El único antecedente musical en la familia de Pablo Roldán era el de su abuelo, que tocaba la guitarra de manera no profesional, animando fiestas y peñas.
Sin embargo, cuando tenía seis años, en la localidad santafesina de San Gregorio, de donde es oriundo, su padre lo inscribió en un concurso de tango, donde cantó “Se tiran conmigo”.
Recién a sus diez años, una tía abuela de Buenos Aires le regaló una guitarra y entonces fue a aprender a tocar el instrumento con el maestro “Chiche” Rochetti. “Yo tenía mucho entusiasmo, me gustaba mucho”, recuerda hoy Roldán.
Después formó el dúo folclórico Chañá, con el que se presentaba en peñas y festivales.
Militar
En 1994 –después de haber pedido prórroga– tuvo que hacer la conscripción. Ese sería el último año del servicio militar obligatorio, que terminó en ese entonces a partir del llamado “caso Carrasco”.
Por consejo de algunos oficiales, se inscribió en el servicio militar voluntario que se lanzó en 1995. Comenzó como voluntario en el Batallón 121 de Rosario y retomó sus estudios de música en el Instituto Santa Cecilia.
Las reestructuraciones en el Ejército en ese entonces eran constantes. A los pocos meses de estar ahí, cerró el Batallón 121 y a Roldán lo trasladaron a la Fábrica Militar Domingo Matheu, aunque fue por poco tiempo, porque unos meses más tarde fue enviado al Regimiento de Infantería N° 1 de Patricios, en Buenos Aires.
A la banda
“Esa fue una gran oportunidad para mí –cuenta Roldán–, yo sentía que el destino me iba llevando por ese camino, porque apenas llegamos a Patricios, el director de la banda, el actual coronel retirado Juan José Catalano, se acercó y preguntó qué soldado que tuviera conocimientos musicales quería formar parte de la banda. Y ahí nomás levanté la mano”.
En 1996 entró como tambor, que es por donde inician los soldados voluntarios en una banda.
El entonces capitán Catalano vio sus condiciones musicales y lo mandó a estudiar clarinete al Conservatorio que estaba en Palermo, lo que le permitió integrar el cuadro de suboficiales luego de rendir un examen de admisión. “En 1999 rendí para ingresar como cabo músico”, cuenta.
Al mismo tiempo, formaba parte del conjunto folclórico que tenía la banda como guitarrista. “El capitán Escariche me dijo que me veía condiciones y me propuso pasar al cuadro de oficiales –evoca–, y apenas me dijeron que iba a tener esa posibilidad, me puse a estudiar dirección de orquestas. El que me formó fue un maestro retirado, el mayor retirado Hugo Luciano Melo”.
Así fue como se recibió como director de orquestas y de bandas militares.
Villaguay y Junín
En 2005 Roldán fue destinado a la localidad entrerriana de Villaguay, en donde la banda militar se había quedado sin director. Ahí estuvo hasta 2010, cuando fue trasladado a Junín.
“Cuando llegué me encontré con un grupo humano formidable”, rememora en referencia a la banda militar “Curupaytí” del Grupo de Artillería 10.
Por entonces contaba con 19 integrantes y hoy tiene 23.
Según dice, el grupo que dirige “está en un muy buen nivel en cuanto a cantidad de integrantes y calidad musical”, en relación a otras bandas del interior.
Asimismo, advierte que la banda “Curupaytí” tiene una gran aceptación en la comunidad juninense: “Ocupa un lugar preponderante en la ciudad, tiene mucha aceptación. Es una organización que no es habitual de ver, que hace música de pie, a veces marchando, y si a eso sumamos toda la historia que tiene, la gente rescata y apoya mucho eso. Hubo momentos históricos en nuestro país donde la música militar fue muy destacada y reconocida gracias al buen trabajo que han hecho los directores de banda, y por eso ha quedado una llama encendida en el corazón de la gente que hace que, cuando se ve una banda militar, se produzca algo poco frecuente”.
De cara al futuro
Al momento de hacer un análisis, Roldán destaca que “la banda militar tiene que ver con el sentimiento patriótico, con lo argentino, porque la música militar rescata nuestros valores históricos, y eso la gente no lo deja de lado”.
Según dice, lo que hace le permite unir sus dos vocaciones: “Es muy difícil conjugar lo artístico con la parte militar: uno es creativo y el otro es rigurosamente conductista. Cuando se complementan por alguna cuestión providencial, se logra un estadío en el cual uno queda inmerso y cargado de un sentido que trasciende lo musical y lo militar”.
Luego profundiza sobre el tema y enfatiza que “uno es un músico militar, no están separadas ambas actividades, es una unidad que se va arraigando a uno de manera natural; uno lo puede dividir en el plano de lo teórico, pero en realidad van juntos, por el mismo camino, y cuando se complementan es una unidad”.
Y de cara al futuro, concluye: “El objetivo es poder agrandarla, mantener su tradición, el buen nivel que tiene y todo lo bueno que se ha hecho y, si se puede superar con el trabajo que uno hace, bienvenido sea”.
DIRECTOR DE LA BANDA "CARUPAYTÍ" DEL GRUPO DE ARTILLERÍA 10
Pablo Roldán: “La música militar rescata nuestros valores históricos”
Oriundo de San Gregorio, hace cinco años que está al frente de la agrupación del Ejército en Junín. Afirma que quiere “mantener su tradición”. Antes estuvo en la de Villaguay y la del Regimiento de Infantería N° 1 de Patricios.
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