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TRASTIENDA POLÍTICA

La pelea interna en el radicalismo, una prueba de fuego para Cambiemos

Las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias que se disputarán en agosto próximo asoman como un buen test para medir el grado de cohesión en la alianza oficialista Cambiemos, en especial en la Provincia de Buenos Aires, donde el PRO y el radicalismo revisten el estatus de socios principales.
Después de 16 meses de gestión de Cambiemos, son moneda corriente las reuniones de catarsis radicales en las que suelen escucharse quejas respecto al grado de participación real en las cuestiones de gobierno que el macrismo le ha permitido a la UCR.
La postura oficial del centenario partido, ratificada hace pocos días, sigue siendo la defensa de la lógica aliancista que desalojó al peronismo del poder bonaerense luego de 28 años de reinado electoral.
En la última Convención Nacional realizada en La Plata, la UCR fue clarísima en cuanto a su estrategia: “Se priorizará el acceso de nuestros candidatos a los cargos legislativos nacionales, provinciales y municipales para garantizar así el fortalecimiento de nuestra representación parlamentaria”, dijo el documento final.
Y agregó: “A tal efecto, podrán establecerse listas de unidad con las demás fuerzas de la coalición o, en su defecto, dirimir la mejor oferta del espacio político en las PASO”.
Los radicales, en efecto, están dispuestos a pelear en una Primaria con el PRO; pero no están dispuestos a suicidarse: es altamente improbable que para las listas legislativas nacionales de la Provincia Cambiemos vaya a una Primaria entre los dos partidos mayoritarios de la coalición.
En el distrito más grande del país se elegirán 3 senadores y 35 diputados nacionales. En verdad, en la Cámara Baja la coalición gobernante de macristas y radicales pondrá muy pocas bancas en juego. Es que, hay que recordar, se renuevan los legisladores ingresados en 2013, una elección que ganó el Frente Renovador, seguido del Frente para la Victoria. El PRO aquella vez apenas coló algún candidato en las listas massistas y la UCR integró el extinto Frente Progresista Cívico y Social, de módica performance.
Lo dicho: voces disonantes como la del actual diputado Ricardo Alfonsín, siempre muy crítico del macrismo (la ultima diferenciación fue por la represión del domingo a los gremios docentes que querían armar una carpa en la plaza del Congreso), probablemente terminen integrando una lista de unidad con PRO y la Coalición Cívica –otro socio de la alianza gobernante- para la Cámara Baja.
Pero, a nivel de los municipios, la cosa puede ser bastante menos civilizada.
La conducción actual del radicalismo provincial, en manos del vicegobernador Daniel Salvador, intentará imponer una estrategia que gire sobre la siguiente premisa: si en algunos distritos hay internas en Cambiemos que sea entre el PRO y la UCR, cada uno con una sola lista; pero en ningún caso que el radicalismo presente dos propuestas porque de esa forma, según esta evaluación, se debilita la representación partidaria. 
De acuerdo a esta lógica, en los distritos gobernados por Cambiemos, sea su intendentes radical o amarillo puro, el jefe comunal tendrá la palabra determinante para confeccionar listas. En esto, los radicales coinciden con lo que piensa el macrismo. La prioridad será que no haya internas, en un gesto inequívoco de aceptación del liderazgo del intendente. 
Pero además agregan que, si llega a darse el caso de que alguna facción interna radical quiera dar pelea por los cargos municipales, ese sector no podrá contar con la boleta completa de Cambiemos –que incluya los cargos nacionales y provinciales- y estará condenado a jugar con lo que se denomina “boleta corta”. De esta forma no se beneficiarían con el efecto arrastre y estarían obligados a municipalizar mucho la campaña de las PASO.
Tensiones de ese tipo se viven, por ejemplo, en el radicalismo de La Plata, donde un sector radical alejado de la conducción local es muy crítico del intendente Julio Garro y amenaza con presentar lista propia.  
Distinto es el caso de los distritos que gobierna el peronismo o, en menor medida, el Frente Renovador massista, donde obviamente la prioridad será ganar con el objetivo de posicionarse para el 2019.
Allí la lógica que baja de Cambiemos, avalada por el  Comité Provincia de la UCR, es la siguiente: puede haber más de una lista en las PASO para los cargos locales y ambas podrán beneficiarse de la “boleta larga”;  pero, a lo sumo, debería ser una del PRO y otra radical. En este caso tampoco se avalaría que se presenten dos listas radicales, con el argumento de no debilitar al radicalismo localmente.
 

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