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TRASTIENDA POLÍTICA

Intendentes del PJ bonaerense, entre el “déjà vu” con Cristina o animarse a lo nuevo

La historia reciente, circular, se repite para los intendentes del PJ bonaerense. Por lo que se vio el sábado último en Ensenada, durante un plenario en el que fue estrella Máximo Kirchner, están otra vez a las puertas de encolumnarse detrás de las pretensiones electorales de Cristina Fernández, quien el año pasado los alineó a todos ellos bajo su candidatura a senadora nacional por el frente Unidad Ciudadana, un sello del que no participó oficialmente el peronismo provincial.
En efecto, la veintena de intendentes más importantes del Conurbano colaboró para darle volumen político al colmado encuentro organizado por Mario Secco, un fiel escudero de Cristina, aún cuando en el cierre del mismo el diputado Kirchner omitió agradecer sus presencias e incluso todos debieron tragarse el sapo de las adhesiones que, desde sus respectivos lugares de detención, enviaron el ex ministro Julio De Vido y el ex vicepresidente Amado Boudou.
Para la lógica K expuesta en el plenario ensenadense, De Vido, Boudou y la jujeña Milagro Sala son “presos políticos” del gobierno de Mauricio Macri y no procesados con prisión preventiva, enjuiciados o condenados –según el caso que se aborde- por delitos de corrupción que afectaron fondos públicos que pasaron por sus manos.
La presencia de los intendentes en los pagos de Secco fue decidida en bloque, en deliberaciones previas al encuentro del fin de semana. “Vamos todos”, acordaron. Una forma de diluir individualidades en un momento en que otro sector del peronismo nacional, el que articulan los gobernadores de ese partido en oposición a Cristina, está buscando una punta de lanza para desembarcar en la provincia más grande del país.

Para la lógica K expuesta en el plenario ensenadense, De Vido, Boudou y la jujeña Milagro Sala son “presos políticos” del gobierno de Mauricio Macri.

La ex presidente perdió las elecciones del año pasado pero, según todos los sondeos conocidos, aún conserva respetables niveles de adhesión en las zonas más pobladas y más humildes del Conurbano. Según el distrito, los jefes comunales la ubican en un 40 % o más de popularidad, en contraposición a Macri al que tienen en un 25 o 30% como mucho.
Los coletazos de los desaciertos económicos del Gobierno actúan como un ancla de peso que “tracciona hacia abajo” la imagen presidencial. No estaría sucediendo lo mismo, en el caso de Cristina, con los llamados “cuadernos de la corrupción”: puede incidir algo en su popularidad pero, por lo menos hasta ahora, no actúa como un factor destructivo crucial de su imagen.
El consultor Gustavo Córdoba, con números que aún está procesando, lo explica en éstos términos: el caso de los aportantes truchos a la campaña electoral de Cambiemos del año pasado es mucho más nocivo para el núcleo duro de votantes del oficialismo de lo que es el escándalo de los cuadernos en el grupo fidelizado de adhesiones a Cristina.
Se debe, entre otras cosas, a la famosa “vara alta” que puso la gobernadora María Eugenia Vidal cuando se convirtió en la verdugo del PJ. Por eso, sostiene el profesional, Cambiemos no debe hacerse demasiadas ilusiones en el Conurbano con las derivaciones electorales de la investigación que conduce el juez Claudio Bonadio.
Aún enchastrada como está Cristina por el escándalo de los cuadernos, los intendentes explican que no se despegan de ella por “lo que mide” en sus distritos. Auto preservación: todos se juegan la última reelección en 2019. Y hay más: en verdad, no quieren regalar el espacio crítico al gobierno macrista en sus respectivas ciudades.
La mayoría de los jefes comunales tiene los armados políticos locales integrados por su gente hiperleal pero también por sectores ultra kirchneristas con referencias extra distritales, como La Cámpora, MILES, varios movimientos sociales y demás.
Muchos de estos espacios tienen, incluso, concejales propios que conviven en tensión con el intendente pero sin salirse del oficialismo local. La misión de los alcaldes, pues, es contenerlos para que no se les pongan en contra y, eventualmente, los quieran enfrentar en una interna o saltando a un rol abiertamente opositor. Esa dinámica explica también la presencia masiva de ellos en Ensenada.
Se suma a este panorama el hecho de que ninguno de los intendentes sabe realmente qué hará Cristina el año próximo: si será candidata a presidente o si delegará esa postulación en algún alfil -como el ya lanzado Agustín Rossi- y ella se reservará el rol de gran electora. Lo que dan casi por descontado es que Máximo será la cabeza de la lista de diputados nacionales por Buenos Aires.
De todos modos, y con un ojo puesto en ese armado nacional peronista crítico del kirchnerismo que encabezan el senador Miguel Pichetto, el salteño Juan Manuel Urtubey y demás gobernadores, los jefes comunales le pidieron una reunión a Sergio Massa, que aún no ha dado el salto al Peronismo Federal pero destila ganas de re-peronizar su figura.
Massa, que tiene la ventaja objetiva de ostentar el mayor nivel de conocimiento de todos los anteriores (“Está en la góndola”, diría un avezado observador de la realidad nacional), los iba a recibir hoy. Pero suspendió ayer, según dijo, por “cuestiones de agenda”. Nadie quería admitir anoche que el encuentro de Ensenada fue el verdadero culpable de que no se prenda la parrilla en Tigre.

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