La delgada línea de la legítima defensa

En un contexto nacional de vecinos que reaccionan contra los delincuentes atacándolos en masa y, que en algunos casos terminaron en homicidio, la semana pasada un hombre disparó contra un joven en el barrio Los Almendros. La causa está caratulada como homicidio en exceso de la legítima defensa. Pero en medio de tanta confusión, surge la duda de cuál es el límite donde el resguardo de la vida de uno se convierte en un abuso para otro.
“Es una línea muy fina. Hay legítima defensa siempre que el que esté repeliendo la agresión esté usando medios proporcionalmente razonables a quien atacó. Nunca se puede contestar con más violencia”, afirmó el director de Asistencia a la Víctima local, Andrés Rosa.
“En el caso de Junín ante la presunción de que fue un robo de un celular (N. de R.: en donde presuntamente no hubo una amenaza con arma), al contestar con arma de fuego produciendo la muerte, entiendo que el fiscal vaya por exceso en la legítima defensa”, dijo Rosa.
En ese sentido, el funcionario dijo que “la reflexión que deja es seguir trabajando con el desarme. Las armas no conducen a ningún buen puerto. En segundo lugar, fortalecer las capacidades institucionales, son las instituciones las que tienen que resolver y mediar en estas cuestiones”.
Rosa comentó que en reuniones barriales que mantienen a través de la Dirección de Asistencia a la Víctima suele surgir “la voz de que ‘si aparecen en mi casa yo disparo, yo los mato’”, y agregó que  “cuando uno trabaja desde la contención de lo emocional, ve que a quien ha producido una muerte le cambia la vida de un día para el otro y no la pasa bien”, dijo.
“No sirve para nada el uso de arma. Hay que tratar de no hacer ningún tipo de justicia por mano propia”, afirmó el funcionario. 

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