartel, casi no pude hablar con ellos porque salieron muy rápido sin conocer adonde”. 

Para Nico Sánchez, el bombero que primero bajó a rescatar al bombista, fue el último servicio que brindó. 

“Les ganó el corazón”, le dijo a Democracia Guillermo Bottega, “Chicharra” como lo conocen por sus pagos, sobre los chicos que murieron tratando de ayudar. Su padre, “El Duende”, le enseñó todo sobre pozos de agua. “En realidad mi papá era molinero, se dedicaba a trabajar en el campo. Pero como las bombas suelen ser muy similares, también reparaba las de cloacas”, explicó.

A poco más de una semana, Guillermo sigue juntando las cosas que su padre tenía desparramadas por la ciudad, situación que lo hace pensar, siempre con alegría, las anécdotas de “El Duende”. “En realidad a él lo mató el desconocimiento. Porque no tenía ni idea que ahí dentro había gases que lo podían matar. Fue un accidente y espero que estas muertes sirvan para que no vuelva a pasar”, dijo.

Las últimas horas de Bottega

Guillermo recordó que el viernes su padre salió desde Ameghino rumbo a Blaquier para realizar las tereas encomendadas por el municipio en la estación elevadora. Había que cambiar dos guías. Pero para eso primero tenía que vaciar el pozo, cosa que hizo por la mañana. “Estuvo acá un rato antes comprando materiales que necesitaba”, recordó Ricardo Bidart, un comerciante del lugar que prefirió esquivar tanto dolor y no ingresar a la iglesia.

Como la zona tiene agua salada por encima de los niveles usuales de otros lugares, los fierros se oxidan con mayor facilidad. Por eso la idea era colocar nuevas guías de acero inoxidable. Objetivo que El Duende iba a cumplir por la tarde. 

Pero antes, cerca del mediodía, tras dejar el pozo sin agua, Bottega comió unos tallarines en la casa de un vecino, luego fue a un campo donde tenía que hacer algunos trabajos y regresó al pueblo. “Viejita, bajo a sacar la base y voy para casa”, contó Guillermo sobre el último mensaje que le envió Ricardo a su madre cerca de las 18.45.

A las 18.53 mandó otro más. Esta vez al delegado de Blaquier. “Me avisó que estaba por bajar a reparar. Como sabía que estaba solo fui con la idea de darle una mano”, explicó entre lágrimas Juan José Pratto.

El delegado municipal fue el primero en llegar al lugar y notar que Bottega no estaba. Primero pensó que su amigo se había escondido, pero esta vez, no era la broma que solía hacer. Al acercarse al pozo, pudo verlo allá abajo. Desesperado, llamó a los bomberos.

A la estación elevadora llegaron muchos vecinos alertados por el gran movimiento, atípico, que había. Testigos contaron que la situación era caótica y que, en el afán y desesperación por ayudar, todos daban indicaciones. 

El tercero en descender fue Juan, papá de Nicolás, que al ver que su hijo no salía ni si quiera dudó en bajar. Además de su pasión por los fierros, Juan trabajaba en la sucursal del Banco Provincia de su localidad.

Luego bajó Alejandro “Panchito” Centeno, nacido en Charlone, pero adoptado por Blaquier, quien además era el yerno del delegado Pratto. “No entiendo por qué Dios se quiso llevar seis de los nuestros, toda gente buena”, manifestó entre lágrimas.

Mateo Pellegrino fue el quinto que intentó socorrer a sus amigos. El joven veterinario, recibido el año pasado en la Universidad de La Pampa, hizo lo imposible para salvarlos, pero los gases se lo impidieron.

Y el último intento desesperado lo llevó adelante Carlos Rodolfo Renger. Quino, para todo el pueblo. Sus amigos, lo describieron como una persona que siempre estaba dispuesta a ayudar. Primero estaba el otro, luego él.

Y aunque todo es dolor, en la tragedia hubo milagros. Porque el Bati y René, otros dos vecinos, también estuvieron a punto de bajar. Literalmente, pusieron un pie en el pozo, pero algo los hizo retroceder. También el papá de Mateo, pero la gente presente en el lugar se lo impidió. 

Hoy todos ellos están vivos, aunque inmersos en el dolor de la tragedia, pero junto a sus seres queridos; al igual que los dos bomberos, ambos de nombre Mauricio, que tuvieron que ser internados tras realizar el rescate.

  • Juan vive pegado al cuartel de bomberos y pudo ver cómo se prepararon para ir al accidente.

Mittelbach: “Suele haber un conjunto de errores cuando suceden estas tragedias”

El viernes se cumplió una semana del hecho que enlutó a toda la Región. La tragedia de Blaquier dejó pesados vestigios y, a pesar que los días corren, el dolor no cesa. La muerte de seis personas dentro de un pozo donde funciona una estación elevadora marcará un antes y un después en el distrito de Florentino Ameghino.

Democracia entrevistó al intendente Nahuel Mittelbach, quien contó cómo transitaron los días posteriores al deceso de los vecinos, conocidos por todos en una localidad pequeña. “Lo vivo como un vecino más”, admitió.

- Se cumplió una semana de la tragedia que conmovió al país, ¿cómo fueron los días posteriores?

- Con mucha conmoción. Estuve en la localidad de Blaquier desde el viernes que sucedió este hecho, durante todo el sábado acompañando a las familias en el velorio, el domingo descansé un poco, porque había pasado 48 horas sin dormir. Y el lunes estuve visitando nuevamente a los familiares y viviéndolo como un vecino más. 

