El desdoblamiento de las elecciones provinciales le dio un poco de aire al radicalismo bonaerense tras un año agitado por la interna entre el sector que lidera el senador nacional Maximiliano Abad y el que encabeza el diputado nacional Facundo Manes.
Sobre todo a los intendentes radicales, que retuvieron en el interior cierta estructura propia, fundamentalmente en la cuarta, sexta y quinta sección electoral. La UCR tiene 27 de 135 jefes comunales bonaerenses.
Pero el problema estará seguramente en la performance que tendrán los candidatos de la UCR en cada una de las secciones electorales, donde se eligen diputados y senadores provinciales.
El riesgo de que los radicales obtengan menos bancas en la Legislatura provincial este año es una posibilidad cierta considerando que la de 2021 (con Juntos por el Cambio) fue una de las mejores performances que tuvo el partido centenario en los últimos años. Y en la actualidad, el sello Juntos por el Cambio aparece diluido frente a la irrupción del fenómeno libertario con Javier Milei.
Por otro lado, la fuerte interna que subsiste entre el sector que representa Abad y el neurocientista Manes, por el otro, complica el armado de listas seccionales.
Ni hablar de lo que será la confección de la nómina de diputados nacionales donde, si no consigue establecer alianzas fuertes en la Provincia, la obtención de una o dos bancas en la Cámara Baja nacional puede ser una aspiración de máxima.
Otro de los problemas del radicalismo se sitúa fuera de las fronteras de la provincia de Buenos Aires, específicamente en la conducción del Comité Nacional.
El titular de la UCR, Martín Lousteau, no tiene un anclaje territorial en los distritos más importantes del país, salvo en la Ciudad de Buenos Aires y en Santa Fe. Por lo tanto no logra galvanizar una propuesta nacional detrás de su presidencia.
Los gobernadores de Mendoza (Alfredo Cornejo), de Corrientes (Gustavo Valdés), de Chaco (Leandro Zdero) y de Jujuy (Carlos Sadir) forman un polo de poder aparte del titular del comité de la calle Alsina. Además coquetean con Javier Milei, mientras que el senador porteño enfrenta permanentemente al libertario.
Y aunque Maximiliano Pullaro, el gobernador de Santa Fe, comparte la misma línea interna de Lousteau, mantiene un perfil propio donde tampoco hace de la confrontación con el presidente un eje de su política. Al contrario.
Así, la UCR nacional se parece más a una federación de partidos provinciales que a un partido político nacional. Lo que no es una muestra de federalismo, sino de dispersión política.
La mayoría de los dirigentes radicales hoy son favorables a mantener la alianza con el PRO en la Provincia, a la cual se podría sumar la Coalición Cívica.Pero depende de la decisión que tomen algunos dirigentes del partido amarillo como Diego Santilli o Cristian Ritondo. Aunque está claro que no habrá un acuerdo entre el PRO y La Libertad Avanza (Milei no lo quiere).
Desde el sector de Manes acusan a Abad de favorecer una alianza con los libertarios: la realidad aún no lo ha demostrado. Ni siquiera hubo declaraciones públicas en ese sentido, aunque sus rivales lo digan.
Pero una cosa está clara para la UCR: un destino solitario es una mala señal para su representación futura en la Legislatura y en el Congreso Nacional.
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