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OPINIÓN

Un paro general con sustento económico y condimento político

El ajuste económico en marcha dio sustento ayer al segundo paro general contra la administración de Cristina Kirchner, contextualizado por los realineamientos políticos y sindicales de cara al cambio de Gobierno en 2015.
Por primera vez desde que el kirchnerismo llegó al poder, los salarios y las jubilaciones parecen destinados a perder la carrera anual contra la inflación, y ese retroceso es germen de conflictividad, pese a los avances previos.
Entre 2003 y 2008 el aumento del salario promedio anual fue de 20% y la inflación del 14%. Esa ecuación fue de 27% y 22% entre 2008 y 2011, luego se redujo a cero en 2013 y todo indica que si la inflación no se desacelera terminará siendo negativa en 2014.
Por su parte, las jubilaciones probablemente pierdan terreno con relación a los precios por primera vez desde la ley de movilidad en 2009. De hecho, el primer trimestre absorbió el primer aumento que rige hasta agosto.
A eso hay que sumarle el ajuste de las tarifas de gas y agua al que puede agregarse próximamente el de la luz.
En ese contexto, el sindicalismo peronista vuelve a estar dividido. Un sector, agrupado en la CGT oficial se mantuvo en la premisa de evitarle problemas a un gobierno de extracción justicialista, pese a que comparte los reclamos. De hecho pautó aumentos salariales inferiores al 30%.
En cambio, Hugo Moyano y Luis Barrionuevo, enfrentados entre sí hasta hace unos años, decidieron reagruparse. El acercamiento entre la CGT Azopardo y la Azul y Blanca quedó alfombrado tras la ruptura del camionero con el Gobierno, dos meses después de que Cristina Kirchner fuera reelecta con el 54% de los votos.
De ADN peronista, los líderes de la CGT opositoras están jugando con la idea del fin de ciclo y se asociaron ahora tácticamente con la CTA opositora y los sectores de izquierda para configurar un paro fuerte, favorecido por la paralización total de los gremios de transporte y los piquetes.
Esa amalgama dejó en evidencia las diferencias de raíz entre los distintos organizadores, aunque hubo dos gremios que no habían estado en el anterior paro de noviembre de 2012 y que ahora dieron mayor homogeneidad al reclamo: los maquinistas de La Fraternidad y los colectiveros de la UTA.
Por medio del hijo de Hugo Moyano, Facundo; y de Graciela Camaño, esposa de Barrionuevo, ese sector del sindicalismo peronista tiene lazos tendidos con Sergio Massa con vistas a 2015.
Aunque el titular de la CGT Azopardo también mantiene sus fichas en la interna del PJ oficial, el Gobierno buscó sacar provecho de esa vinculación con el massismo. El encargado fue el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, quien dijo que “Barrionuevo es el nuevo líder del Frente Renovador”.
Massa decidió despegarse de la huelga. Es consciente de que esos referentes sindicales suelen tener peso en la calle pero están entre los principales dirigentes con imagen negativa de país. Y Mauricio Macri, uno de sus rivales, buscó sacar provecho de ese cruce de acusaciones, al asegurar que el paro es fruto de una “interna peronista”.
La incertidumbre ahora es si el Gobierno logrará contener esas protestas -analiza volver a limitar el impuesto a las Ganancias- o si la conflictividad será una marca del tramo final de la administración de Cristina Kirchner. 

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