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RECONOCIDO TRAUMATÓLOGO Y EX FUNCIONARIO COMUNAL

Oscar Suárez: “Los partidos no representan sus valores originarios”

Después de una infancia “bastante dura” y una juventud en donde a veces se acostaba “sin nada en el estómago”, se convirtió en un destacado profesional con una importante participación política.

Tal vez haya sido el hecho trágico que hizo que, con solo dos años, se quedara sin padre, el que impulsó a Oscar Suárez a dedicarse a la política.
Según dice, siempre tuvo inclinaciones humanísticas, que luego tradujo en una activa participación en cargos ejecutivos y legislativos, que ejerció con solvencia y dedicación.
Alejado de la política, en la actualidad sigue viviendo con la misma pasión los problemas cotidianos y, en ese marco, repasó junto a Democracia su trayectoria profesional y en la gestión pública.

De Junín a Rosario
La madre de Suárez era una profesora de música que debió hacerse cargo de sus hijos de dos y cuatro años cuando enviudó, siendo muy joven.
“Enfrentamos una vida bastante dura”, recuerda Oscar, quien hizo parte de la primaria en la Escuela N° 24 y la terminó en la N° 1. El secundario lo cursó en el Comercial.
Decidido a seguir medicina, se fue a estudiar a Rosario. Eso fue muy difícil para su familia, y muy duro para él mismo. “Muchas veces me acostaba sin nada en el estómago, por eso valoro tanto lo poco que pueda tener”, razona.
Con todo, logró hacer la carrera y se especializó en Ortopedia y Traumatología: “Tenía un gran amigo que era un gran ortopedista, y él me invitó al hospital a ver cómo trabajaba, y así me empecé a relacionar con la especialidad”.

Actividad profesional
Después de trabajar unos años en Rosario, en 1970 regresó a Junín, a partir de una invitación del doctor Hugo Montani. Con él empezó a ir al hospital donde se desempeñó durante seis años ad honorem, hasta que se abrió un concurso, pudo entrar y hacer toda la carrera médico hospitalaria, donde llegó a ser jefe del servicio.
También trabajó 14 años en el Hospital Ferroviario y 23 años en la Clínica Metalúrgica que había en Junín, además de atender en su consultorio privado.
“Fueron buenos mis años de profesional –explica–, en mi especialidad éramos muchos menos que en la actualidad. Y por supuesto que el trabajo era mucho menor, sobre todo teniendo en cuenta lo que sucede con la accidentología”.

Ingreso a la política
Su interés por la política ya se asomaba en el colegio, en épocas de la segunda presidencia de Juan Perón.
“En el secundario la vida política incidió mucho –señala–, se había formado la llamada UES (Unión de Estudiantes Secundarios), que era un organismo político de aquella época, y yo estaba en un grupo que no tenía una participación muy directa, pero en el que empezábamos a ver los problemas humanísticos de la comunidad. Hasta que aparece el conflicto con la Iglesia, entonces, si sacaban los crucifijos que estaban al frente de las aulas, nosotros íbamos y los pintábamos, es decir que hacíamos esas cosas de adolescentes como una forma de participar”.
Más adelante, fue envuelto por el clima político universitario, donde tuvo representación estudiantil.
Pero el paso más importante lo dio a su regreso a Junín. Aquí comenzó con una actividad más relacionada con lo comunitario y fue uno de los fundadores del Rotary Club Villa Belgrano, donde todavía participa.
Pero fue en una conferencia que dio Raúl Alfonsín en los primeros 80, donde quedó impresionado: “La conferencia me conmovió a tal punto que me hizo dar cuenta de que si uno quiere cambiar algo, debe trabajar desde adentro”.

Cargos públicos
Aquella charla fue la que lo impulsó a participar en las reuniones del partido. En 1983, cuando el radicalismo gana las elecciones, lo nombraron secretario de Bienestar Social, donde estuvo hasta 1986.
Luego se hizo cargo de la dirección del hospital, aunque en 1987, cuando Antonio Cafiero ganó la Gobernación, presentó la renuncia.
Más adelante, fue elegido concejal, cargo que ocupó durante dos períodos.
Además, fue interventor del Pami en el año 2000, durante el gobierno de la Alianza. Ahí se mantuvo, hasta que quisieron imponerle “a dedo” a un funcionario. “Siempre bregué por los concursos, y como me metían a alguien por la ventana, me fui”, resume.
Después de esa experiencia, se retiró de la política activa: “Porque nunca estuve de acuerdo con ‘el dedo’ en la vida democrática, creo que son los afiliados con su participación los que deben elegir quién va a representar a ese partido. Cuando vi que empezó a funcionar el dedo en el radicalismo, presenté la renuncia”.

Balance
Suárez asevera que en la actualidad no está satisfecho “sobre cómo está planteada la vida política”, y amplía: “No he escuchado de los candidatos propuestas concretas sobre lo que van a hacer en economía, salud, educación, infraestructura. Y eso no hace bien porque después la gente siente una frustración”.
Y ante la pregunta sobre si se sigue sintiendo radical, concluye: “La vida democrática tiene que hacerse a través de los partidos políticos. Pero los partidos, ¿están representando a las comunidades?, ¿el radicalismo tiene el rol con el cual nació, que es de un enfoque social y humanístico?, ¿o pasó a ser una cáscara? Yo creo que no representan sus valores originarios, y ese es un problema muy serio”. <

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