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PERSONAJES DE NUESTRA CIUDAD

Ana Castrillón Mulvihill: “Yo siento la necesidad de buscar mis raíces”

La presidenta de la Raza Irlandesa investiga apasionadamente los orígenes celtas de su familia y de muchas otras. Rescata las huellas que su pueblo dejó en Junín y el vínculo de la entidad que dirige con la comunidad. El trabajo por acercar a los jóvenes a la institución.

Ana Castrillón Mulvihill nació en Capital Federal porque su madre quería parir en el Hospital Rivadavia.

Los primeros años de su vida los pasó en su casa de Newbery e Italia, “el barrio de los irlandeses”, dice, para luego explicar: “En Pueblo Nuevo vivía la gente que trabajaba en el ferrocarril. En esa época, los irlandeses eran los pobres que habían traído los ingleses para trabajar acá”.

Es decir que los británicos tenían los puestos jerárquicos y los irlandeses eran los trabajadores.

Los ascendientes irlandeses de Ana no trabajaban en el ferrocarril, sino que eran campesinos. Su bisabuelo se casó en Mercedes, pero vivía en lo que hoy es Navarro. Después compró un campo en Leandro N. Alem y se mudó con su familia a esa localidad. Tras la crisis del 30, se vinieron para Junín.

Ana debió mudarse al barrio Belgrano cuando todavía no había empezado la primaria. No obstante, siempre siguió teniendo un vínculo muy fuerte con Pueblo Nuevo, donde vivía su abuela, y donde estaban todas las familias con apellidos irlandeses a las que tanto conocía. Hizo la primaria en la Escuela N° 18 y la secundaria en el Comercial. También hizo el secretariado en Patricias Argentinas y aprendió costura, tejido y bordado a mano y a máquina, como se estilaba entonces de acuerdo al mandato social que imponía esas actividades para las mujeres.

Durante 43 años, su padre, oriundo de Saforcada, trabajó en el Ferrocarril. También fue apicultor y viajante, transportando caños plásticos.


Tradición celta


“En la familia siempre se mantuvo el amor hacia mi abuelo, hijo de irlandeses y eso despertó una inclinación a mantener los valores y las tradiciones celtas”, comenta Mulvihill, quien asegura que siempre estudió sus dos raíces, “tanto la gallega como la irlandesa”.

Es que, además de su ascendencia irlandesa, Ana también tiene orígenes ibéricos, ya que su abuelo era oriundo de Bretoña, una parroquia del municipio de Pastoriza, en la provincia de Lugo. De hecho, Ana consiguió su nacionalidad española después de investigar durante años sus orígenes, llegando a llamar por teléfono a todos los Castrillón que encontrara en la guía telefónica de Lugo.

El trabajo le llevó diez años, algo similar a lo que hizo con la ascendencia irlandesa de su madre.

“Las ganas de conocer mis raíces tienen que ver con la curiosidad”, dice, y añade: “Eso, uno lo tiene o no. Una vez fui al cementerio con mi marido y vi que en la lápida de su abuela decía Micaela Coll. Se me ocurrió que podía ser un apellido irlandés y cuando empecé a buscar, encontré que sí lo es. Me puse a investigar y llegué a dar con su partida de casamiento y ahí me enteré que Micaela Coll había nacido en Carmen de Areco, que es una zona de numerosos irlandeses, y que tenía domicilio, al momento de casarse, en Lincoln, una ciudad a la que muchos irlandeses habían venido para trabajar en la estancia San Juan de Dughan, otro apellido irlandés. Así que estoy tras las huellas de los orígenes irlandeses de mi marido también”.

Efectivamente, Ana es muy curiosa y le interesa mucho la genealogía. Es por eso que, además, empezó a investigar en los escudos de las distintas familias irlandesas.

Es que los celtas eran un pueblo nómade y cada uno de los clanes tenía su escudo: “Yo estoy haciendo un trabajo en la Raza Irlandesa como para dejar la historia en las paredes de la sede, porque un salón desnudo no cuenta historias, y creo que una forma de hacerlo es buscando los escudos de cada uno de los antepasados de los irlandeses en Junín. De todos los que me fui enterando y los fui consiguiendo, hice cuadritos con los escudos y los estoy colgando en las paredes”.


La Raza Irlandesa


Ana asevera que se relacionó “de grande” a la Raza Irlandesa. Y ese acercamiento empezó por la gastronomía: “Mi mamá siempre cocinó platos irlandeses porque se los había enseñado su padre. Hay una torta muy típica de la Navidad en Irlanda, que se llama ‘Plum Pudding’, que se hace con ciruelas, muchísimas frutas secas, whisky, harina, y grasa o manteca. Se envuelve la masa en una tela, ésta se ata a un palo y se hierve tantas hora como kilos de masa se tenga. Eso queda muy compacto, y es una torta muy húmeda que luego termina siendo una especie de turrón, por la cantidad de frutas secas que tiene. Buscando esa receta, llegué a la Raza Irlandesa”.

