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TRASTIENDA POLÍTICA

En la grieta radical, la UCR bonaerense se para del lado de la Casa Rosada

Por decisión orgánica, y en los que parece ser una tensa divisoria de aguas intrapartidaria, el radicalismo bonaerense quedó del bando de los fervorosos defensores de la idea de que la UCR debe permanecer en la alianza Cambiemos. El rostro visible más encumbrado de esa postura es el del vicegobernador de la Provincia, Daniel Salvador, titular de esa fuerza a nivel provincial, quien sin embargo aún espera la confirmación de si será otra vez el compañero de fórmula de María Eugenia Vidal. Su gesto de fidelidad, evidentemente, no aceleró los tiempos de esa definición.
Del otro lado, en una actitud mucho más crítica hacia el gobierno de Mauricio Macri, aparecen pesos pesados del radicalismo a nivel nacional. Como el gobernador mendocino, Alfredo Cornejo, quien además preside el partido; el senador nacional formoseño, Luis Naidenoff, el gobernador de Corrientes, Gustavo Valdéz, y un poco menos vehemente el mandatario de Jujuy, Gerardo Morales.

Para los radicales, las dos “vices” serían un pago político notable que muchos macristas puros no estarían dispuestos a conceder.

No es que plantean la ruptura lisa y llana con el PRO sino que exigen un cambio del rumbo económico, una morigeración del ajuste y una mayor participación radical en el proceso de toma de decisiones. Sin eso, explican, no tienen herramientas para “defender” internamente la lógica aliancista. Parte del juego de tensiones en una negociación con el macrismo que apenas comienza. En esta guerra de nervios, los referentes directamente rupturistas que se destacan son históricos radicales bonaerenses que, en rigor, no manejan muchos resortes partidarios. Como Ricardo Alfonsín, Juan Manuel Casella o Federico Storani. No son los únicos.
Este grupo reclama a los gritos dejar la alianza Cambiemos y sellar un acuerdo de perfil progresista en el que Roberto Lavagna sería candidato a Presidente y al que se sumarían el socialismo santafesino y el GEN de Margarita Stolbizer. Ese esquema, más algunos elementos justicialistas alejados del kirchnerismo, es lo que viene proponiendo el economista como plafón para presentarse.
Con la UCR cordobesa dividida ante la inminente elección para gobernador (La Casa Rosada respalda a Mario Negri mientras que el partido apoya a Ramón Mestre) los radicales bonaerenses que conduce Salvador aparecen acaso como el respaldo de mayor peso para Macri a la hora de asegurar la continuidad de Cambiemos.
En esas conversaciones que recién se inician, el Presidente viene coqueteando con la idea de darle a un radical el número dos de la fórmula con la que intentará la reelección y ofrecer más espacios en un futuro segundo gobierno.
Una lectura que se hace en el mundillo político sugiere que es en el marco de esos acuerdos que se decidirá si Salvador vuelve a postularse a la vicegobernación y que por eso Vidal no ha confirmado nada en forma pública. Para los radicales, las dos “vices” serían un pago político notable que muchos macristas puros no estarían dispuestos a conceder.
En el último retiro espiritual del gabinete de Vidal en Chapadmalal, en el que Macri apareció “por sorpresa”, el Presidente tuvo un aparte breve con Salvador en el que prácticamente le pidió que procurara aumentar su influencia en la mesa nacional del partido a favor de la postura acuerdista. 
La semana pasada, el vice de Vidal reunió en el nuevo hotel Grand Brizo de La Plata a la mayoría de los convencionales nacionales de la UCR provincial. De ese cónclave salió un contundente documento, con 52 de 72 firmas posibles: “El radicalismo bonaerense quiere más Cambiemos en Argentina” se lee. El propio Salvador ratificó cada línea de ese rumbo en diálogo con este cronista. Y, semanas antes, otro documento con tono de alineamiento con la Rosada fue suscripto por 36 intendentes radicales de la Provincia (Cambiemos tiene, en total, 69).
Esa postura, pues, llevará el partido provincial a la Convención Nacional de la UCR, el máximo órgano partidario, que debería reunirse antes de la fecha límite del cierre de listas para, entre otras cosas, ratificar o rectificar alianzas electorales. Lo que suceda en el comicio cordobés acaso determine lo que pase en ese encuentro. Si es que las tensiones internas permiten que se realice.
Lo dicho: los rupturistas bonaerenses insisten con la receta Lavagna, argumentando que ese esquema le devolverá al partido la pátina progresista que supuestamente fue deglutida por la unión con los amarillos de PRO. Más allá del encono con Salvador, a quien endilgan pasividad política, avanzan con reuniones, estrategias y un declaracionero fuerte.
Alfonsín, por ejemplo, recordó a este diario que el perfil cuasi peronista de Lavagna no sería impedimento para un alianza porque el ex ministro ya fue candidato presidencial de la UCR en el año 2007. Fue cuando ganó por primera vez Cristina Kirchner.
Además, existe un intento de reclutamiento hormiga por parte de este grupo, tal vez buscando algún efecto sorpresa. Un ejemplo: hace pocos días, en una sigilosa visita, Storani se reunió con el presidente de la Universidad Nacional de La Plata, Fernando Tauber. Según fuentes confiables, le habría ofrecido la candidatura a intendente de la Ciudad del eventual espacio en el que Lavagna sería postulante a la Presidencia. Con modos muy gentiles, el arquitecto habría rechazo el ofrecimiento. Casos similares se registraron en otros distritos.

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