Los hechos de inseguridad afectan aún más la credibilidad en la dirigencia política.
Los hechos de inseguridad afectan aún más la credibilidad en la dirigencia política.
LA PROVINCIA

Kicillof y la oposición juegan su suerte en las PASO más inciertas

Si asomarse a pronosticar un resultado electoral en la Provincia ya parecía una aventura demasiado arriesgada, los acontecimientos de inseguridad que abrazaron al Conurbano en los últimos días tornan ese vaticino aún más impreciso.

Las Primarias que se celebrarán hoy en territorio bonaerense aparecen rodeadas, acaso como nunca antes, de una pesada incertidumbre. En primer lugar, del desencanto de un amplio sector de la sociedad que acaso exprese su enojo no concurriendo a los centros de votación. Es un fenómeno que se viene verificando en los comicios que se celebraron en varias de las provincias que se desengancharon del calendario nacional donde la asistencia ha bajado en forma sensible.

Sobre esta cuestión asoman las primeras lecturas contrapuestas. ¿Qué sector político obtendría mayores beneficios si se verificara una participación menguada? El oficialismo que lidera Axel Kicillof cree que podría impactar sobre su número final. Cerca del Gobernador interpretan que entre aquellos desencantados y desenganchados del proceso electoral hay votantes peronistas que no quieren darle el voto a la oposición pero que tampoco parecen dispuestos a otorgar segundas oportunidades al oficialismo.

Kicillof machacó hasta el hartazgo con la premisa de que las elecciones de hoy son las que importan. Hizo un llamado a votantes peronistas desencantados en un intento por convencerlos de que si Unión por la Patria sale herida de la cita de hoy va a quedar frente a la enorme complejidad de ir a buscar en octubre lo que ahora no obtuvo.

Un ausentismo marcado también inquieta a Juntos por el Cambio, pero acaso en mayor medida a la propuesta electoral que representan Horacio Rodríguez Larreta y Diego Santilli. El alcalde porteño y su delfín en la Provincia se abrazan a la esperanza de que un voto moderado silencioso como el que se expresó hace varias semanas en Santa Fe, que ni por asomo pudieron captar las encuestas, se transforme en carta de victoria.

Del lado de Patricia Bullrich y Néstor Grindetti creen en cambio que una baja participación podría impactarles en menor medida. Acaso, porque capturan un voto más definido al que no cuesta tanto convencer y que tiene motivaciones más concretas para ir a votar. Esas especulaciones se cruzan con otras. ¿La ola de asesinatos de los últimos días en el Conurbano habrá cambiado el escenario social en el que se disputarán estas elecciones?.

El oficialismo se asoma a un dilema adicional. Ya venía desafiado por una economía que brinda síntomas de estancamiento en diversas actividades y un fuerte deslizamiento del dólar blue que mete más presión a los precios y realimenta la inflación, con salarios perdiendo frente al costo de vida, en especial los de aquellos que trabajan en sectores informales. También por un candidato presidencial como Sergio Massa que es la cabeza visible de la marcha de la economía por su rol central en el Gobierno nacional.

La conmoción social por los crímenes de las últimas horas introduce, quizás, otra piedra en el zapato. Tampoco en este punto existen análisis coincidentes. Sectores del peronismo sostienen que estos hechos de sangre no afectarán su núcleo duro de votantes. Apelan al ejemplo de lo que ocurrió hace dos años en La Matanza cuando días antes de los comicios fue asesinado el kiosquero Roberto Sabo, un hecho que generó fuertes protestas y movilizaciones. Entonces, el impacto electoral, si lo hubo, fue poco menos que imperceptible.

Otros dirigentes, en cambio, analizan que la conmoción que generó en particular la muerte de Morena en Lanús fue tan fuerte, que podría raspar a ese cuerpo electoral peronista que se da por seguro. Algún costo político, estiman, tendrán que pagar. Hay una cuota de incertidumbre adicional: si se verifica alguna fuga producto del reclamo contra la inseguridad, ¿esos votantes podrían verse tentados por ofertas emparentadas con la denominada “mano dura” como las que representan Bullrich o Javier Milei o plantearán su enojo con un sistema político que en general no demuestra tener soluciones de fondo contra un flagelo creciente no yendo a votar? Algo de esto último -un rechazo general a la política- se vio durante las protestas por el asesinato de Morena.

Estos interrogantes se develarán hoy junto a otros enigmas que plantean esas Primarias atípicas en la Provincia. La voluntad de los bonaerenses determinará si Kicillof logra ser el candidato más votado y al mismo tiempo ayuda a traccionar la boleta nacional de su espacio en procura de emparejar escenarios presuntamente adversos en otras provincias.

También se definirá la puja por la candidatura a gobernador de Juntos por el Cambio entre Santilli y Grindetti, atrapada por la disputa nacional entre Rodríguez Larreta y Bullrich.

Y finalmente se sabrá la fuerza electoral que tiene Milei en Buenos Aires, luego de los sonoros traspiés que su fuerza cosechó como rosario de malas noticias en otros distritos. Los resultados, además, descorrerán el velo sobre la voluntad del electorado de cara al todo o nada de octubre.

COMENTARIOS