UN MÚSICO LOCAL QUE SE GANÓ UN LUGAR DESTACADO EN LA ESCENA NACIONAL DEL ROCK

Martín Bosa: “Me interesa desmitificar la figura de rockstar”

Fue miembro de bandas importantes como Attaque 77 y Juana la Loca, y hoy es guitarrista de La Franela. Como productor trabajó con grupos de la trascendencia de Los Piojos, Babasónicos y Las Pastillas del Abuelo.

Es cierto que había un piano en lo de su abuela y los discos sonaban con asiduidad en su casa, pero nada hacía suponer que Martín Bosa fuera a ser músico. Tal vez hoy puede reconstruir un camino que haya ido en esa dirección, pero entonces no estaba entre los primeros puestos del menú de opciones.   
Sin embargo, un hecho fortuito lo llevó hacia el arte cuando tenía 14 años: él había intercedido para que Federico Troia (hoy cantante de los Delfines de Etiopía) entrara en la banda El Altillo de la Abuela. Al tiempo, Troia vio que la hermana de Martín tenía un pequeño órgano, y lo invitó a formar parte del grupo. Y así empezó. “Fui porque me divertía la idea de ser músico, no tenía una visión estética o artística de eso”, explica.

Juana la Loca
Estuvo algunos años haciendo rock y reggae en El Altillo de la Abuela y La Guasón Band, con una formación musical “totalmente autodidacta”.   
Más adelante, Martín se fue a Buenos Aires a estudiar Comunicación Social. Para entonces ya había formado la banda Eléctrico Caramelo, que hacía un rock “más moderno”.
En ese marco, Bosa abrió en Junín el boliche El Divino y el mánager de Juana la Loca –una banda que entonces empezaba a ser importante– le propuso hacer un show en ese lugar. Juana... se presentó con Eléctrico Caramelo como soporte.
“A partir de ahí quedó una relación”, dice Martín.
Cuando se fue el tecladista de Juana..., lo reemplazó Bosa: primero fue una fecha en Cemento, luego una presentación en Córdoba, otra más, hasta que se integró al grupo para grabar su tercer disco, Vida Modelo, que a la postre sería uno de los más exitosos.
“Grabamos en Los Ángeles –cuenta–, con músicos como Billy Preston, tecladista de Los Beatles. Era el sueño del pibe”.
Según dice, “fueron dos años muy buenos” en los que aprendió “cómo era jugar en primera, con presentaciones en Chile, Paraguay, Uruguay, en lugares para 20 mil personas”.

Attaque 77
Juana la Loca se separó en diciembre de 1998 y por esos días lo llamó Ciro Pertusi, cantante de Attaque 77: “Recién habían grabado ‘Otras canciones’, un disco de covers que era totalmente diferente a lo que venían haciendo. Ciro me dice que habían agregado teclados y un montón de cosas que no manejaban para tocar en vivo, y me invitaron a una gira de tres meses por toda la Argentina”.
A pesar de venir de un lugar muy distinto desde lo musical, Martín encontró su lugar. Tanto fue así, que terminó como “invitado permanente” de Attaque 77 durante diez años. “Con Ciro tuve una relación estética muy linda”, dice.
En diciembre de 2008 Pertusi se fue de la banda y Bosa creyó que era el momento de dejar también su lugar.

La Franela
Por aquellos días, Daniel ‘Piti’ Fernández se abría de Los Piojos y le daba impulso a su propio proyecto musical: La Franela. Y convocó, entre otros, a Martín.
El primer disco de La Franela fue muy bien recibido. Para Martín lo que pasó en el segundo CD, con el tema ‘Hacer un puente’, fue “algo de otro planeta”.
Desde entonces, la banda se fue consolidando y hoy es una de las más importantes en la escena nacional.

Producción
Además de músico, Bosa es muy reconocido por su trabajo como productor.
“Yo hago muchas cosas –explica– produzco los discos pero, al mismo tiempo, soy ingeniero de grabación, de mezcla, de mastering y suelo ser músico invitado”.
Dentro de esta actividad, produjo ‘Civilización’ de Los Piojos, ‘A propósito’ de Babasónicos, los tres primeros trabajos de Las Pastillas del Abuelo, discos de M.A.M., Rosal, Superlasciva, Banda de Turistas, La Beriso, y los juninenses Las Morochas y Delfines de Etiopía, entre otros. Además, produjo, grabó y mezcló los tres discos de La Franela.

Junín y el rock
A pesar de los más de 20 años que lleva viviendo fuera de Junín, para Martín la ciudad está muy presente: “Siempre me interesó volcar acá todo lo que fui aprendiendo afuera. Participé de la revista La Lupa porque tenía la necesidad de hacerlo, nunca me cambié el domicilio, me gusta votar acá. Intenté de todo: quise tener programas de radio, refuncionalizar el museo y por eso hice ahí un show de música electrónica, y trato de apoyar lo que se hace. Me parece que es el único modo de que las nuevas generaciones sean cada vez más inteligentes, que puedan pensar por cuenta propia, que la cultura se mueva y por eso trato de estar”.
Finalmente, su éxito personal y su extensa trayectoria no le impidieron mantener presente su origen y sus objetivos. “A mí siempre me interesó desmitificar esa figura de rockstar –señala–, creo que el músico es igual al que pasa barriendo la calle. Mi misión es hacer que nadie se crea más que otro, sobre todo los que estamos dedicados a la música, un lugar en el que es muy fácil creerte una historia que no existe. También es importante ser consciente del mensaje, el músico de rock le habla a chicos de entre 15 y 20 años, y me parece positivo bajar un mensaje distinto al que se suele dar para concebir una generación solidaria, con conciencia, con pensamiento autónomo, que crea que puede haber un mundo mejor y más justo”.