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María Eugenia Vidal frenó algunas definiciones en el armado de las listas de Cambiemos.
PANORAMA POLÍTICO DE LA SEMANA

Ambigüedad calculada y estrategia en revisión

Lejos estuvo de despejar las dudas. Cristina Kirchner mantuvo el suspenso sobre su eventual candidatura a senadora bonaerense y decidió prolongar, con cierta dosis de lógica, la incertidumbre sobre el rol que asumirá en las elecciones de medio término.
“Si es necesario que sea candidata, lo seré”, aseguró la ex mandataria en su esperada aparición pública. Fue una definición parecida a la que utilizó en el encuentro a puertas cerradas que protagonizó horas antes con intendentes fieles a su espacio y que disparó interpretaciones encontradas.
Algunos jefes comunales se fueron de ese cónclave en el Instituto Patria convencidos de que Cristina será candidata. Otros, con la certeza de que mantendrá la incógnita hasta el final con la intención de evitar fugas hacia el sector de Florencio Randazzo, para terminar bendiciendo a la intendenta de La Matanza, Verónica Magario, y otorgar espacios preferenciales a su gente de confianza en las listas. Se dice, unos ocho diputados nacionales y varios aspirantes a la Legislatura.
Desde el llano, Cristina busca no perder centralidad e influencia en el peronismo. Es la dirigente de su espacio que mejor mide en territorio bonaerense, pero aun así no le alcanza para encolumnar a un PJ que no termina de salir del estado deliberativo post 2015.
La actitud de no menos de 30 intendentes es por demás reveladora. Se muestran dispuestos a acompañar una posible candidatura de la ex presidenta, pero no están convencidos de someterse al eventual muletto que surja abrazado del ultrakirchnerismo.
Por eso no descuidan los lazos con Randazzo en un juego de conveniente ambigüedad. Cerca del ex ministro del Interior y Transporte también participan de esos coqueteos, pero marcaron una fecha en el almanaque: si para el 10 de junio estos alcaldes no se deciden, avanzarán con los esquemas en marcha para darles pelea en sus propios distritos.
“No va a ser candidata, habla de la unidad para después culpar al Flaco porque se bajó”, analizan en el randazzismo. Y hasta hilan finito para decodificar algunos de los términos utilizados por Cristina: sostienen que habla de “internas” y no de “Primarias” con la deliberada intención de ahuyentar a la clase media de la puja que terminaría estallando en el peronismo. Un segmento de la población en el que, están convencidos, pueden hacer diferencia frente al kirchnerismo duro.
Randazzo dará en los próximos días una señal fuerte en el sentido de que está dispuesto a enfrentar a la propia Cristina en la interna peronista: el martes presentará los avales necesarios para participar de las Primarias.
En forma paralela, avanza con algunas estrategias de armado local. La decisión es habilitar Paso en los distritos con la idea de no excluir dirigentes y, de paso, movilizar a la tropa para que todos terminen trabajando para la candidatura del ex ministro.

¿Revisión oficial?
El oficialismo asiste a ese intríngulis peronista con sus propios dilemas. Por lo pronto, puso el pie en el freno con la virtual confirmación de candidaturas que venía a paso acelerado. Es altamente probable que el ministro de Educación nacional, Esteban Bullrich, sea candidato, pero por estas horas no parece tan seguro que sea el dirigente elegido para encabezar la lista de senadores nacionales.
Bullrich derrapó hace algunos días cuando sugirió que el neurólogo Facundo Manes era el seguro número uno de la nómina de diputados nacionales de Cambiemos. Ahora puede que termine siendo él mismo quien estampe allí su nombre.
En el PRO empezaron a mirar los campamentos ajenos y la que parece haber levantado sus acciones es Graciela Ocaña. En el oficialismo ya hay voces que sugieren que si Cristina es candidata, la actual legisladora porteña es la figura ideal para ser su antagonista, ya que fue una de las impulsoras de denuncias por hechos de corrupción durante el gobierno K. De paso, no dejarían el camino orégano para quien polarice con la ex presidenta sea Margarita Stolbizer, que acaba de presentar en sociedad su anunciada alianza con Sergio Massa.
Los movimientos en ese tablero podrían empujar a Bullrich a la lista de diputados, en una jugada a dos bandas que entusiasma, y mucho, a algunos operadores del macrismo. Los mismos que buscan desplazar a Emilio Monzó de la presidencia de la Cámara de Diputados y buscan el nombre de un bonaerense para pegarle el tiro de gracia al hombre de Carlos Tejedor, a quien no le perdonan tener criterio propio frente a algunas estrategias políticas y comunicacionales del Gobierno nacional.

Cortocircuito radical
El radicalismo tampoco pudo sujetar su interna. El nombre de Manes generó un cortocircuito que no tiene que ver con sus cualidades de candidato sino más bien por cuestiones menos edificantes: qué sector deberá ceder para que el neurocientífico integre la lista de diputados nacionales.
En su pliego de condiciones que entregaron al PRO, los negociadores de la UCR dejaron por escrito que quieren tres legisladores para sentarlos en el Congreso. Manes tiene un inocultable origen radical, pero no proviene de la estructura del centenario partido. Por eso, varios dirigentes salieron a anticipar que no se oponen a que el prestigioso profesional esté en las listas, pero reclaman que ese cupo sea pagado por su principal promotora: la gobernadora María Eugenia Vidal.
El pataleo de Ricardo Alfonsín por esta cuestión puede que sea en defensa propia. Luego de la Convención radical del último fin de semana en Berisso, su sector habría quedado debilitado, a tal punto que otros grupos internos ya piensan en cómo hacerle pagar esa nueva realidad.
El hijo del ex presidente también viene haciendo lo suyo. Desde hace un tiempo marca diferencias con algunas políticas oficiales y en los últimos días apareció junto a Martín Lousteau, en el acto en el que el ex embajador confirmó que enfrentará al oficialismo en Capital Federal. Alfonsín termina su mandato. ¿Habrá lugar para él en la lista oficialista? 

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