Primero fue colaboradora, más adelante fue secretaria, estuvo en la comisión directiva y ya en 2010 fue elegida como presidenta.

“Cuando yo me hice cargo de la presidencia había algo así como 73 socios, y en la actualidad hay más de 160”, destaca Ana, quien asegura que la idea es atraer “gente joven” a la institución.

Otra de las intenciones de Mulvihill para su gestión es la de “sacar a la calle” a la institución. Esa idea comenzó a proyectarla el año pasado, y para ello pensó en organizar los festejos de San Patricio (la fiesta irlandesa por excelencia que se celebra el 17 de marzo) con una gran feria en la calle, gratuita, con música, bailes y cosas típicas irlandesas. “Queríamos hacer algo muy importante”, exclama. Sin embargo, el festejo no se pudo concretar: “Una semana antes ocurrieron dos hechos muy desgraciados en nuestra ciudad, como el crimen de Karen Campos y luego el de Olga Acedo, con las marchas y los incidentes en el medio que todos conocemos. Así que lo tuvimos que suspender porque no era momento para ningún tipo de festejo en ese entonces”.

Sin embargo, siguió latente la idea de llevar la institución a la calle “para que la gente conozca la Raza y sepa lo que se hace ahí”. Finalmente, este año Ana logró concretar su anhelo, como ella misma relata: “Pudimos hacerlo en mayo, para los festejos de los 90 años de la Raza Irlandesa: ahí vino el profesor de baile Alejandro Mahon, el ballet de Lincoln, el Buenos Aires Tartan Army y fue un gran festejo en la calle Sáenz Peña, en el centro, con toda la gente”.

Según dice Ana, estos 90 años encuentra a la Raza Irlandesa “en un muy buen momento institucional”, ya que se hizo “una reconstrucción edilicia” y la entidad “está posicionada en otro lugar en la ciudad, con más presencia en la comunidad”.


Huellas celtas en Junín


A la hora de definir las características de los irlandeses, Mulvihill no duda en calificarlos como personas con “un humor muy ácido” que, además, “cuidan mucho su trabajo, lo realizan con mucha responsabilidad y aman lo que hacen”.

De acuerdo a su análisis, esto es así “porque es un pueblo que necesita trabajar, en la isla prácticamente no tienen inmigración y tienen que hacer todo”.

Asimismo, Ana sostiene que hay numerosas huellas de las raíces irlandesas en Junín: “Acá dejaron mucho de su impronta. En primer lugar, en el club B.A.P., que era donde estaban los ingleses y los irlandeses trabajaban ahí. A partir de esto es que nace la Raza Irlandesa, que se funda como una sociedad de irlandeses: estaba el Club Inglés, que era el B.A.P., y ellos hacen el de los irlandeses. También hubo irlandeses involucrados en la fundación del Club Jorge Newbery, lo mismo que el Club Sarmiento, el Junín Golf Club”.


Balance


Además de su espíritu curioso, Ana asegura que esto que hace también tiene mucho que ver con su historia y la de su madre.

En ese marco, cuenta una historia personal que sirve para graficar la importancia que tiene para ella conocer sus orígenes.

“Cuando me hice cargo de la presidencia, creé un perfil de Facebook de la Raza para conectarme con otras instituciones y hoy tiene unos 3.400 seguidores o amigos virtuales. Por cuestiones personales, hubo una época en la que tenía dificultades para dormir y en mis horas de insomnio me acompañaron los amigos de la Raza” dice muy emocionada y, luego de una pausa, añade: “Porque si bien no son mis amigos porque no los conozco personalmente, yo me conectaba a las 5 de la mañana con gente de otros países en donde por ahí eran las 8 o 9 de la mañana, y me acompañaban en un tramo doloroso de mi vida. Por eso siempre les doy las gracias”.

Es que entre ellos había y hay una conexión que pasa por el hecho de ser todos descendientes de irlandeses.

“Mi papá es un gallego que me mostró la fortaleza del trabajo y  mi mamá, una descendiente de irlandeses que me enseñó la fineza del sentimiento”, resume Mulvihill, para luego concluir: “Yo siento la necesidad permanente de buscar mis raíces irlandesas, busco información sobre sus comidas, bailes, poesías, costumbres y todo lo que se me ocurra, porque a mí eso me enriquece, me llena el alma”.

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