Mantiene una estrecha colaboración con diversos organismos del Estado y desarrolla, además de las tareas propias asociadas a la defensa y promoción de la profesión, una intensa actividad de carácter cultural y social.
“Desde su origen, el Colegio ha trabajado por la jerarquización de la profesión, así como por el acercamiento constante a la comunidad y el servicio que a la sociedad provincial le puede brindar”, dice su actual presidente, Jorge Mateo, quien afirma la importancia del papel de los escribanos en la actualidad. “Nuestro trabajo fundamental –señala- es resguardar la seguridad jurídica de los ciudadanos de la provincia, un derecho de vital importancia y que permite una estructura general de estabilidad en la cual vivir y trabajar, con particular énfasis en el rol fundamental que le cabe al orden institucional, tanto en el ámbito público como en el sector privado”.
Con estos principios, los notarios de la provincia realizan una importante diversidad de tareas y funciones: contratos de compraventa, permuta, cesión, donación, sociedades, bienes de familia; regularización de viviendas; actos de autopro-tección; testamentos; mediación; entre otras actividades. Asimismo, el Colegio cuenta con una universidad –la Universidad Notarial Argentina (UNA)- desde donde se realiza, en forma sistemática, un esfuerzo orientado a elevar el nivel de capacitación profesional, constituyendo un centro académico de reconocido prestigio a nivel internacional.
Historia
Como muy remoto antecedente del Colegio de Escribanos, podemos remon-tarnos al año 1768, cuando un pequeño grupo de colegas crean, en la Ciudad de Buenos Aires, entonces Capital del Virreynato del Río de La Plata, la Hermandad de San Ginés de Arlés y su Arca Depositaria, con el principal objeto de “lograr la mayor respetabilidad del gremio” y procurar fondos destinados a brindar ayuda a aquellos notarios que pudieran atravesar dificultades económicas, sobre todo al dejar el ejercicio de la profesión. Es posible afirmar que, allí, se encuentra, de modo elemental, la semilla germinal de la previsión social.
Muchos años más tarde, el 7 de abril de 1866, se funda el Colegio de Escribanos de la Provincia de Buenos Aires, con sede en la ciudad homónima, siendo su primer presidente Don José Victoriano Cabral. Como consecuencia de la Ley de Federalización, dictada en 1880, cuatro años más tarde, ese Colegio se convertiría en el Colegio Nacional de Escribanos, con jurisdicción en Capital Federal y los entonces Territorios Nacionales.
El 19 de noviembre de 1882, se funda la Ciudad de La Plata como Capital de la Provincia y el 14 de abril de 1884, se instalan las autoridades gubernamentales y los primeros escribanos. Gracias al empeño incansable del escribano Arturo Mom, fundador y primer presidente, el 18 de febrero de 1889 recobra su vida institucional el Colegio de Escribanos. Desde su origen, el notariado bonaerense bregó por su permanente jerarquización, tanto profesional como institucional.
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