None
Federico Giachello, quien para muchos organismos sigue siendo una persona fallecida por un error de ANSeS.
QUEDÓ IMPEDIDO DE FACTURAR, OPERAR CON EL BANCO Y USAR SU OBRA SOCIAL

Lo dieron por muerto en ANSeS y tiene que probar que está vivo

La desesperante odisea de un médico que viene batallando hace dos meses con organismos del Estado para que lo devuelvan a la vida jurídica.

Lo que menos imaginó Federico Giachello al fallecer su papá fue que de algún modo iba a morir con él: pero no espiritualmente, como cuando perdemos a un ser querido, sino en el más estricto sentido legal. Y es que por un error que se produjo al registrar el fallecimiento de su padre ante la ANSeS, Federico dejó de existir no solo para la Administración Nacional de la Seguridad Social sino también para la AFIP, ARBA, IOMA y ni él sabe cuántas otras dependencias más.
La equivocación, que desde hace ya dos meses que este médico platense viene intentando revertir, comenzó en noviembre pasado, pocos días después de morir su padre, Alfredo, en la localidad pampeana de Intendente Alvear. “Creemos que el error se produjo porque confundieron mi DNI, que aparecía consignado como el de la persona que autorizó la cremación, con el de mi papá. En cualquier caso, eso disparó una pesadilla burocrática de la que no termino de escapar”, cuenta Federico, que es hemodinamista en el Hospital Italiano de La Plata.
Para evitar posibles irregularidades e ilícitos -que van desde tomar un crédito a su nombre hasta cobrar su jubilación- cada vez que un ciudadano argentino muere, su DNI es incorporado a un padrón de fallecidos que la ANSeS distribuye periódicamente entre distintos organismos públicos para que éstos les den de baja también: IOMA, ARBA y el IPS son algunos en recibir casi de inmediato esa información.
Pero este mecanismo administrativo era algo que Federico, como el común de las personas, ignoraba cabalmente hasta que a principios de diciembre quiso facturar servicios profesionales como monotributista a través del sitio web de la AFIP. Entonces descubrió que su usuario ya no era reconocido por el sistema y, al indagar un poco más con la ayuda de su contador, no tardó en enterarse del verdadero problema: él ya no era un contribuyente sino un muerto para el organismo recaudador.

Inhibido para todo
“Me habían inhibido para todo tipo de trámites y lo peor era que mi contador no lo podía destrabar. Tuve que hacerme un hueco en mi trabajo para ir a demostrarles en persona que era un error, que yo estaba ahí”, cuenta Federico al reconocer que, pese a todo, “no fue tan fácil que aceptaran esa realidad innegable”. Le pidieron que registrara nuevamente sus datos biométricos con altura, foto y huellas dactilares otra vez.
Días más tarde, cuando menos lo esperaba, su condición de muerto jurídico volvió sin embargo a emerger. Al ir a realizarse un análisis de sangre, el empleado del laboratorio le informó que no tenía obra social: IOMA lo registraba también como un afiliado ya fallecido. Y la odisea de demostrar que estaba “vivito y coleando” volvió a empezar para él, con todos sus trámites insólitos, colas, esperas y una cuota de fastidio cada vez mayor.
El problema es que “si bien todos los organismos te dan de baja automáticamente al llegar la notificación de la ANSeS, para subsanar eso no basta que la ANSeS reconozca que cometió un error, tenés que ir vos mismo en persona a arreglar las cosas lugar por lugar”, cuenta Federico, quien por estos días se encuentra batallando con el sistema electrónico del Banco Provincia y el organismo recaudador provincial.
“Hace semanas que quiero saldar unas multas de tránsito y otros compromisos con ARBA pero el sistema no me permite hacerlo. Y tampoco puedo hacerlo a través del cajero electrónico, porque mi cuenta en el Banco Provincia sólo me permite consultar el saldo”, explica el médico con menos bronca que angustia. Y es que ni él mismo sabe hasta dónde podría llegar la situación.

Una pesadilla
“No me puedo imaginar siquiera cuántos lugares más me tienen por muerto. Tenía previsto vender el auto y ya estoy temiendo el panorama que podría encontrarme en el registro automotor. Tampoco sé si voy a poder votar”, dice Federico al contar que el sistema de notificación de fallecimientos, con todo lo efectivo que parecería ser, tiene sin embargo sus baches: a pesar de estar muerto, semanas atrás cruzó la frontera con su documento de identidad para unas vacaciones familiares en Brasil.
Entre la bronca y la preocupación, Federico cada tanto toma el teléfono y llama a la oficina de la ANSeS en Intendente Alvear: el punto de partida de todas las pesadillas administrativas que sufre hoy. “Sé que ellos no pueden hacer nada, pero los llamo igual para contarles los problemas que me causaron con su despiste. Ni yo mismo sé para qué llamo; quizás para que por lo menos me pidan disculpas. No estaría de más para empezar”, concluye.

COMENTARIOS