Esto nos dolió a todos, nos duele a todos. Con el correr de los días, estamos articulando el acompañamiento ante la situación que viven las familias y también continuando con lo que es la gestión, ya que las demandas y las cuestiones a resolver continúan, pero siempre con la conmoción y el dolor presente. Eso es lo que más representa lo que nos toca vivir. 

- ¿Se puede continuar con la cabeza puesta en la gestión tras semejante hecho?

- Al ser un pueblo tan chico se mezcla lo personal con los deberes de un funcionario público. Ricardo (Bottega), por ejemplo, era una persona muy allegada, incluso me había hecho la canción de campaña. La escribió él y me la regaló, porque ni siquiera se la pedí. Esto que nos toca vivir es muy duro.

- Los servicios de red cloacal son de los municipios, los cuales se encargan de su mantención a través del área de Obras Sanitarias, ¿cómo está compuesto dicho espacio en Ameghino?

- Es un servicio que tenemos en Ameghino desde hace muchos años. En Blaquier desde hace menos, porque es una obra bastante nueva. Tiene menos cinco años desde que se puso en funcionamiento. Es un servicio que prestamos desde el municipio por administración, como se dice técnicamente, donde obviamente estamos a cargo. 

Nosotros tenemos todos los servicios públicos, salvo lo que es el gas, la energía eléctrica y el agua potable de Ameghino, todo el resto es municipal. Así que Obras Sanitarias es parte de la estructura de la Secretaría de Obras y Servicios Públicos. 

- ¿Por qué terciarizaron el servicio para hacer las tareas en la estación elevadora de Blaquier?

- Nosotros tenemos una estructura de empleados que nos permite realizar determinadas tareas sobre los servicios y sobre la gestión en general. Pero con nuestros empleados no podemos satisfacer todos los trabajos que se deben realizar, y allí se acude a una contratación de terceros, ya sea una empresa o un proveedor directo. 

A veces hacemos obra pública con empleados municipales, que son albañiles; pero otras veces, ya sea por la demanda o por la complejidad de la tarea, tenemos que contratar a un tercero. Es algo de la dinámica de ejecución de tareas de la administración pública. 

- ¿Estaban al tanto de la complejidad o el peligro que podía llegar a tener esa tarea que le asignaron al bombista Bottega? 

- En realidad no era un trabajo complejo, era una reparación de unas guías de la bomba de un pozo de bombeo. No era una tarea con una complejidad en sí. Era de mantenimiento, no digo rutinaria, porque no es algo que se haga todos los meses, pero cada tanto, cuando tiene un determinado desgaste el sistema de bombas. Esta era la primera vez que se reparaba la bomba desde que se había puesto en funcionamiento todo el sistema de cloacas de la localidad.

-El trabajo no era peligroso, pero sí el contexto…

- Sí, eso es lo que está en investigación. Respeto mucho el trabajo de la Justicia, ya han realizado pericias desde el primer momento, está por venir, según entiendo, a realizar una pericia una división de química de la Policía Federal, y todo eso obviamente va a ser determinado en esas tareas, como así también por qué había ese nivel de letalidad en el pozo.

- El fiscal Laius confirmó que el contrato de trabajo con Bottega no era entre él y el municipio, sino entre este último y la mujer del bombista, ¿por qué esa situación?

- Sí, así es. Eso era algo que tenía que ver con una cuestión privada entre ellos. Lo cierto es que la proveedora, la que futeaban, era la esposa de Bottega, esto viene siendo así desde hace muchos años. Y después el desarrollo de la ejecución del trabajo es algo que queda entre ellos. Pero es algo, no te digo normal, de lo más habitual, pero que suele suceder. Que el proveedor haya sido el cónyuge no configura ningún tipo de ilegalidad. No soy quien deba decir algo respecto a eso, pero era la forma en la que se organizaban a nivel familiar con el tema de la facturación al municipio. 

- Pero tal vez esas situaciones hacen que el municipio pierda el control de las obras y los cuidados correspondientes…

- No lo interpreto de esa manera. Bottega era una persona que realizaba habitualmente tareas muy vinculadas a esto, de hecho, hubo problemas con la empresa que realizó la obra, que no la terminó, quedaron bastantes pocos trabajos, y fue Ricardo quien la finalizó, sobre todo en la obra que tenía que ver con las plantas de fluentes, los pozos de bombeo y el sistema en general. Era una persona que realmente conocía del oficio, se dedicaba siempre a eso.

- ¿Coincide que cuando sucede una tragedia como en este caso hay un conjunto de errores que llevan a este desenlace final?

- Sí, cuando suceden estas tragedias hay un conjunto de errores. Siempre tienen esa característica, a veces es inexplicable, pero siempre es fácil ver todo con el diario del lunes.

- ¿Qué es lo que piensan hacer desde el municipio para que no ocurra otra tragedia como la de Blaquier? 

- La prevención de tragedias en general escapan al propio quehacer del municipio. A veces, por ejemplo, en los accidentes de tránsito, uno puede concientizar, poner señalización, hacer un montón de cosas, pero, al fin y al cabo, siempre termina sucediendo igual.

Lo que nosotros trabajamos de manera permanente, ya desde hace muchos años, es en lo que es el refuerzo de capacitaciones para el personal municipal para que sepan cómo se debe actuar en ocasiones de accidentes de tránsito y ese camino no se va a abandonar nunca, que es tratar de evitar todas aquellas cosas que se puedan prevenir.