OPINIÓN

Los borradores macristas frente al nuevo escenario

Lo admiten en Bolívar 1, sede del gobierno de la Ciudad Autónoma de  Buenos Aires: “Algo había que hacer, nos estaban dejando afuera de la cancha para la presidencial”. La fuente consultada por este diario alude a la ristra de reportajes casi calcados que concedió el pasado fin de semana Mauricio Macri y en los que avisó: “Quiero ser el presidente del cambio en 2015”. El alcalde recordaba así, tanto a propios como a ajenos, que su objetivo político central sigue siendo la Casa Rosada.
Digámoslo: el proyecto presidencial de Macri -basado, siempre, en ser la contracara del kirchnerismo- se venía desdibujando un poco desde la irrupción fulminante de Sergio Massa como líder de un espacio opositor en la provincia de Buenos Aires. El tigrense arrastra consigo, además, un plus que venía siendo propiedad macrista: cierto halo de renovación, de perfil novedoso. Eso, más allá de que su fuerza, el Frente Renovador, cuente entre sus filas con veteranos dirigentes del peronismo bonaerense que supieron estar aquí y allá en los últimos 30 años.

Fuerza opositora

Triunfador de las primarias de agosto y más que probable ganador de octubre próximo, el tigrense logró articular una fuerza que ya se para como la oposición real al sciolismo-kirchnerismo en ámbitos clave como la Legislatura. Allí, lograron esmerilar la mayoría oficialista en el Senado y acaban de presentar un bloque propio en Diputados compuesto por unas veinte almas. Entre ellos, varios macristas que pegaron el salto y ahora asumen que su referencia nacional central ya no es Macri sino Massa. Todo esta movida, vale aclarar, se da antes del recambio legislativo de diciembre, cuando realmente se traducirá en bancas la performance del massismo a nivel provincial.
Lo dicho: Massa y su buena estrella venían acaparando el escenario opositor con vértice en la Provincia junto con una Elisa Carrió que, con injerencia en Capital Federal y renacida luego de triunfar en las primarias de su espacio, puede llegar a convertirse en una pesadilla para Macri. Es que, como dicen algunas encuestas que maneja el macrismo, estaría haciendo una muy buena elección en el rubro de diputados nacionales por la Ciudad de Buenos Aires, donde competirá directamente con el rabino Sergio Bergman.
Pero, y aquí radica una crítica que se escucha en parte de la tropa bonaerense de Macri, expresar los deseos de ser candidato a presidente no alcanza para llegar. Resulta un punto débil, según esa óptica, la falta de construcción política territorial del macrismo en la Provincia. “Si no tenés un buen armado en territorio bonaerense no podés pensar en la Presidencia”, se queja ante este diario un dirigente de PRO que ahora se asume como nuevo massista.
Es verdad, como dicen en Bolívar 1, que restan dos largos años para la elección presidencial. Y pueden pasar muchas cosas. Pero no es menos cierto que tanto Massa como el gobernador Daniel Scioli, uno de los posibles postulantes del neo kirchnerismo en 2015, parecen correr con esa ventaja inicial que daría un esquema territorial propio en el principal distrito del país.
Macri también parece haberse percatado de que, hasta ahora, el actual acuerdo electoral entre el PRO y el massismo en la Provincia (dos municipios del conurbano, unos veinte en el interior y hombres del PRO en las listas legislativas del Frente Renovador) ha beneficiado más al de Tigre que a él mismo. Es que ahora, y en especial desde octubre si es que triunfan los renovadores, el jefe porteño tiene un nuevo competidor en la carrera por el sillón presidencial.

Con la mira en las encuestas

Cuentan que en la jefatura de Gobierno recibieron sondeos que lo dan a Massa con una intención de voto por arriba de los 40 puntos. Por eso Macri ahora empezó a marcar diferencias con el tigrense y a dejar en claro que lo único que los une en este turno electoral es la necesidad de un “voto útil” para derrotar al kirchnerismo.
Hay algo de inocencia en un razonamiento que insisten en aplicar los operadores porteños del macrismo, en especial el publicista Jaime Durán Barba, para analizar el estado actual de las cosas.
Aseguran en esos laboratorios macristas que después de octubre, el par de intendentes que reportan a Macri (su primo Jorge, de Vicente López, y el sanisidrense Gustavo Posse) y los otros referentes distritales que se convirtieron en las patas del PRO en el massismo, volverán tranquilamente al redil del jefe de Gobierno para trabajar en su proyecto presidencial.
Es factible poner ese pensamiento en duda si Massa triunfa en forma holgada. Y queda abierta una pregunta: ¿Serán muchos los que decidan dejar el Frente Renovador triunfante, a esa altura con una definitiva proyección nacional y seguramente decidido a pelear lugares de poder en las cámaras legislativas, para iniciar la construcción de un armado bonaerense junto a Macri?
No es un secreto que, a diferencia de lo que pensaban los operadores porteños de Mauricio, la dirigencia bonaerense del PRO evaluó en su momento como un error la decisión de no presentar una boleta propia en estas elecciones.
Se ha anotado como un déficit de conducción del propio Macri el hecho de no haber podido convencer a Gabriela Michetti -de alta imagen positiva- para que encabezara la oferta “amarilla” en el territorio donde nació. En cambio, la actual diputada compite como postulante a senadora nacional por la Capital Federal. “Si ella era nuestra candidata, por ahí Massa ni se presentaba y nos consolidábamos en Buenos Aires desde ahora”, especulan las fuentes consultadas. La política, en verdad, no se hace con lamentos.

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