UN ARTISTA MULTIFACÉTICO

Sergio Pérez Volpin: “Hago lo que me gusta y parece que fuera un trabajo”

Se vino de Buenos Aires después de la crisis de 2001. Abogado de profesión, acá hizo de todo: trabajó en el campo, tuvo una revista, una librería y puestos gastronómicos. Además, es músico de jazz, hace stand-up y canta boleros.

A Sergio Pérez Volpin el destino lo fue arrastrando por distintos caminos.
Lo trajo de Caballito a Junín. Pasó del derecho a la música, la actuación y cierta bohemia.
Sin antecedentes artísticos en su familia, hoy es un notable trompetista y un incipiente cantor de boleros.
“Soy un buscavidas”, dice entre risas el responsable del parador Aloha, situado en el Parque Borchex de nuestra ciudad.

Multifacético
Pérez Volpin nació en el barrio porteño de Caballito.
Cuando terminó el colegio siguió la carrera de derecho y se recibió de abogado en la UBA.
Trabajé en estudios jurídicos, en bancos, en Tribunales. Su vida era “corbata, portafolios y microcentro porteño”.
Pero en la crisis del año 2001 se quedó sin trabajo, lo que fue un quiebre en su vida. “Había algo que no me cerraba en la vida que estaba llevando, era algo muy rutinario y en algún punto sabía que no iba por ese lado”, recuerda.
Se fue a Villa Gesel y puso “un chiringuito” en la playa. Cuando eso se terminó decidió, junto con su mujer de entonces (una juninense) mudarse a Junín.
“Los padres de ella tienen campo –explica– y la idea loca fue ‘vamos a vivir al campo’. Y aunque no sabíamos nada del tema, lo hicimos. Trabajamos mucho pero la inexperiencia hizo que fracasaran la mayoría de los micro emprendimientos que hicimos, que fueron chinchillas, lombrices californianas y otros”.
Tuvo otro puesto en el Camino Costero y más adelante abrió una librería, al tiempo que editó la revista Profesionales. También trabajó en una barra de tragos para fiestas y desde hace casi tres años tiene la concesión del parador Aloha, del Parque Borchex. “Trabajar acá, en este entorno, no tiene precio, está buenísimo”, afirma.

Contra la violencia
Si bien estuvo alejado de su profesión durante años, en el último tiempo la retomó desde un lugar distinto: “Estoy trabajando en Buenos Aires sobre el tema de la violencia de género, es algo muy interesante, una problemática muy dura”.
Junto con una psicóloga, Pérez Volpin ofrece cursos en los que da “un pantallazo del tema desde lo legal, y también hay un costado práctico con ejercicios donde la gente reconoce al violento y su patología”. Los encuentros suelen finalizar con un evento cultural de concientización.
Entusiasmado con esta iniciativa, espera poder implementarla a partir del año próximo en Junín.

Música
Si bien desde chico tocaba “un poco” el piano, no tenía una conexión estrecha con la música. Pero cuando su ex mujer se compró una trompeta para ella, fue Sergio el que más se interesó. “Ahí flasheé”, grafica.
Lo curioso para él es que la trompeta, simplemente, apareció: “La vocación está siempre latente, uno se puede olvidar, dejarla de lado, hacerse el distraído, pero en algún momento vuelve a aparecer. Y ésa es la mía”.
Tomó clases en Buenos Aires y luego en Junín, con el músico Gustavo Trillini. “Después seguí solo, soy bastante autodidacta”, dice.
Aquí formó hace ocho años la banda Stolen. La primera formación fue con Sebastián Ostolaza en batería, Alejandro Goyeneche en contrabajo, Pablo Oubiña en piano y Marcos Singla en saxo. En el camino hubo algunos cambios y en la actualidad el grupo forma con Pérez Volpin, Martín Villafañe, Diego Goyeneche y Gonzalo Gallardo.
“El jazz nos da muchas satisfacciones –comenta Sergio–, tocamos en festivales, en varias ciudades, y si bien es una música un poco elitista, también es muy linda”.

Stand-up
Pérez Volpin también estudió teatro con Ariel Casas.
Después de hacer una obra de teatro con Horacio Jáuregui y Alejandro Miguel se le ocurrió que podría hacer un espectáculo de stand-up. Con apenas una vaga idea, se reunió con el propietario del restó Chic, quien aceptó la propuesta y le ofreció un contrato por un mes.
Entonces los invito a Casas, Jaúregui y Miguel, quienes se sumaron a la aventura.
Y fue un éxito: “Empezamos por un mes y terminamos haciéndolo todos los sábados durante ocho meses”.
Después pararon, hicieron presentaciones en la zona, en Buenos Aires, en la Plata y ahora lo está haciendo junto con Casas y Miguel en eventos privados.
Según su propia definición, “el stand-up debe ser creíble porque si no, la gente no se ríe, el público no te regala una risa, te puede dar un aplauso, pero con la risa es distinto”.

Balance
Multifacético y todo terreno, al momento de buscar una definición de sí mismo, Pérez Volpin exclama: “Un buscavidas, básicamente”. Y suelta una carcajada.
Pero enseguida reflexiona: “Yo tengo la capacidad de que aquello que me gusta hacer parezca un trabajo. Vivo al día, no tengo auto, pero hago lo que me gusta y me parece que por ahí pasa la cosa. Gracias a Dios que haciendo eso me puedo mantener. Veo mucha gente que hace lo que no le gusta y no es feliz. Creo que la vida es bastante corta y hay que exprimirla y tratar de hacer lo que a uno le gusta. Te vaya bien o mal, debe ser así”.

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