Axel Kicillof se consolida como el candidato oficialista por la reelección a la gobernación bonaerense.
Axel Kicillof se consolida como el candidato oficialista por la reelección a la gobernación bonaerense.
LA PROVINCIA

La distancia entre Alberto y Axel impacta en la realidad

La política está asistiendo por estos días al pico de mayor tensión entre el Gobierno nacional y el bonaerense desde 2019. Se recuerda, como dato no menor, que son del mismo signo político.  Embarcado en su objetivo de ser reelecto, Axel Kicillof pareció ubicarse a sí mismo en ese lote de dirigentes del cristinismo que considera que Alberto Fernández debería renunciar a su idea de dirimir la postulación presidencial del oficialismo en la Primaria Abierta de agosto próximo. No lo dice en público porque no puede dinamitar todos los puentes en este momento. No hace falta: diferentes funcionarios provinciales son los replicantes del Gobernador.

Desde Sergio Berni, con la filosísima sentencia “Alberto no es un muerto político porque los muertos no molestan”, al “Cuervo” Andrés Larroque, con su analítica conclusión pronunciada el viernes: “Ya quedó atrás la reelección del Presidente; no hay sectores que lo planteen”. Por otra parte, ¿cuánto hace que Kicillof y Fernández no comparten un acto? Varios meses. 

Pero quedó claro que la desconexión entre Alberto y Axel no es sólo político/electoralista. Sucede también en la gestión y eso reviste gravedad para los bonaerenses. “Me enteré por los diarios”, dijo el Gobernador cuando se conoció que la Nación enviará fuerzas federales de seguridad al Conurbano para reforzar la prevención del delito en general y evitar “un nuevo Rosario”.

La reciente saga de “las cartas”, la misiva que le mandó Kicillof a Aníbal Fernández pidiéndole explicaciones sobre el despliegue unilateral de gendarmes en su provincia y la respuesta irónica, gastadora, del ministro de Seguridad nacional, Aníbal Fernández, ilustran una realidad patética: la incapacidad de coordinar el trabajo en la que tal vez sea problemática más sensible que sufre el ciudadano bonaerense de a pie, porque hay vidas en juego. 

Axel dice que hace tres años que viene pidiendo la colaboración de fuerzas federales en la provincia, una ausencia que en su momento resaltó Cristina Kirchner -en un acto en La Plata- como un punto de diferenciación con la gestión de Fernández porque, recordó, cuando ella era presidenta había presencia de la Gendarmería en los barrios del Conurbano.

Kicillof asegura que necesitaría 6 mil hombres que dependen de Aníbal patrullando las calles de las barriadas del Gran Buenos Aires; el ministro le va a mandar unos mil. ¿Se viene un discurso de campaña del gobernador en el que remarcará esa falta de apoyo nacional como explicación por la suba del delito en su provincia post-pandemia, según registran los números oficiales? Casi cantado.

Axel, Wado de Pedro y Máximo Kirchner consagraron hace unos días una movida táctica para dejarle en claro al Presidente que le va a costar mucho entrar a la estratégica Buenos Aires, si persiste en su idea de continuidad: una foto en Lomas de Zamora, junto al local Insaurralde, fue el formato elegido para el mensaje. Sirvió, además, para dos cosas. Una: mostrar al ministro del Interior, discípulo de la Vice, en el rol de presidenciable del espacio oficialista no albertista. Dos: una suerte de bendición inicial de este sector a la candidatura a la reelección de Kicillof.

La silente presencia de Kirchner allí supuso su aceptación a la idea de continuidad del gobernador. Acaso haya sido a regañadientes porque Máximo hasta hace nada prefería ver a Axel, el kirchnersita que mejor mide en las encuestas, como candidato a la presidencia. La relación entre ellos, además, venía a los tumbos, con un pico de tensión luego de aquel reto público del diputado hace un par de semanas en Avellaneda. Asoma un intento de paz forzada, sobre todo, en la necesidad de resistir a Alberto. 

En cierta forma, con este juego de tensiones Axel coquetea con el peligro: es el gobernador más beneficiado por las transferencias discrecionales de la Nación. La gran ayuda para gobernar sin sobresaltos. El dato es resaltado en la Casa Rosada.

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