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LA PROVINCIA | ANÁLISIS POLÍTICO DE LA SEMANA

Los efectos colaterales

“El Senado ya no volverá a funcionar hasta después de las elecciones. Y muy probablemente no lo haga en todo lo que queda del año”. O sea, hasta marzo.
El pronóstico, aunque no infalible, retumba por estas horas en la Legislatura bonaerense. Coinciden en su formulación observadores y unos cuantos dueños de casa, senadores de distintos sectores políticos.
Es que, en rigor, los efectos colaterales del resultado de las elecciones primarias en la Provincia sobre ámbitos institucionales comenzaron a registrarse apenas horas después de conocido el escrutinio, con Ejecutivos municipales y, sobre todo, concejos deliberantes como escenarios de guerra. Pero esta semana alcanzaron mayor repercusión, cuando se explayaron con particular contundencia en el Senado de la Provincia, donde las tensiones y las diferencias, en el marco de las nuevas relaciones de fuerza que se dan en esa Cámara, determinaron que no se concretara la sesión prevista.

Las primeras movidas

Las movidas institucionales comenzaron en el distrito de San Martín, gobernado por el massista Gabriel Katopodis que, como tantos, había sido un peronista alineado con la Casa Rosada hasta fines de junio cuando se armaron las listas y quedaron formalmente bifurcadas las aguas. En un gesto casi como de “ofendidos” por el triunfo en las primarias de la lista que encabeza Sergio Massa, varios kirchneristas dejaron sus cargos en el gabinete de Katopodis y formaron bloque aparte en el Concejo.
Pero los movimientos más fuertes estuvieron dados por los pases de ediles del Frente para la Victoria (y, en menor medida, del radicalismo) al Frente Renovador del massismo, aunque también, como en San Martín, se dieron movidas en sentido inverso en las comunas massistas.
En suma, según el poder de fuego de cada uno que quedó determinado tras esos corrimientos, varios intendentes perdieron la mayoría que tenían en los concejos. Y en un reflejo de que vivimos en una democracia a la que le cuesta funcionar cuando el que gobierna no tiene el poder absoluto, o cuando la oposición alcanza la mayoría, el fantasma del posible desplazamiento de los intendentes comenzó a rondar en algunas comunas, sin que antes se hubieran planteado situaciones que ameritaran acciones de ese tipo.

Tensiones en el senado

Las tensiones derivadas de las nuevas relaciones de fuerza explotaron ahora, como se dijo, en el Senado provincial. Allí donde entre los pases pre y post primarias al massismo, sobre 46 legisladores el Frente para la Victoria perdió la mayoría cómoda que ostentaba (se le fue una decena de integrantes) y quedó con 20 miembros, mientras que el Frente Renovador pasó de 2 a 14. Los restantes 12 senadores se reparten entre cuatro bloques, entre ellos los de los radicales y el Gen de Stolbizer. La mayoría, vale advertir, se forma con 24 senadores o, en el caso del oficialismo, 23 y el eventual voto de desempate del presidente de la Cámara, el vicegobernador Gabriel Mariotto.
Con esa nueva configuración política, el Senado fue convocado para el jueves pasado, una jornada que resultó catastrófica en términos de funcionamiento de las instituciones democráticas.
La sanción de una ley que cree las policías comunales fue el eje, aunque no el único motivo, de los desacuerdos. Con la inseguridad cobrándose vidas todos los días en la Provincia e instalada como principal preocupación de los bonaerenses, el Ejecutivo aceleró la modificación del proyecto de un hasta hace poco enconado adversario interno -el sabbatellista Marcelo Saín-, mientras el massismo terminaba de darle forma a su propia iniciativa, mucho más parecida que la del sciolismo a la propuesta original de Saín.
El massismo obtuvo su primera victoria en la nueva conformación del Senado al dejar en minoría al FpV en la Comisión de Seguridad, donde obtuvo así despacho para su propio proyecto. Y el oficialismo amagó con hacer despacho en minoría con su iniciativa. Hasta donde se sabe, ninguna de esas dos fuerzas buscó apoyos en el resto de los bloques, varios de los cuales anunciaron que no apoyarían a ninguno de los dos.

Dos proyectos, ninguna ley

A partir de allí, el Senado vivió una larga sucesión de pulseadas entre ambos sectores, con su paralización como resultado final.
El massismo se propuso poner su proyecto de policía comunal en tratamiento durante la sesión, sabiendo que jamás reuniría los dos tercios necesarios para su aprobación sobre tablas. La intención era mostrar que el kirchnerismo-sciolismo no votaba la creación de la policía comunal “que dice querer”.
En ese brete -ficticio, como puede advertirse, porque a su vez el massismo no tenía votos para imponer su iniciativa-, el oficialismo prefirió dejar “caer” la sesión. Aun al costo de que no se tratara la ley de creación de juicios por jurados que sí estaba consensuada.
En rigor, a esa altura también influyó en la decisión del oficialismo de evitar la sesión, las dudas sobre si contarían con el apoyo necesario para renovar la licencia de Sergio Berni, una posibilidad que ni se le había cruzado por la cabeza hasta unas horas antes. Y algo parece seguro. Quizás el FpV sume 24 votos para que el “superfuncionario” nacional consiga nueva licencia para seguir a cargo de la Seguridad en ese ámbito y conservar su banca pero difícilmente pueda mantener “reservada” a su nombre la vicepresidencia del Senado.
La jornada, en fin, dejó algunas certezas y varias incertidumbres. Todo indica que no habrá policía comunal hasta por lo menos después de las elecciones. Y si el oficialismo no recupera la pericia para buscar acuerdos y continúa apelando a no sesionar para evitar pseudo-derrotas -o derrotas- en las votaciones, el Senado se paralizará por tiempo indefinido. 

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