Lilita Carrió
Lilita Carrió dijo que se retiraba de la arena política, pero baja a la Provincia y provoca grietas en Cambiemos.
PANORAMA PROVINCIAL

Duras batallas de la política bonaerense en la pandemia

El año de la pandemia consume sus últimas horas rodeado de incertidumbre. Finalmente, mañana comenzará el plan de vacunación en la Provincia que una primera etapa será acotado. Esa novedad no despeja los temores: el aumento de los contagios que se verificó en las últimas dos semanas encendió una vez más las luces de alerta y podría estar anticipando una segunda ola que se aguardaba, casi con la resignación de lo inevitable, para el otoño.
El anómalo 2020 que se despide lo hace bajo esa envoltura de la atipicidad. Al margen de los efectos de la pandemia, la posibilidad de un final de año caliente en las calles producto de la compleja situación social parece haberse disipado.
Sin embargo, fue la política la que se encargó de meter leña al fuego. Como si se tratara de una entrada en calor para afrontar la cita electoral de medio término, en el oficialismo se instaló una disputa por el control del PJ bonaerense. La decisión de Máximo Kirchner de ir por su presidencia excede la formalidad de ejercer el liderazgo partidario. Puede que sea el anticipo de un cambio de era en el que varios intendentes peronistas se vean forzados a resignar espacios y poder en favor de La Cámpora.
Néstor Kirchner, allá por 2005, sostenía la idea de avanzar sobre los históricos barones del peronismo que ejercían -aún hoy lo hacen- su poder desde el control del territorio. Acaso su hijo Máximo se haya decidido ahora a completar aquella obra inconclusa. El diputado nacional ya no oculta ese deseo. Cuentan que durante un almuerzo que sirvió el miércoles en Lomas de Zamora desafió a tres alcaldes del Conurbano que aún resisten esa avanzada. “Habrá que ver si tienen espaldas para aguantar”, le escucharon decir, entre carnes y achuras, en relación a Juan Zabaleta (Hurlingham), Fernando Gray (Esteban Echeverría) y Gustavo Menéndez (Merlo). Estos dos últimos ejercen la presidencia rotativa del PJ bonaerense y fueron los que se negaron a dar un paso al costado para allanar el camino para el desembarco de Máximo Kirchner. Zabaleta, en tanto, es el más albertista de los jefes distritales de la Provincia.
El jefe de La Cámpora tiene como principales aliados a Martín Insaurralde (Lomas) y a Fernando Espinoza (La Matanza). Este último pulsea con Zabaleta por la presidencia de la Federación Argentina de Municipios (FAM) y acaso tenga recompensa por ese alineamiento. Insaurralde anudó hace un rato largo un acuerdo con el camporismo que se traduce en el gobierno compartido de la Cámara de Diputados bonaerense.
La resistencia al desembarco de Máximo en el PJ de la Provincia habría que leerla de acuerdo a los lineamientos del manual peronista bonaerense. El partido es un resorte de poder que históricamente ha reflejado el poder territorial de los alcaldes. La llegada del diputado nacional obligaría a reescribir esas páginas. La rebelión que postergó al menos hasta marzo el recambio, esconde otros motivos. Uno de los principales tiene que ver con establecer un dique de contención ante el avance del kirchnerismo sobre los municipios.
El control del partido por parte del hijo de Cristina Kirchner, interpretan, sería el principio del fin para el liderazgo de varios intendentes que ya están cercados por la vigencia de la ley que impide las reelecciones por más de dos mandatos consecutivos. Pero también, una suerte de blanqueo de la realidad electoral: si hay un lugar del país donde el kirchnerismo expresa su fortaleza, ese lugar es justamente el Conurbano.
La oposición no está ajena a esos avatares, también con la Provincia como escenario de la batalla interna. La irrupción de Elisa Carrió comenzó a generar rispideces. Lilita anunció su decisión de empezar a tallar en territorio bonaerense y dijo que va a ser candidata a diputada nacional. Incluso fue más allá y deslizó que podría ir por la Gobernación en 2023. Ese desembarco tiene que ver con una situación muy particular que se respira en Juntos por el Cambio y que tiene nombre y apellido: María Eugenia Vidal. La ex mandataria no definió si será candidata a diputada nacional por la Provincia y ese interrogante genera especulaciones y movimientos de distintos sectores internos que vienen operando ante la eventualidad de que se produzca ese vacío.
Carrió resiste la idea de que esa eventual vacante sea ocupada por algunos dirigentes como Jorge Macri y Emilio Monzó con los que tiene cuentas sin saldar. Ambos no descartan ser candidatos en 2021 y la líder de la Coalición Cívica rechaza esa proyección. Su bajada a la Provincia tiene mucho que ver con influir en el armado bonaerense. También, llegado el caso, con ejercer algún poder de veto.

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