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TRAS LA INCAUTACION DE 227 KILOS DE MARIHUANA

Secuestro récord: creen que Junín actuaba como "aguantadero" y que la droga estaba de "tránsito"

El imputado, que minutos antes de la llegada de los uniformados logró escapar por un patio trasero de la casa que alquilaba, en Mayor Orellanos al 400, continuaba prófugo, pero ya está identificado. Ayer, los patrulleros de la ciudad llevaban una foto del sujeto para reconocerlo en caso de dar con su paradero.

“Esto es mucho para Junín.” Así sintetizaba ayer a DEMOCRACIA una alta fuente policial la principal línea investigativa en curso: que la vivienda situada en Mayor Orellanos al 400, donde ocurrió el secuestro récord de 227 kilos de picadura de marihuana, en la madrugada del sábado último, en realidad operaba como “aguantadero” y que la droga estaba de “tránsito” hacia otro lugar.
El argumento es que, si bien el consumo en la zona es alto, la cantidad incautada superaría ampliamente la demanda de esta sustancia ilegal en la ciudad.
“Esto es una red grande”, estimó la fuente.
Ayer, la policía local llevaba en sus recorridas por las distintas cuadrículas una réplica fotográfica del prófugo, para “en caso de dar con su paradero, identificarlo rápidamente”.
La casa, donde aún permanecía la mujer y los cuatro hijos de la pareja, amaneció con un fuerte operativo policial, con el objetivo de custodiar a la familia. El hombre, en tanto, ya fue identificado y estaría siendo buscado intensamente en todo el país, ya que al tratarse de un posible caso de narcotráfico, interviene la Policía Federal.

El hecho

Todo se inició pasada la 1.30 de la madrugada del sábado, cuando desde una vivienda de calle Mayor Orellanos al 400, entre Comandante Ruíz y Padre Respuela, una mujer llamó, desesperada, al número de emergencias “101”, ya que su esposo la había amenazado con un arma de fuego, a ella y a los cuatro pequeños hijos de la pareja.
Cuando los efectivos de la cuadrícula de la Primera que cubre ese sector del barrio “Padre Gregorio González” llegaron al lugar, hallaron a la mujer a unos 50 metros de la finca, sollozando y muy nerviosa, pese a lo cual les explicó a los uniformados que su marido, un rosarino de 38 años de edad, estaba dentro de la casa con sus cuatro hijos, amenazándolos con un arma de grueso calibre.
Rápidamente, los policías se dirigieron a la finca y -autorizados por la denunciante-, ingresaron a la misma, pero el marido de la mujer se había escapado, presuntamente por una de las ventanas del inmueble, huyendo hacia una casa vecina y de allí, “se hizo humo”.
Pero la mayor sorpresa comenzó instantes después, cuando los policías de la Primera, quienes pidieron refuerzos, hallaron en una de las habitaciones, en bolsas tipo “consorcio”, la “módica” cantidad de 248 panes de marihuana compactada, en bloques que iban de los 800 gramos a los 1,100 kilos y totalizando unos 227 kilogramos de esa droga.
Fuentes consultadas por este medio indicaron que el kilo de marihuana se vende en alrededor de 1.500 pesos, pero “estirada” la sustancia, en vez de los 227 se pueden hacer dosis para más de 350 kilos, lo cual haría trepar la posible venta de la “picadura” a unos 525.000 pesos y, si se la fracciona en pequeñas dosis, hasta alrededor de 900.000 pesos.
Al imputado no sólo se lo busca para ponerlo a disposición del juez federal de Junín, Dr. Héctor Pedro Plou y del fiscal, Eduardo Varas, sino también porque su propia vida corre peligro, ya que seguramente por encima suyo habrá algún “jefe” y lo podrían llegar a hacer “desaparecer” para que no declare (si es atrapado) ni brinde testimonios de cómo funciona la banda delictiva que ingresó esa enorme cantidad de droga a Junín.

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