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“No sé si querían matarnos, pero no pararon hasta que vieron sangre”

La pareja agredida en pleno centro habló con EL DIA y contó los detalles de la salvaje agresión

Jhonan (20) y Joel (24) son novios. El viernes a la noche volvieron de la marcha por Santiago Maldonado en Capital y, a última hora de aquel día, esperaban el micro en diagonal 80 y 6. En esa parada habitualmente concurrida en pleno centro platense, fueron víctimas de un ataque en patota de alrededor de 20 adolescentes, que los sometieron con golpes e insultos homofóbicos. El caso fue publicado ayer por EL DIA de manera exclusiva.

“Estábamos tranquilos, sentados uno al lado del otro. Mi novio hizo un gesto de ‘puchero’ que acostumbra a hacer, pero sin mirar a nadie. Ahí aparecieron estos pibes que le recriminaron por el gesto y le dijeron ‘gordo puto’”, contó Jhonan, en una entrevista con EL DIA.

Cuando oyó que agredían a su pareja, el otro joven miró al grupo, pero no dijo nada para evitar más provocaciones. Su indiferencia no les dio resultado, porque del grupo de agresores, todos en torno a los 14 y 16 años, uno le aplicó una patada voladora en la nuca al mayor de las víctimas.

Eso dejó a Joel atontado y con dificultades para hacer equilibrio. Quiso cubrirse cuando vio que se le venían encima los demás, pero no evitó que empezaran a aplicarle una paliza. Al lado, su novio se quedó “en shock, sin saber qué hacer”.

Aunque eran cerca de 20 y se los notaba exaltados, Jhonan intentó disuadirlos con amabilidad: “Déjenlo, no les está haciendo nada”. Eso tampoco le sirvió.

“Ah, ¿vos también querés piñas, negro de mierda?”, le escupieron previo a tumbarlo al piso y pegarle patadas en el suelo. Por lo menos cinco se dedicaron a castigarlo a él, mientras lo seguían insultando. Mientras, entre ellos se envalentonaban.

“¡Maten al puto, maten al negro de mierda!”, escuchó Jhonan entre la manada que lo sometía.

“De acá no salgo vivo”, llegó a pensar el joven, estudiante de las carreras de Trabajo Social y Periodismo. Su pronóstico no parecía descabellado, sin nadie que pudiera defenderlos. Simplemente cerró los ojos y esperó que la pesadilla se cortara.

“En una vi que mi novio se pudo soltar y que vino a defenderme. Logramos salir y corrimos. Pero cuando volteé la mirada no estaba más: le habían tirado un cascote en la cabeza que le partió la cabeza”, aseguró Jhonan.

El castigo recién se interrumpió cuando los agresores vieron que Joel perdía sangre por el corte con el piedrazo. “No sé si querían matarnos, pero no pararon hasta que vieron sangre”, afirmó Jhonan.

Aunque le sacaron el teléfono cuando se le cayó, el robo fue una situación ocasional en el medio de un ataque motivado por su identidad sexual. No les interesó, tampoco, llevarse su mochila con pertenencias.

INDIFERENCIA Y SOLIDARIDAD

El grupo se internó en la oscuridad de plaza San Martín y no volvió. La pareja regresó a la parada de colectivos donde empezó todo, esta vez para rogar ayuda.

Allí estaban dos chicas que cuando presenciaron el ataque se habían refugiado. Fueron las primeras en auxiliarlos, con un llamado a la policía y los únicos 21 pesos que tenían en la billetera. Un par de barrenderos se sumaron para contenerlos.

A los chicos, según relataron, les costó conseguir auxilio de alguien que pasara manejando. Entre el caudal de vehículos que circulaba por diagonal 80, divisaron “un par de motos de la policía” que “no frenaron aunque todos les hacíamos señas”, dijo Jhonan.

Recién algunos minutos después, cuando el semáforo estaba en rojo y Joel seguía con la hemorragia en la cabeza, se lanzaron a pedirle auxilio a unos hombres que pasaron en una camioneta. Los vieron desesperados y se solidarizaron. Los llevaron hasta la guardia del Instituto del Diagnóstico, en 62 entre 2 y 3.

En ese centro médico pasaron la madrugada. Al joven herido en la cabeza le dieron cinco puntos. Los dos presentaban golpes por todo el cuerpo y tenían las caras hinchadas por el castigo.

El sábado pudieron volver a sus casas. “Fue nuestro momento de, entre comillas, festejar que estábamos vivos, algo triste e irónico a la vez”, remarcó Jhonan.

DOLOR Y MIEDO

Los chicos siguen doloridos en la cabeza y el resto del cuerpo. El fin de semana recibieron el afecto de sus familias y amigos, mientras todavía intentaban entender lo que les pasó.

Jhonan se descargó con un posteo de Facebook que se convirtió en viral, mezcla de declaración de principios y desahogo. Su vida siguió, aunque distinto: “Volví a esperar el micro y estuve perseguido, muy asustado”.

En tiempos donde el matrimonio igualitario o la identidad de género son leyes que amparan a las minorías sexuales, la apertura social hacia la comunidad LGBT parece mucho mayor que la de antaño.

Sin embargo, los resabios de la discriminación se mantienen. “La primera vez que me dijeron ‘puto’ de manera despectiva fue el verano pasado. Esto (lo del viernes) nos pasó porque no tenemos la masculinidad que se supone obligatoria. Esto nos da más fuerza para seguir militando. Queremos que la sociedad sea un poco más justa”, pidió Jhonan.

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