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La reunión entre Cristina y Florencio Randazzo no dio sus frutos: El kirchnerismo no logró que su ex aliado desistiera de emprender esa aventura de final incierto.
PANORAMA POLÍTICO DE LA SEMANA

Un cierre que consolidó el escenario electoral

Se terminaron las especulaciones. Cristina Kirchner será candidata a senadora nacional y su último intento por desactivar a Florencio Randazzo, no prosperó.
Sergio Massa esperó que la ex presidenta confirmara su intención de competir para ratificar que se anotaba en la contienda y para el mismo cargo. Cambiemos, que fue el primer espacio que se definió, fue espectador de lujo de cierres ajenos aferrado a la esperanza de que se mantuviera la división de los armados de origen peronista, lo que finalmente sucedió.
El frenesí pre cierre de listas llegó a su fin. El escenario para la elección está montado y con los actores centrales en la cancha. Quedaron heridos por doquier, negociaciones truncas y enormes interrogantes que rodean, principalmente, a Randazzo.
Su participaron en las Primarias es una cuestión que incomoda al kirchnerismo. Esa molestia quedó expresada en dos hechos que sucedieron en las últimas horas. El primero de ellos, la infructuosa gestión que Máximo Kirchner ensayó con el intendente de Hurlingham, Juan Zabaleta, para que protagonizara la pirueta de dejar al ex ministro para retornar al redil K.
Zabaleta agradeció el mensaje que le hizo llegar la propia Cristina. “No voy a traicionar a Florencio”, contestó y se quedó, aunque a regañadientes, en el esquema de Randazzo.
La otra reunión produjo mucho más ruido. Fue la que tuvo con protagonistas centrales a la propia Cristina y a Randazzo. Allí se reprodujo la oferta original para que Randazzo desistiera de su aventura y se sumara a Unidad Ciudadana. El hombre de Chivilcoy volvió a decir que no.
Esa decisión le produjo a Randazzo un conato de rebelión de sus intendentes, ya sensibilizados por un escenario electoral que asoma, para ellos, sumamente complejo. El enojo tuvo que ver con ese encuentro inconsulto que los dejó descolocados. “No nos podemos enterar por los diarios”, bramaba uno de los alcaldes que reclamaba reconocimiento a la lealtad de acompañar al ex ministro en una empresa harto difícil.
Ese acompañamiento a Randazzo en uno de sus momentos políticos más complicados, fue facturado horas después por los intendentes: en medio de una tensa reunión, lograron que el ex ministro les entregara el primer lugar de la lista de diputados nacionales para uno de los suyos, el mandamás de Bolívar, Eduardo Bucca. El que perdió fue Julián Domínguez, que fue limpiado sin miramientos. Bucca tiene un valor agregado: es amigo del conductor estrella de la TV, Marcelo Tinelli.
Ahora a Randazzo le queda el desafió de pasar las Paso con los armados que le colocaron desde el kirchnerismo. Pero no sólo eso: obtener un porcentaje de votos aceptable que le permita llegar con alguna expectativa a octubre.

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Gestión frustrada
El kirchnerismo no logró que su ex aliado desistiera de emprender esa aventura de final incierto. La última intentona expuso que el armado que liderará Cristina Fernández acaso analice que Randazzo pueda restarle una porción de adhesiones que tal vez resulten vitales en unas elecciones de final incierto.
La definición de las listas de Unidad Ciudadana dejó también tela para cortar. La ex presidenta voló de un plumazo las ansias reeleccionistas de varios de sus diputados naciones. Barrió a la vieja guardia K y sólo dejó en pie a Horacio Pietragalia, un nieto recuperado. En la volteada cayeron algunos peso pesados como Héctor Recalde, Diana Conti, Carlos Kunkel y Cuto Moreno.
Priorizó, en cambio, la lógica discursiva esbozada en el acto de Arsenal donde habló de economía y exclusión. No parece casual que aparezca al tope de la lista la economista de la Gran Makro, Fernanda Vallejos.
Sin embargo, la orden de Cristina fue que “jueguen todos”. Las listas de candidatos para la Legislatura son testigo de esa máxima: varios intendentes irán como diputados o senadores provinciales. Incluso, otros jefe comunales aparecerán en la boleta sólo para estampar su nombre como concejales suplentes.
Además, esta vez priorizó el armado territorial de los jefes comunales. Si bien hubo lugar para camporistas, varios funcionarios municipales que fueron impulsados por los alcaldes encontraron lugares apetecibles en las listas.
Sergio Massa esperó hasta el final en busca de pescar en río revuelto. Se armó de paciencia pero finalmente no tuvo pique. Los saltos y deserciones esperadas de otros campamentos, en especial del de Randazzo, no se produjeron y terminó refugiándose en los suyos, en aquellos dirigentes que no se dejaron tentar, en este último año y medio, por los juegos de seducción de Cambiemos.
Finalmente será candidato a senador nacional junto a Margarita Stolbizer tal como se preveía. Haber encabezado la nómina de diputados hubiese sido interpretado como la opción más fácil para obtener una banca. El tigrense decidió jugar a todo o nada en busca de romper la polarización.
Cambiemos fue el espacio que se adelantó y cerró no sin pocos sobresaltos. Sorprendió la generosidad del PRO en el armado de la lista de diputados nacionales: entre los doce primeros, ubicó a tres representantes radicales y a otros tres del sector de Elisa Carrió. Acaso buscó así compensar el amarillo puro de la nómina de senadores que estará a cargo de Esteban Bullrich y Gladys González.
El conflicto más visible fue con Facundo Manes. Al neurocientífico se le había prometido el primer lugar de la lista de diputados nacionales, pero luego el macrismo lo reemplazo con Graciela Ocaña. Manes dio las gracias y decidió no integrar esa nómina. “Facundo tiene más para perder que para ganar yendo al Congreso. El no está buscando trabajo y mucho menos un sueldo”, dijeron en su entorno.
Ese entuerto dejaba paso no obstante a cierto optimismo en el oficialismo en función de cómo quedó planteado el escenario electoral. En primer término, porque Randazzo mantuvo su lista. Hasta último momento, Cambiemos sudó la gota gorda frente a la reunión con Cristina y luego, frente a las versiones que hablaban de un posible entendimiento entre el ex ministro con Massa. Nada de eso se concretó: el PRO celebró la división del voto peronista. Ahora el desafío será mayor: convencer a los bonaerenses frente al desafío central que le plantean Cristina y Massa.

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