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TRASTIENDA POLÍTICA

Macri-Vidal 2019, otra versión en el PRO que desvela a la gobernadora

La pronunciada caída en la imagen de la gestión nacional -y de Mauricio Macri en particular- desde que se desató la crisis cambiaria, agitó un sinfín de especulaciones en el oficialismo. Ya se vio obligada a salir María Eugenia Vidal a desmentir que tenga intenciones de buscar una candidatura presidencial el año que viene. Sólo piensa, dijo, en los bonaerenses. Pero, en rigor, desde hace semanas en reductos del PRO también se escucha la tesis de que la mandataria podría ser la compañera de fórmula del Presidente en la aventura de buscar un segundo mandato en 2019.
Los que especulan con este escenario aseguran que Macri y sus cráneos políticos verían en Vidal una suerte de elemento necesario, acaso imprescindible, para blindar políticamente la candidatura del jefe de Estado.
Es verdad que la imagen de la gobernadora, como la de todo Cambiemos, ha caído bastante. Al menos eso admiten en el oficialismo. Pero también es cierto que el descenso es mucho menos pronunciado en el caso de Vidal que en el del Presidente.
Lo dicho: el cóctel de suba de tarifas, corrida del dólar, inflación en ascenso y pedido de asistencia al siempre mal visto FMI terminó siendo una suerte de ancla para el Gobierno, cuya imagen general muestra un notable descenso en todos los sondeos conocidos a sólo meses de imponerse holgadamente en las elecciones legislativas de medio término, en todo el país, llevadas adelante el año pasado.
Aún así, según voceros de Cambiemos, nunca estuvo en duda la idea de buscar una reelección de Macri. Si antes del cimbronazo económico se trabajaba para lograr un triunfo en primera vuelta (llegar a un 45% con un peronismo dividido enfrente, de manera que no alcance una diferencia con el primero que sea menor al 10%), ahora acaso la intención sea procurar una módica victoria en un eventual ballotage, algo que siempre suena más complicado ante la posibilidad de que los diferentes PJ se unifiquen de cara a la segunda vuelta.

Es verdad que la imagen de la gobernadora, como la de todo Cambiemos, ha caído bastante. Al menos eso admiten en el oficialismo. Pero también es cierto que el descenso es mucho menos pronunciado en el caso de Vidal que en el del Presidente.

Esas mismas fuentes comentan que, en efecto, antes que resignar su continuidad el Presidente sería capaz de obligar a Vidal a reeditar el binomio que se presentó en las elecciones de 2011, aquella vez para competir por el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
Estiman que, más allá de la cuestión económica, sería una fórmula presidencial muy fuerte, altamente competitiva, que parte del supuesto de que Vidal le garantizaría a su jefe político la asistencia del voto de sectores populares y medios de la Provincia.
Habrá que reconocer el alto grado de optimismo electoral de los que machacan con esta idea: el ahora encumbrado ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, acaba de reconocer en un encuentro nacional del PRO que se vienen no menos de cuatro meses de un contexto recesivo e inflacionario.
Como sea, Vidal detesta que se hable de estas cuestiones. Que, se reitera, emanan del propio oficialismo.
La Casa Rosada intentó apurar los tiempos de las definiciones cuando, allá por marzo pasado, salieron los voceros oficiosos a instalar la idea de que estaba resuelta la estrategia política según la cual la gobernadora, Macri y Horacio Rodríguez Larreta en la Capital Federal, buscará sus respectivas reelecciones.
Pero esa jugada, criticada en ciertos ámbitos por excesivamente anticipada, pareció acallarse cuando en abril último se disparó el cimbronazo económico. Y generó los rumores de “Planes B”, con el ascenso de Vidal a la cuestión nacional.
En rigor de verdad, la gobernadora nunca fue explícita respecto a su propia reelección en la Provincia. En su entorno explican, sin embargo, que la misma es un hecho –la candidatura al menos- pero confiesan que ella cree que no es momento para referirse a esos temas porque tendría un efecto bumerán. Explican: los bonaerenses quieren verla gestionando, no de campaña. Por eso la insistencia, por ejemplo, en sacar la ley provincial que abarata las boletas de luz y gas recortando los componentes impositivos de las mismas.
En términos políticos, además, hay dos o tres cuestiones a resaltar.
Una: para Vidal, comandar el Senado nacional –y más allá de la cuestión de la línea sucesoria- sería un retroceso en términos de poder real ya que, por su cargo, hoy es una de las figuras con más peso en Cambiemos y en el país. Esto es tan cierto como que ella es un soldado del Presidente y, por ende, resulta difícil imaginar que privilegiaría ambiciones personales por sobre el proyecto de poder del macrismo.
Dos: su salida hacia arriba supondría una orfandad inicial del oficialismo de postulante a la gobernación, en una provincia que el peronismo intentará reconquistar con todas las armas posibles. Esa situación genera, incluso, una danza de nombres probables –desde Jorge Macri a Carolina Stanley- cuya sola existencia aborrece el vidalismo.
Tres: Macri, efectivamente, estaría pensando en cambiar a su vice para el año próximo. Según las fuentes consultadas, buscaría una figura femenina en el elenco de sus colaboradoras más cercanas, para desazón del radicalismo que aspiraría a quedarse con esa poltrona. No sobran los nombres: la ya mencionada Stanley o la titular de Seguridad, Patricia Bullrich. Final abierto.

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